La tribuna
Facebook: no hay segundo
No hay segundo. Este lema es muy conocido entre los aficionados a la vela, en concreto a los de la America's Cup. Es la frase que le dijeron a la reina Victoria I de Inglaterra allá por 1851 en la regata Queen’s Cup: "¿Quién va primero?", preguntó la reina. "La goleta América, Majestad". "¿Y quién va llegando segundo?", - insistió la reina, inquieta-. "Majestad, ¡no hay segundo!", le contestaron. Por eso, no hay pódium en la America's Cup. No hay subcampeón, ni tercero. El ganador se lo lleva todo: el trofeo y los honores.
Al igual que en la America’s Cup ocurre en el mundo de los gigantes de internet: no hay segundo. Los gigantes de Internet lo son porque, entre otros, uno de los efectos de la digitalización que representan sus curvas ascendentes asintóticas hace irrelevante al 'segundo' y a los demás. Y si los hay, resultan completamente irrelevantes en los nichos económicos o en el mercado global de la digitalización.
No hay dos Facebook en la redes sociales, ya no. No hay dos Twitter, ni dos WhatsApp (que además forma parte de los vasos comunicantes de datos e información del imperio Facebook, sin que muchos de sus cientos de millones de usuarios lo sepa). No hay dos Instagram, ni dos Google. Bueno, los hay, pero son irrelevantes para los miles de millones de usuarios conectados hoy, cuyo comportamiento en gran parte en la red nunca ha sido tan inconsciente, gregario, autocomplaciente e infantilizado. Cosas del funcionamiento del ingente corpus de información digital que nos envuelve y, a veces, supera y ahoga.
Zuckerberg y los monopolios digitales globales de facto
Ha sido tal la velocidad de lo que expresan las antes citadas curvas asintóticas que, a casi todos, silenciosamente, nos parece lo acontecido casi inevitable y natural, tal como acabamos de ver en la declaración de Mark Zuckerberg, y en sus respuesta a los desorientados e indignados legisladores que le han interrogado en el Senado de los EEUU. Dichos legisladores son rehenes aún de su inercia de la era industrial, cuyo mercado se basaba en la libre competencia de mercado entre empresas en cada sector tradicional de negocio. Sectores que eran y son -se supone- vigilados por reguladores institucionales en constante alerta contra monopolios que pudieran surgir, en cualquier sector de los mercados.
El No hay segundo de la digitalización del internet social de hoy, en realidad, está inducido por la emergencia de monopolios de facto en cada nicho del mercado digital global. Sus concentraciones ilimitadas en cantidad de usuarios, poder expansivo y, como consecuencia de ello, de beneficios económicos, ha hecho del mundo global virtual actual un 'mundo sin ley', conquistado casi súbitamente por nuevos pioneros que se lo llevan todo, y no dejan nada para un 'segundo' competidor que se convierte como hemos dicho, por la propia naturaleza de lo digital, en alguien completamente irrelevante.
Es comprensible y lógica la ira, producida por su propia incomprensión sobre lo que se estaba juzgando en el Comité de Judicatura y Comercio del Senado, que había requerido su comparecencia al CEO de Facebook. Algo a lo que no se podía negar, como sí lo ha hecho en cambio con parlamentarios de Europa. El senador de EEUU Lindsey Graham puso con sus preguntas a Mark Zurckerberg ante la tesitura de explicar si su empresa es ahora, efectivamente, un monopolio global digital de facto. La cosa fue así:
¿Quién es vuestro mayor competidor? (en el mercado empresarial), le preguntó en la la comparecencia el senador Graham a Zuckerberg. El CEO de Facebook, intentó contestar e incluso se esforzó visiblemente para responder a esa pregunta. Uh, senador, tenemos muchos competidores, -contestó-, ¿Y cuál de ellos es el más grande?, -insistió Graman-. Zuckerberg comenzó a mencionar categorías y fue citando a otras empresas de entre los gigantes de internet, ... Amazon, Google, Apple y Microsoft, para tratar de justificar que tenían competencia empresarial con Facebook, en varios intentos. No lo consiguió. Graham siguió inquiriendo y según la transcripción pública de la sesión, el crudo diálogo continuó, tal que así:
Una risa generalizada de fondo recorrió, tras esta última frase del CEO de Facebook, la sala de comparecencias del Senado de EEUU. Zuckerberg no consiguió, al parecer, convencer a los asistentes de que su empresa Facebook no es un monopolio de facto en su nicho, -categoría lo llama él-, del internet de las redes sociales. Pero como todos podemos comprobar, su red social sí se ha convertido en un monopolio digital en el internet global, con todas la consecuencias emergentes que ello tiene, y sin árbitros o reguladores globales, ante la inoperancia de las leyes estatales territoriales existentes al respecto.
Y ahora pregunto al lector. Imagina que eres un emprendedor que fundas una empresa, o un empresario que va a trabajar por el éxito de tu empresa en un mercado concreto. ¿Emprenderías tu aventura empresarial en un sector que esté dominado por un monopolio de facto, de una empresa relacionada con 2.000 millones de usuarios-clientes, y que no paga, gracias a su sofisticada ingeniería fiscal -y a los tolerados paraísos fiscales-, ni la décima parte de impuestos que vas a tener que pagar? O sea, que te va a hacer competencia desleal, pura y dura. Piensa entonces,... ¿cómo crees que sería para ti competir con ellos, si por las circunstancias imperantes sabes que tu empresa va a ser irrelevante en ese nicho de mercado?
Ahora, querido lector, intenta para tus adentros, contestarte a esas preguntas. Y si tu respuesta es no, yo me pregunto: ¿qué regulador global está luchando contra esos monopolios, que son inaceptables para cualquier otro sector? Y yo me contesto: ninguno. Está muy claro.
Además de otras enormes consecuencias del mal funcionamiento (global) para la sociedad, la educación, la democracia y la libertad individual de los ciberciudadanos, vamos a tener que seguir hablando y debatiendo de todo ello, largo y tendido. Hay un analfabetismo digital rampante y generalizado al respecto. Esto no ha hecho más que empezar. Pero no todo es malo. Al menos, empezamos a ser conscientes de las gruesas consecuencias de que estos monopolios hayan invadido silenciosamente nuestros "yo" y nuestras conductas digitales completas en la red, con nuestra cándida colaboración. Cuanto antes hagamos examen de conciencia al respecto y tomemos medidas, mejor.