Google, del ring europeo al cuadrilátero norteamericano

Google, del ring europeo al cuadrilátero norteamericano

La tribuna

Google, del ring europeo al cuadrilátero norteamericano

22 octubre, 2020 10:30

Recibe muchos nombres -tarima brava, ring, ensogado, cuadrilátero...- pero, bajo la denominación que gusten, es el espacio acotado donde dos púgiles miden sus fuerzas. Fuera del boxeo o la lucha libre, esas pugnas suelen tener forma de demanda judicial y el particular ring suele cobrar forma como una sala de juzgado. En lo que sí son similares tanto esos deportes de contacto como muchas de las peleas legales que conciernen a las grandes compañías es que algunos de estos protagonistas parece no poder alejarse del cuadrilátero, como si tuviera algo de adictivo o una suerte de gravedad propia que provoca su vuelta una y otra vez.

En el mercado tecnológico tenemos grandes ejemplos de este curioso fenómeno. En los 90, fue Microsoft la empresa que no dejaba de luchar contra la presión regulatoria y judicial en medio mundo, el cual veía a los de Redmond como un coloso monopolístico construido en base a Windows, Internet Explorer y Office. De aquello surgieron numerosas y cuantiosas sanciones, tanto en la UE como en Estados Unidos, además de un notorio cambio de actitud y de enfoque: del cerrojo en aquellos tiempos a la compañía abierta, defensora de la ética y comprometida socialmente que conocemos hoy.

Ahora, en los nuevos años 20, la protagonista de este combate de infinitos asaltos es Google. El coloso de Mountain View lleva eludiendo el duelo en Estados Unidos durante casi una década, aunque su suerte está cambiando de forma dramática. En el año 2013, los investigadores de la Comisión Federal de Comercio norteamericana pidió presentar cargos contra el gigante de las búsquedas por abusar de su posición en este mercado, pero finalmente la agencia prefirió hacer oídos sordos. 

Pero en los últimos meses la presión sobre Google se ha redoblado. Primero, con la comisión de investigación en el Parlamento (contra esta firma y otros titanes digitales como Amazon, Facebook o Apple) que ha acabado con la recomendación de segregar muchos de estos conglomerados para evitar los monopolios que suponen. Y, más amenazante si cabe, la denuncia presentada esta semana por el Departamento de Justicia de EEUU contra la compañía precisamente por prácticas anticompetitivas que le habrían ayudado a salvaguardar su dominio absoluto en las búsquedas (70% en escritorio y 93% en móviles, según los datos a escala internacional consultados en NetMarketShare) y el consiguiente monopolio en la publicidad en internet.

Una demanda que todavía está iniciando su recorrido judicial -apenas 57 páginas plagadas de generalidades y sin especificar cuáles son las sanciones o medidas que se solicitan contra Google- en la que sí que se incluyen algunos de los puntos que el fiscal general del país, William Barr, considera claves para demostrar estas conductas ilegales del popular buscador. Todo ello bajo el paraguas de la 'Ley Sherman' que ya sirvió para fastidiarle el día a AT&T en 1974 y a la propia Microsoft entre 1998 y 2001.

La primera de esas cuestiones es la que atañe a los acuerdos sellados por Google con marcas como Apple para incorporar su buscador como opción predeterminada en todos los terminales móviles de la manzana mordida. Según Barr, este acuerdo supone limitar la libertad de elección de un buscador en estos teléfonos, aunque estos mismos acuerdos llevan siendo habituales desde hace décadas (la propia Google financió casi de manera exclusiva a la Fundación Mozilla para que su motor de búsqueda fuera Google, al mismo tiempo que competía con su propio navegador, Chrome). Por otro lado, el Departamento de Justicia critica el dominio de Google en el mercado de publicidad online y la necesidad de que las empresas que quieren tener una posición relevante en internet deban pagar -sí o sí- a esta multinacional. 

¿Tintes políticos?

Nadie puede obviar, no obstante, el momento y el tono de la denuncia. Por todos es sabida la relación tensa entre Alphabet -matriz de Google- y el presidente norteamericano, Donald Trump. Y la denuncia se formula apenas unos días antes de las elecciones presidenciales en aquel país, en medio de la pelea sin cuartel que mantiene la actual Administración con las plataformas digitales que intentan frenar ya sean las 'fake news' o las interferencias extranjeras en el proceso electoral.

El tono de la demanda que comanda  William Barr tiene, de hecho, tintes del populismo y la venganza que suelen imperar en los mensajes públicos de ese gobierno: “Hace dos décadas, Google se convirtió en el niño mimado de Silicon Valley como una empresa incipiente con una forma innovadora de buscar en la Internet emergente. Ese Google se fue hace mucho tiempo. Google de hoy es un guardián del monopolio de Internet y una de las empresas más ricas del planeta".

Sus guerras pasadas en Europa

Aunque tanto el gobierno de EEUU como algunos medios quieran vender esta contienda como la batalla del siglo, lo cierto es que Google lleva entrenándose casi a diario durante más de dos lustros para este combate. Eso sí, en un cuadrilátero radicado al otro lado del Atlántico, con epicentro en Bruselas.

No en vano, Google ha sido multada ya en tres ocasiones en la Unión Europea por sus prácticas contrarias a la competencia. Y por ahora, la puntuación de la pugna le sale muy mal al buscador: 8.250 millones de euros sumando las tres sanciones que ha recibido en los últimos años. En la mira de los reguladores comunitarios han estado los tratos de favor de Google a su servicio de comparación de tiendas online Shopping, su abuso de poder con Android o el monopolio que supone su plataforma de publicidad Adsense.

De hecho, Google tiene el dudoso honor de haber recibido la mayor sanción a una sola empresa en la historia de la Unión Europea: 4.340 millones de euros por el caso que atañe a Android. La investigación, iniciada en 2016 y culminada en 2018, concluyó que Google habría abusado de su posición de dominio y restringido el acceso a sus competidores con su sistema operativo móvil, al incorporar aplicaciones de su propia enseña de manera predeterminada en los terminales.

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