Image: La cabeza de Paul Verlaine

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Poesía

La cabeza de Paul Verlaine

Jean-Michel Maulpoix

17 febrero, 2005 01:00

Jean-Michel Maulpoix. Foto: Archivo

Trad. Luisa Etxenike. Bassarai. Vitoria, 2004. 45 págs, 9’6 e.

En 1996, Thorpe Running publicó The Crictical Poem, en el que, inspirándose en una acuñación de Octavio Paz, aplicaba una teoría nuclear del pensamiento de éste -la del "poema que contiene su propia negación y que hace de esa negación el punto de partida del canto"- a una serie de poetas hispanoamericanos en la estela de la más radical creación de Mallarmé.

En esa misma estela, pero desde otra órbita, hay que situar la poesía y el pensamiento crítico de Jean-Michel Maulpoix (1952), para quien el poema es "un concentrado de lenguaje", "un precipitado de hechos de lengua", y la poesía, "una crítica atenta y solícita de la lengua": "una crítica práctica de la lengua, una crítica en actos de lengua" que "saca a la lengua de su torpeza" y, a fuerza de interpelarla, "la somete a examen y la cita a comparecer". Para él, como para Mallarmé y para Heidegger, la poesía puede y debe "cuidar la lengua" y "hacernos por un instante respirable este lenguaje que asfixia la sociedad". Dos importantes ensayos suyos -Du lyrisme (2000) y Le poète perplexe (2002), editados por José Corti- contienen un valioso conjunto de reflexiones que se extienden desde Rimbaud y Verlaine hasta Réda y Stéfan, y que explicitan que cada texto tiene su voz propia e independiente de la de su autor. Maulpoix retoma en parte "la desaparición elocutoria del poeta" exigida como requisito para la obra pura por Mallarmé y la reconduce por un espacio nuevo en el que la tensión sustituye a la efusión en una vía filosófica que combina al Heidegger de Beaufret con las relaciones entre ontología y poesía estudiadas por Serge Champeau.

Los siete poemas suyos que ahora se seleccionan y traducen, acogidos bajo el título de uno de ellos, constituyen no tanto un libro como una antología que da cuenta de las diversas claves de su obra y -lo que no deja de ser significativo- del coherente sistema que la preside y de los varios modos de escritura en que se ha sabido y querido objetivar. El primero de ellos, "Un lienzo de pared amarilla", concebido y realizado como un poema en prosa, procede por bloques perceptivos en los que un ambiente exterior es analizado y sometido a un proceso, casi barojiano, de pulsión. El segundo -"Suburbio pobre"- es un contraespejo del anterior, pero con otra forma poemática, en la que las imágenes abundan más que las metáforas y en la que un hondo sentido de los moderno produce un efecto dual: una especie de doble o de cámara oscura de aquello que nuestra civilización no quiere ver. El tercero -que da título al libro- funciona sobre un eje hecho de monólogo dramático y de acotación de texto teatral, en el que Maulpoix infunde su tan estremecedora como irónica visión del final del siglo XX, mientras espera la vuelta de un poco de claridad, de sentido o de rigor.

Este poema -que es uno de los cimientos más sólidos del libro- sirve para explicar el trasfondo de una obra que aspira a que la página sea como un rostro. El siguiente -de clara alusión a Hólderlin y a Nietzsche: Bleiben ist nirgends- se articula en diez partes y proclama, en la última, que el hombre ha vuelto a la prehistoria. El quinto -"El canto de los náufragos"- es un texto mayor dividido en once partes en las que se dice que "Somos los náufragos de la lengua" y que "vamos de país en país aferrados a las tablas flotantes de nuestras frases, que son los restos de una antigua nave hace ya tiempo hundida"; el segundo grupo estrófico tiene claras reminiscencias de la Balada del Viejo Marinero de Coleridge, y el tercero, una brillantez formal relampagueante. Por último, "Búsqueda del sol naciente" vuelve, como también el anterior, a la articulación seriada en once partes, y practica una especie de escritura automática, no irracionalista, en la que hay más una moral que una técnica y que podría hasta cierto punto considerarse como una nueva poesía social.

Maulpoix es un nombre a tener pero que muy en cuenta. Por eso este leve anticipo nos sabe a poco. Miguel Casado lo presenta como un cruce entre el pliegue y la divagación. Nosotros lo vemos entre el diorama y el emblema. En el espacio europeo de la lírica Maulpoix se nos presenta no sólo como un poeta lúcido sino como un necesario pensador.