La ambición de Biden de ser un presidente histórico
El presidente estadounidense Joe Biden entró en la Casa Blanca con planes robustos para superar las crisis sanitaria y económica derivadas de la pandemia, la peor en el último siglo, y en sus primeros meses en el despacho oval ya ha tomado medidas en este sentido.
Solo un puñado de presidentes han tenido que enfrentarse a una crisis de este calibre: Hoover y Roosevelt en la Gran Depresión; Johnson, con el movimiento por los derechos civiles y el asesinato de Kennedy y Martin Luther King, y Reagan, con altísimas tasas de inflación. Todos son presidentes históricos y Biden quiere ser el siguiente. No solo ve la oportunidad de conquistar la crisis sanitaria, sino también la de poner fin a la injusticia racial y a la desigualdad de ingresos.
En esta última cuestión está perfectamente alineado con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y con el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, ya que parece haber empeorado durante la pandemia. De hecho, la Fed ya ha destacado que se iban a centrar más en el mercado de trabajo frente a la inflación, aunque no solo en el desempleo: los salarios bajos, las minorías y las tasas de los trabajadores con una menor educación serán sus principales focos.
Biden ve la oportunidad de poner fin a la injusticia racial y a la desigualdad de ingresos
Asimismo, Biden se está mostrando mucho más a la izquierda que en los últimos 36 años de su carrera. Solo el tiempo dirá, pero es imaginable pensar que él siente que está atrapando una oportunidad histórica.
Después de acelerar su vacunación, sacó adelante su paquete de estímulos para combatir el coronavirus sin contar con el apoyo republicano. Lo aprendió en su etapa de vicepresidente con Obama: pasaron meses intentando negociar con el partido de la oposición la ley de cuidado de salud a bajo precio sin conseguir ninguno de sus votos a favor.
En cuanto a su plan de infraestructuras, el presidente defiende que quiere conseguir el apoyo republicano. Su propuesta está valorada en unos dos billones de dólares, que se pagarían gracias a la subida del Impuesto de Sociedades.
Por el contrario, los republicanos proponen un gasto de 600.000 millones de dólares y su plan está más enfocado en infraestructuras tradicionales, como puentes, carreteras o aeropuertos. Estos pretenden financiarlo mediante el cobro de tarifas a los usuarios. Mientras que Biden considera esto "un legítimo punto de salida", probablemente no llegue a ser un paquete conjunto.
La velocidad en la que está sacando adelante sus planes tiene más que ver con el posible cambio de control político a partir de las elecciones de 2022. Si tenemos en cuenta los precedentes históricos, en estos comicios de mitad de mandato suele vencer el partido de la oposición, que en este caso es el Republicano. En un país tan bipartidista como EEUU, los planes de Biden podrían paralizarse si los demócratas pierden su mayoría en la Cámara.
Mientras tanto, el actual mix de políticas está produciendo unas perspectivas de fuerte crecimiento para el país, si bien existe cierta preocupación sobre la inflación debido al alto gasto fiscal, pero no esperamos que sea una espiral, dadas las buenas cifras registradas en el mercado de trabajo.
En cuanto a China, se ha visto poca distensión desde que Biden llegó a la Casa Blanca. Mantener la presión sobre este adversario es una estrategia prioritaria, lo que sugiere que las relaciones solo mejorarían de forma marginal. Biden está atascado con algunas de las políticas de Trump y retirarlas le haría parecer demasiado flojo en la cuestión, si se tiene en cuenta que los demócratas ven al país asiático una amenaza tan grande como los republicanos.
Con la tecnología como mayor fuente de tensión, los riesgos permanecen para los mercados, aunque no anticipamos un deterioro grande o una escalada de las tensiones que pudiese resultar en una corrección.
Por último, el riesgo climático es una de las prioridades de su agenda, cuestión en la que vuelve a estar alineado con la Fed. La carrera por el liderazgo en este campo podría provocar tensiones tanto con Europa como con China, si bien hay escepticismo en cuanto a las medidas de este último país.
De todas formas, los inversores lo tienen claro: la inversión responsable se beneficiará de todos estos movimientos, que conducirán a amplios subsidios y una regulación para un futuro más verde.
*** Esty Dwek, estratega global macro de Natixis IM Solutions y Susan R. Olson es vicepresidenta de relaciones gubernamentales de Natixis IM.