El historiador que más sabe de los nazis revela el porqué de sus crímenes: "La culpa fue extirpada de sus cerebros"
- Richard J. Evans publica un magnífico ensayo en el que analiza el proceso que empujó a "personas normales" a apoyar a Hitler.
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Richard J. Evans es uno de los historiadores que mejor han sabido retratar el fenómeno extraordinario, anómalo, criminal, de la Alemania nazi. Su brillante trilogía sobre el Tercer Reich es una auténtica referencia. Pero desde la última entrega de esta monumental serie, publicada en inglés en 2008, recuerda el catedrático emérito de Historia en la Universidad de Cambridge, ha salido a la luz una ingente cantidad de material —cartas, diarios, memorias o documentos— que ha permitido profundizar y "transformar" el conocimiento sobre la dictadura de Adolf Hitler, ahondando hasta muy abajo en la escala de responsabilidad y complicidad de las atrocidades.
En Gente de Hitler (Crítica), su nuevo ensayo, se apoya en todas estas novedades para trazar una radiografía completa y compleja de los personajes, hombres y mujeres, perpetradores, que sostuvieron el Tercer Reich. Su conclusión es muy interesante: los jerarcas nazis, los mandos intermedios o aquellos individuos utilizados como simples instrumentos, desde la cineasta Leni Riefenstahl hasta el general Wilhelm Ritter von Leeb, quintaesencia de los oficiales de la Wehrmacht, no fueron personas perturbadas, pervertidas o dementes, ni esencialmente depravadas, psicópatas o degeneradas.
"La mayoría tenían una sólida formación burguesa y fueron criados de forma bastante convencional: Ernst Röhm tocaba el piano, Joachim von Ribbentrop no se iba a ningún lado sin su violín... No había excomunistas ni exsocialdemócratas. Procedían de una clase media fuertemente nacionalista y quedaron destrozados por la derrota de Alemania en la Gran Guerra", explica Evans en una entrevista con este periódico.
Escribe en el prólogo que los nazis analizados en el libro "durante la mayoría de sus vidas fueron personas completamente normales, según el estándar habitual en la época". ¿Esto es también aplicable a Hitler? "Sí al menos hasta que se introdujo en la política. Desde el principio fue un político extremista, y eso quizá no nos parezca muy normal, pero personalmente no era un monstruo o un psicópata". La fidelidad ciega de sus seguidores se explica por cómo cuajó su poderoso mensaje en un contexto idóneo marcado por los sentimientos de derrota y humillación de parte de la sociedad alemana: "Fue una apelación a su autoestima en una situación en la que muchos de ellos se sentían desfavorecidos o víctimas de una catástrofe social".
El relato que articula el historiador incide en cómo los nazis convencieron a sus compatriotas de que el único medio para el renacimiento y regeneración de Alemania era la violencia. Uno de sus grandes triunfos fue difuminar la culpabilidad individual de los crímenes. "Es increíble cómo la culpa fue extirpada de sus cerebros, es extraordinario cómo los que sobrevivieron a 1945 no sentían ninguna responsabilidad", afirma. "El paradigma es el médico Karl Brandt, que no sentía ninguna culpa por haber supervisado el asesinato en masa de alemanes con discapacidades o enfermedades mentales. Pensaba que estaba ayudando a la humanidad matando a seres inferiores".
Lecciones para el presente
Evans afirma que el nazismo "no fue una ideología de personas sin cultura o sin éxito". ¿Cómo se explican las atrocidades cometidas por las personas corrientes, y por mujeres como Ilse Koch, esposa de un alto oficial de las SS y director de varios campos de exterminio, o Irma Grese, conocida como "la bella bestia de Belsen"? "El Tercer Reich estuvo plagado de propaganda y culto a Hitler. Y la gente sentía que los estaban sirviendo al comportarse de formas bárbaras, despiadadas y fanáticas que los nazis describían en términos positivos según su vocabulario. Anularon la jerarquía convencional del valor moral y muchos lo vieron como una oportunidad de enriquecerse, como el marido de Ilse Koch".
—¿En qué ha cambiado este libro su imagen del nazismo y la Alemania de Hitler?
—Es una forma diferente de verlo, de preguntarme por qué la gente se hizo nazi y por qué persistieron en ello. Para muchos individuos creo que el nazismo fue un movimiento mucho más de clase media de lo que pensaba. En lo que respecta a Hitler, no había comprendido bien hasta ahora lo fuerte e interminable que era su llamada a la unidad nacional. También ha cambiado mi visión de su política exterior gracias a un discurso que dio a los miembros del Partido Nazi en 1930, antes de acceder al poder. Les dijo que al principio del colonialismo Alemania tuvo muy pocas ganancias, pero que en la siguiente guerra iban a conseguir el gobierno del mundo. Desde entonces, traicionó cada acuerdo internacional que firmó.
—Dice que al analizar la perversa moralidad nazi y las biografías de todas estas figuras se pueden extraer lecciones útiles para "la era sombría en la que vivimos". ¿Cuáles son?
—Quiero dar a mis lectores la oportunidad de formarse una opinión sobre la política actual a partir de un análisis cuidadoso de la era nazi y del fenómeno fascista que hoy en día demasiadas personas dicen que estamos viviendo. Le gente dice que vivimos en tiempos oscuros. Yo solamente les digo que se imaginen vivir en los años 30 o principios de los 40. Fue infinitamente peor. Saber más de Hitler y los nazis puede ayudarnos a entender en qué se parecen y diferencian de ellos los populistas actuales. Nos podemos proteger de miedos hasta cierto punto fuera de lugar. Lo que une a los populistas hoy en día, desde Trump a Orban, es el odio a la inmigración, no el deseo fascista de emprender una nueva guerra.
—¿La gran y abismal diferencia entre la época nazi y la nuestra es la normalización de la violencia?
—Los populistas actuales no quieren una sociedad militarizada. Hitler habría hecho vestir a la turba que irrumpió en el Capitolio el 6 de enero de 2021 con camisas pardas y botas militares. Es un fenómeno completamente diferente. Por supuesto que hay una voluntad de utilizar la intimidación, pero nada comparable a la escala de los años 20 y 30. Cada partido político de Alemania tenía una rama paramilitar.
Secretos de 4 jerarcas nazis
Reinhard Heydrich: "Procedía de una familia de músicos profesionales y era un violinista muy sutil que lloraba mucho cuando tocaba. Y aún así es el hombre que convocó y presidió la conferencia de Wannsee, donde se implementó la solución final".Heinrich Himmler: "Ha sido mitificado como una especie de figura demoníaca. Su padre fue tutor de un miembro de la familia real bávara antes de 1914 y heredó de él una especie de pedantería. Estaba obsesionado por los detalles y cuanto más poder obtuvo como jefe de las SS, más excéntricas se volvieron sus instrucciones".
Joseph Goebbels: "Un cínico total. Sabía que mentía y le daba igual. A pesar de su cercanía a Hitler, no influyó demasiado en sus decisiones. Pero su fanática adhesión al führer hizo que al final asesinara a sus propios hijos".
Hermann Göring: "Tenía un león como mascota que cogió del zoo de Berlín y que intercambió cuando era demasiado grande. Se acabó volviendo grotesco de tanto show y extravagancia —se pintaba las uñas de rojo y vestía togas romanas, como un emperador— para impresionar a la gente. Un as del aire que probablemente falsificó muchos de sus triunfos en la I Guerra Mundial".