Sin embargo, lo que si podemos -y debemos- exigir al Gobierno en un momento como este son tres virtudes esenciales que deberían guiar las actuaciones de cualquier dirigente: prudencia, responsabilidad y capacidad de escucha.

Prudencia porque sus decisiones pueden comprometer de forma irreversible el futuro de nuestra economía. Responsabilidad, porque la situación de millones de personas va a depender de estas decisiones. Y capacidad de escucha, porque son muchas las voces autorizadas dispuestas a ayudar a España a afrontar la recuperación económica de la manera más sólida posible.

Hace pocas semanas el Gobierno de España finalmente revisó a la baja sus previsiones de crecimiento para este año, después de haber vivido un trimestre en el que la economía no ha funcionado como se esperaba.

Finalmente, porque ya todos los organismos económicos -desde el Banco de España hasta el FMI- habían rebajado las expectativas de crecimiento para la economía española a causa de las nuevas restricciones sanitarias generadas por la tercera ola de la pandemia y de los estragos económicos provocados por la borrasca Filomena durante las primeras semanas del año.

Es cierto que el anuncio del Consejo Europeo durante el pasado verano de la aprobación de un fondo de recuperación de hasta 750.000 millones de euros y los avances en la investigación de las vacunas hicieron que 2020 finalizase con un consenso general sobre la mejora de las previsiones de crecimiento para España en 2021.

Sin embargo, aunque todo el mundo coincidía en que este año cabía esperar una mejora de la economía, las expectativas no han sido exactamente las mismas. Y es que ya desde un primer momento muchos actores económicos avisaron de la necesidad de actuar con prudencia en la realización de las previsiones de crecimiento.

Algunos incluso alertaron al Ejecutivo de que las cifras que se estaban utilizando para la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado eran excesivamente optimistas.

Crecimiento y creación de empleo. Para volver a invertir, los empresarios necesitan poder confiar en quien está al mando. Estamos ante el mayor período de incertidumbre que nuestra generación ha conocido, por lo que es importante saber que quien maneja el timón lo hace con pericia y conocimiento.

Para volver a invertir, los empresarios necesitan poder confiar en quien está al mando

Lo hace sabiendo escuchar el consejo del resto de voces autorizadas, entendiendo la importancia de la colaboración y del trabajo en equipo, necesario para afrontar la recuperación tras la pandemia. Por eso el Gobierno debería apostar por una mayor interacción con los agentes económicos, de tal forma que estos le ayuden a marcar el rumbo correcto.

¿Y qué hay de las consecuencias que conlleva seguir a rebufo de la situación actual? La respuesta es clara: lastrar nuestras opciones de futuro. Si en pocos meses ha quedado demostrado que los Presupuestos estaban basados en una previsión poco realista, ¿cómo van a confiar los ciudadanos y las empresas en las previsiones del Gobierno? Si la idea de que todo mejorará se diluye al calor de los acontecimientos, ¿cuál será su grado de motivación?

Es nuestro deber ser optimistas y pensar siempre con ambición en el futuro y en las posibilidades de crecimiento. Pero sin dejar de lado la prudencia, especialmente quien está a los mandos, entendiendo que ante un escenario de tanta incertidumbre el trabajo en equipo es un apartado fundamental en la hoja de ruta hacia la recuperación y la transformación económica que tanta gente anhela y necesita.

*** Fermín Albadalejo es presidente de CEAJE.