Fotograma de 'Robot Dreams', de Pablo Berger

Fotograma de 'Robot Dreams', de Pablo Berger

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Animación española: los principales desafíos de una industria en auge

La presencia de 'Robot Dreams' en los Oscar y la calidad de los títulos que compiten en los Goya nos sitúan en el momento álgido de un lenguaje sobre el que todavía existen prejuicios.

Pablo Berger Álberto Vázquez Rico
6 febrero, 2024 01:44

¿Qué hace un director como tú en un sitio como este?

Pablo Berger. Director de Robot Dreams, nominada al Goya y al Oscar a mejor película de animación. 

Es la pregunta que más veces me han hecho desde que se estrenó Robot Dreams. Sinceramente, como director de imagen real, jamás había pensado en hacer una película de animación. Pero, si quería contar una historia de amistad entre un perro antropomórfico y un robot en un Nueva York poblado por la más variada fauna, o lo hacía en dibujos animados o no la hubiera podido contar. No tenía opción.

Antes de empezar la producción de Robot Dreams tenía miedo. Mucho miedo. Pero en seguida descubrí que dirigir imagen real y dirigir animación tienen muchas más cosas en común que diferencias. Hay que hacer sustituciones. Los sospechosos habituales en un set de rodaje, los equipos de cámara, arte, vestuario, maquillaje y peluquería, se convierten en un estudio de animación, en un solo equipo. El Departamento de Arte.

En el caso de Robot Dreams fueron varias docenas de artistas, capitaneados por el director de arte José Luis Ágreda, quienes dibujaron todas las localizaciones, el atrezo y miles de personajes –vestidos, maquillados y peinados– listos para entrar en plano. Más sustituciones. Los actores y las actrices. Los que dan la cara en una película de imagen real, en una de animación se transforman en animadores.

Nuestra asignatura pendiente es llevar al público adulto a verlo
a las salas

El equipo más numeroso. Mi aliado para comunicarme con ellos es el director de animación. En Robot Dreams fue Benoît Feroumont. Él traducía a los animadores mis indicaciones actorales y de puesta en escena. Al final, un director busca interpretaciones llenas de verdad y emoción, ya sean personajes reales o dibujados.

Por lo que siento que mis películas anteriores me prepararon para hacer Robot Dreams. Así que animo a otros directores españoles a dar el salto a la animación. Se puede. No soy el primero, Fesser y Trueba lo hicieron antes y con gran éxito.

Hablemos de la historia reciente de la animación para adultos en España. Chico y Rita (2010), Arrugas (2011), El Apóstol (2012), Psiconautas, los niños olvidados (2016), Un día más con vida (2018), Buñuel en el laberinto de las tortugas (2019) y Unicorn Wars (2022).

Todos peliculones, aunque con resultados dispares en taquilla. De este año destacaré a mis compañeras de nominación, que no competidoras, a los Premios Goya: Dispararon al Pianista (2023), de Fernando Trueba y Javier Mariscal, y El sueño de la sultana (2023), de Isabel Herguera.

[Pablo Berger triunfa en los Premios del Cine Europeo con 'Robot Dreams']

Sin duda, ha sido buena cosecha la del 2024. Hemos estados presentes con nuestras películas en los festivales más importantes del mundo, de Cannes a San Sebastián, pasando por Telluride, Londres y Toronto.

Ganamos el Premio a la Mejor Película de Animación Europea en los EFA y nos acaban de nominar al Oscar de Hollywood. Pero tenemos una asignatura pendiente, llevar al público adulto a verlo a las salas. El prejuicio está. Desgraciadamente, el espectador medio piensa que el cine de animación es solo para niños. Esto tiene que cambiar. Y para terminar, nuestro grito de guerra: “¡LA ANIMACIÓN NO ES UN GÉNERO, ES UN MEDIO!”. Por si alguno no se había enterado todavía… 

Un sector estratégico

Álberto Vázquez Rico. Director de Unicorn Wars, Goya a la mejor película de animación de 2023.

La animación, desde mi perspectiva, se erige como un medio versátil para narrar una diversidad de historias: infantiles, adultas, dramas, comedias, documentales, experimentales, entre otras muchas. Es un lenguaje propio, no simplemente un género o subgénero del cine.

Los dibujos animados, o la animación, ofrecen un terreno muy fértil debido a su capacidad única para materializar lo que sería imposible con imágenes reales. El dibujo se convierte en un lenguaje, una forma de pensamiento, permitiendo así animar cualquier idea imaginable.

Aunque la animación comparte el título de cine, se distingue por su complejidad técnica y por su proceso de producción. Más afín a un estudio de videojuegos que a un rodaje convencional, la creación de un largometraje de animación puede ser un proceso de entre cuatro y seis años.

En este punto se fusionan la tecnología y la artesanía, combinando los últimos avances tecnológicos y softwares con la paciencia y dedicación propias del Disney más clásico. 

En el contexto español, la animación está viviendo el inicio de un posible auge, tanto en lo que se refiere a la cantidad como a la calidad. Sin embargo, aún queda mucho por evolucionar para equipararse a países como Francia, con su industria poderosa respaldada por unas 200 escuelas y ayudas públicas más sustanciales.

La animación es un arte que no solo da vida a historias maravillosas, sino que también es una industria que genera empleo y se entrelaza con sectores poderosos como el del videojuego, la publicidad, el cómic, la ilustración y la literatura.

La animación es un arte que también es una industria que genera empleo y se entrelaza con sectores poderosos 


Considero que la animación debería ser reconocida como un sector estratégico, protegido por más ayudas públicas que consideren la excepcionalidad de este medio y su dificultad de producción. Además, las deducciones fiscales podrían estimular inversiones del sector privado, fortaleciendo aún más la industria.

En los últimos años, producciones españolas como Klaus, Buñuel en el laberinto de las tortugas, Chico y Rita, Unicorn wars, Nocturna, El sueño de la sultana, Heavies Tendres, Un día más con vida, Arrugas, Psiconautas, Tadeo Jones, Black is Beltza, entre otros títulos, han obtenido éxito tanto en público como en crítica. La reciente nominación a los Oscars de Robot Dreams es también una prueba tangible de lo importante de este éxito.

Simultáneamente, la animación más artística e independiente encuentra su espacio en el formato del cortometraje, respaldada por numerosos festivales especializados y productoras que apoyan a estos creadores emergentes.

Con un poco de voluntad política, creo que la industria de la animación española puede convertirse en un sector estratégico generador de empleo, llevando nuestro audiovisual a donde se merece y evitando la constante fuga de talentos hacia otros países. 

Luis Landero

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