¿Se ha infectado el sentido común?
Tras casi un mes de confinamiento debido a la crisis del Covid19, el próximo martes y tras pedirlo Ciudadanos, se volverán a celebrar sesiones de control al Gobierno. Hasta la fecha, las explicaciones del Ejecutivo a la ciudadanía y la rendición de cuentas a la oposición no han brillado precisamente por su abundancia. Sin embargo, este Gobierno no ha desaprovechado oportunidad alguna, entre comparecencias y apariciones en medios de comunicación –nunca en el Parlamento– para insistir en un mismo mantra auto-exculpatorio: que esta crisis no era previsible y que ellos han actuado ejemplarmente.
Ojalá se les diera tan bien la gestión como el marketing, aunque puede que, esta vez, "doblegar la curva" del relato les sea más difícil que en otras ocasiones. Porque el hecho es que España, con uno de los mejores sistemas de sanidad del mundo y con una población responsable, solidaria y disciplinada, muestra los peores resultados comparativos con el resto de países. Dado que los españoles no sufrimos una vulnerabilidad genética que difiera sustancialmente de la de nuestros compatriotas europeos, cabe suponer que “algo” no ha funcionado.
Respecto a la "imprevisibilidad" de la pandemia, cabe destacar que el 22 de enero, la diputada de Ciudadanos Marta Martín, ya registraba una pregunta parlamentaria en la que solicitaba información sobre medidas preventivas ante la amenaza del coronavirus. También, conviene recordar que, el 12 de febrero, 21 compañías de la envergadura de Facebook, ATT, Intel, Amazon, Sony o Deutsche Telekom, habían cancelado ya su presencia en el Mobile de Barcelona, aduciendo la protección de sus empleados y clientes por el riesgo del coronavirus. Una protección que ya hubiésemos querido que hubieran tenido nuestros gobernantes con todos nosotros y especialmente nuestros mayores.
La sociedad española ya está cansada de tanta retórica "balón-fuerista" y echa de menos un mínimo atisbo de autocrítica en el Gobierno por su falta de previsión, su irresponsabilidad y su improvisación. En modo alguno ello alteraría (sino todo lo contrario) la lealtad que desde la oposición estamos mostrando, a tenor de la gravedad de la situación.
La sociedad española ya está cansada de tanta retórica 'balón-fuerista' y echa de menos un mínimo atisbo de autocrítica en el Gobierno
Ahora bien, la triste realidad es que, a menudo, ha dado la impresión que la estrategia seguida dependía de la disponibilidad de materiales. Por ejemplo, si no disponíamos de test suficientes para seguir los pasos dados por países como Alemania o Corea, se racionalizaba la situación diciendo que no era importante hacerlos. También, como había carencia de mascarillas, se argumentaba que no servían de nada y que solo debían utilizarlas los sanitarios y los infectados (muchos de los cuales, al no hacerse test, no se podía saber quiénes eran). Mas dramáticamente, la falta de previsión respecto a respiradores, llevaba a concluir que la utilización de estos con personas de avanzada edad era innecesaria, porque su situación era irreversible.
Para mayor blindaje, este Gobierno se ha escondido debajo de una cama de recomendaciones científicas que, a día de hoy, siguen careciendo de padre conocido y que -en muchos aspectos- difieren notablemente de las opiniones de organizaciones internacionales como la OMS, o de otros científicos españoles que no están a sueldo del Gobierno. La solución, para Ciudadanos y también para una inmensa mayoría de españoles -que así lo afirman en algunas encuestas-, no pasa por más actuaciones en solitario del Ejecutivo, sino por una alianza transversal, como la que Inés Arrimadas puso encima de la mesa, de la que se sienta partícipe una parte importante del pueblo español.
En enero, C's registraba una pregunta parlamentaria sobre el coronavirus. El 12 de febrero, 21 compañías habían cancelado su presencia en el Mobile
Lo que si es pertinente destacar son algunos esfuerzos de este Gobierno, que no hemos de dejar pasar por alto:
Esfuerzos como el de intentar patrimonializar la ejemplar entrega y solidaridad de la población española en general -y de los sanitarios en particular- probablemente, con la intención de promover un ambiente épico que sirviera de bandera con la que distraer a la ciudadanía de la macabra realidad.
Hasta tal extremo se ha llevado esto que, en el pasado pleno, la presidenta del Congreso hizo un receso a las 20:00 horas para que los diputados pudieran hacer el pertinente aplauso a los esforzados sanitarios (al que por supuesto nos sumamos todos los grupos), pero, eso sí, obviando dedicar un decoroso minuto de silencio para honrar a las víctimas al inicio de dicho pleno, como si las víctimas estorbaran en el relato que intentan construir. Afortunadamente, en el próximo pleno y a propuesta de Ciudadanos, dicho minuto de silencio sí se producirá.
Esfuerzo para que el estado de alarma sirva como excusa para dificultar a los medios de comunicación libres su labor, mediante la selección previa de las preguntas a realizar en las ruedas de prensa. Lo mismo sucede con el Congreso de los Diputados, donde el Gobierno y los partidos que lo apoyan optaron por limitar su labor de control, impidiendo la celebración telemática de plenos y comisiones, en tanto hacían una interpretación flexible de las normas del Parlamento para permitir el voto telemático sólo cuando les ha interesado.
Finalmente, un enorme esfuerzo de disimulo ante los intentos de sus socios de coalición de "colocar" su ideología caduca y dividir a los españoles aprovechando que el "coronavirus pasa por Valladolid". Así, mientras la parte del Ejecutivo que intenta interpretar el papel del doctor Jekyll llama a "la unidad", la parte Hyde se dedica a generar división y a reinterpretar la crisis para vender su arcadia totalitaria lanzando un “pacto por lo público” que, en el fondo, no es más que un "pacto contra el sector privado", contra un sector tan víctima de esta pandemia como el que más y que, como todos, está echando el resto. Por eso se hacen imprescindibles las llamadas a la unidad, único instrumento que podemos ofrecer a los españoles para limitar las voluntades que, desde dentro del mismísimo Ejecutivo, quieren utilizar esta crisis para alejarse de toda racionalidad económica y política.
Afortunadamente, la sociedad española está curada de espanto y sabe muy bien que, durante las crisis, es mejor estar en manos de gestores que de ideólogos, que la mejor protección social -y la única sostenible- es la que impide que los negocios se vean obligados a cerrar y, finalmente, que la mejor política en momentos como este, no es otra que la de la moderación y la sensatez.
Esperemos que el sentido común no coja el Covid-19.
*** Marcos de Quinto es diputado de Ciudadanos.