Desechos plásticos y escombros cerca de la playa en la ciudad de Panamá, a 19 de julio de 2019.

Desechos plásticos y escombros cerca de la playa en la ciudad de Panamá, a 19 de julio de 2019. Erick Marciscano Reuters

Historias

Ni todo el plástico se recicla ni las reforestaciones son la panacea: los mayores mitos medioambientales, a examen

El científico Víctor Resco de Dios desmonta las principales cosas que todos creemos sobre el cambio climático y no siempre son verdad. 

15 febrero, 2024 02:20

Un ecomito sería un bulo ambiental”, explica el científico español Víctor Resco de Dios cuando se le pregunta por el significado de su último libro, Ecomitos: los bulos ecológicos que agravan la crisis ambiental (Plataforma, 2024). Aunque aclara que no es solo “algo falso”, sino que además “está ampliamente instalado en el imaginario colectivo”.

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Esos mitos ecológicos, cuenta el doctor por la Universidad de Wyoming y profesor de Ingeniería Forestal en la de Lleida, impiden que luchemos contra el cambio climático y la crisis ambiental que provoca de manera equivocada. “Es como intentar enfrentarse a molinos de viento pensando que son gigantes”, aclara.

Para Resco, los ecomitos están “despistando” y “desviando la atención”. Cuando respondemos a la crisis ambiental con uno de estos bulos, asegura este ingeniero forestal, lo que hacemos es “agravar el problema en lugar de solucionarlo”. Y es que, a fin de cuentas, no se estaría hablando de otra cosa que de “aquellas ideas que consideramos que hacen un bien a la naturaleza” y que, en cambio, en su opinión, “generan más problemas”.

Con la proliferación de las redes sociales y las voces que se proclaman sostenibles, los ecomitos se han expandido como la pólvora. Y, explica Resco, “aunque algunas de las propuestas que están sobre la mesa son positivas, la manera en que se están implementando puede desembocar en graves problemas”.

Por eso, precisamente, Resco ayuda a ENCLAVE ODS a desmontar y desgranar algunas de esas ideas que creemos beneficiosas, pero que luego no lo son tanto.

Ecomito 1: Estilo de vida insostenible

Para Resco, el bulo ecológico “más extendido, cruel y perverso” sería aquel que culpabiliza a los individuos por la crisis climática. “Nos han hecho creer que el problema es que nosotros tenemos un estilo de vida insostenible, que consumimos una cantidad de recursos excesiva”, lamenta el científico.

Sin embargo, para desmontar esta afirmación apunta a un estudio del MIT que midió las emisiones de una persona sin hogar en Estados Unidos. “Su huella de carbono era de unas 8,5 toneladas, es decir, más del doble que la de un ciudadano promedio en España”, indica.

E interpreta este significado: “Las opciones que nosotros tenemos a nivel individual para tener un estilo de vida sostenible desde el punto de vista de las emisiones son muy limitadas porque vienen determinadas por el contexto económico y social donde nos desarrollamos”. Y remarca: “¡Hasta un sintecho en Estados Unidos es una persona insostenible!”.

Resco recuerda que “el 10% de la población es responsable por el 50% de las emisiones”. Por eso, incide, hay que “poner el foco en estas personas y en la responsabilidad corporativa”. Porque, zanja, los ciudadanos “somos víctimas, no responsables de esta crisis ambiental”.

Ecomito 2: El poder individual

O el empresarial. Porque se repite mucho eso de que solo impacta lo que hacemos los individuos o, por el contrario, las empresas. Y Resco asegura que “las dos afirmaciones tienen parte de verdad”.

Y es que, dice, “lo que podemos hacer es exigir a las personas que tienen competencia para atajar la crisis climática, para regular, para fiscalizar, para aportar subvenciones, una serie de beneficios fiscales, aumentar los impuestos, cambiar las leyes… que hagan lo que tienen que hacer”.

Para Resco, esa es la “acción más potente a nivel individual”. Y concluye: “Las decisiones que nosotros podamos tomar, como cambiar de dieta o las luces, van a tener un efecto moderado”. Por eso, es un fiel creyente de una acción individual que se encamine hacia arriba, “hacia la presión a las personas que tienen competencias para parar el problema”.

Ecomito 3: Reciclar plástico es fundamental

“El plástico no se recicla”. Así de tajante es este científico. Y lo argumenta: “A nivel mundial, el 9% del plástico se ha reciclado una vez, pero más de una vez solo se ha reciclado el 1% de todo el plástico que se ha producido”. Por tanto, concluye, “el reciclaje es una especie de quimera”.

Resco incluso se aventura a decir que es “algo tóxico” porque “crea la impresión de que se puede reciclar y, por tanto, no pasa nada”. Esa lógica hace que se siga consumiendo como “pollos sin cabeza”.

Él recomienda que “más que reciclar, deberíamos mirar otras opciones, como sustituir el plástico por otro tipo de materiales o reducir el consumo en general”. El reciclaje, en todo caso, habría que “dejarlo como una última opción”.

Pero alerta: “No estoy diciendo que no se tenga que reciclar, sino que no es una solución. En ocasiones puede incluso agravar el problema por esta falsa ilusión”. Y reitera que “el 99% del plástico que se ha producido no se ha reciclado” y, por tanto, “se ha tirado al ambiente o se ha incinerado o sigue estando en uso”.

Ecomito 4: El 'greenwashing' ha desaparecido

¿O no? Resco asegura que “hay muchas empresas diferentes y cada una hace una cosa distinta”. Eso está claro. Algunas respiran la sostenibilidad medioambiental y social, y otras la mencionan pero, tal vez, no la vivan de la misma manera.

Sin embargo, dice este científico, hay “una medida que está muy expandida” en diferentes sectores y que, asegura, es “una muestra de greenwashing muy grande”: las reforestaciones o “plantaciones compensatorias”. Eso, insiste Resco, “es algo espurio” y, de paso, nos acerca al siguiente ecomito.

Ecomito 5: Reforestar es ‘eco’

Son cada vez más las empresas y entidades, incluso individuos, que se unen a programas de reforestación, ya sea con oenegés u otras entidades. Así, explica Resco, “se ponen la etiqueta de que son muy verdes, invierten en el medioambiente y que están así compensando por sus emisiones”.

Sin embargo, asegura, “no es así”. Y la clave de la paradoja de plantar árboles está en el propio proceso de reforestación. “Cuando tú plantas árboles, tienes que mover el suelo, y con eso ya estás emitiendo CO₂”. Después, continúa, tienen que pasar de “20 a 40 años” para que “esa plantación realmente empiece a absorber CO₂”.

Es decir, insiste, hasta varias décadas después el CO₂ absorbido es menor que el emitido por “la respiración de las plantas”. Y justo a partir de ese momento, recuerda, “la plantación va a ser muy vulnerable a los incendios”. La problemática aumenta si se tiene en cuenta, señala, “que ya habremos abandonado esa área reforestada, porque no hay ningún tipo de monitorización posterior”.

Resco es tajante: “En los países tropicales, nadie sabe qué ha pasado con el 95% de las plantaciones cinco años después”. Es decir, “las empresas plantan los árboles y se olvidan de ellos”.

En España, matiza, hay un registro, pero “tampoco dura lo suficiente como para asegurar el mantenimiento de esa regulación”. Porque, aunque no lo parezca, “las reforestaciones son como tener un hijo: no lo puedes olvidar, es un compromiso a largo plazo y hasta que esa plantación no alcanza la mayoría de edad, en más de 40 años, no puedes dejarla sola”.

E incluso después de cuatro décadas, recalca, “de vez en cuando tienes que seguir manteniéndola”. Y es algo que se ve, dice, cada verano en la temporada de incendios: “Las reforestaciones que se hicieron a partir de la década de los 40 son un drama, y no porque las repoblaciones se hicieran mal, sino porque nos hemos olvidado de ellas, están abandonadas”. Esa falta de mantenimiento propicia la generación de biomasa de manera descontrolada.

Por eso, alerta: “Plantar en ocasiones es necesario para restaurar ecosistemas, pero no podemos restaurar el clima ni compensar emisiones plantando árboles”.