2018: un año agridulce
Cuando comenzaba este 2018 que ahora asoma a su final, todo hacía presagiar que sería el año culmen de la transformación digital: la inversión económica parecía recuperarse, el temor inicial a los cambios tecnológicos había dado paso a la curiosidad (y la necesidad), al igual que se comenzaba a notar la evolución en los perfiles profesionales y la formación ofertada a los nuevos talentos que surgen de la Academia.
Todo eran buenas nuevas, pero el curso no ha dejado de depararnos sorpresas cuanto menos negativas. Comenzamos enero con la grave vulnerabilidad de seguridad sufrida por los chips de Intel y otros fabricantes. Seguimos con el escándalo de privacidad de Facebook y Cambridge Analytica o la convulsa (todavía a fecha de hoy) adopción del GDPR en mayo. También sumamos las multas sucesivas que ha acumulado Google en el ejercicio (principalmente a causa de la Unión Europea) o la persecución que compañías TIC han sufrido a manos del gobierno norteamericano: Huawei por un lado (a causa de saltarse supuestamente el bloqueo comercial a Irán) o Kaspersky Lab (por colaborar con el Kremlin y ser un vector de ataque ruso hacia el mundo occidental).
Y con todo ello, acabamos el 2018 en uno de los peores momentos bursátiles para los grandes nombres de la industria tecnológica. Facebook ha perdido alrededor de 119.000 millones en valoración bursátil a mediados de curso, Google se dejó a principios de año 41.000 millones pese a sus buenos resultados financieros... lo mismo ocurre con Amazon que llegó a estar 37.000 millones de dólares por debajo de su máximo de febrero de 2018. Son datos alarmantes que no deberían producirse en un contexto de marcado crecimiento de todo lo que suena a digital.
¿Recuperará el pulso bursátil el sector tecnológico en 2019? ¿O asistiremos a la constatación de un pinchazo de una burbuja, al más puro estilo de los años 2000? A favor de la visión positiva juega el hecho de que ahora sí existe un mercado que sostiene las previsiones de crecimiento de estos grandes nombres, pero el hecho de que muchas empresas digitales de gran éxito no logren ser rentables (Uber, Spotify, Netflix) provoca dudas lógicas en parte de los analistas especializados.
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