El mercadillo de los ERTE
El autor recuerda que lo que desean los agentes sociales es crecimiento y empleo, con lo que la prórroga es un fracaso de las políticas vigentes.
El acuerdo de los ERTE expiraba a finales de mayo y Gobierno y agentes sociales han estado negociando una prórroga en un contexto difícil. La evolución de nuestra economía que se ha contraído un -0,5% en el primer trimestre y parece evidente que la recuperación no se está produciendo a la velocidad esperada. El déficit y la deuda pública aumentan de forma descontrolada y el dinero de los fondos europeos, al igual que las prometidas ayudas directas, es muy probable que lleguen tarde, cuando muchas empresas ya se hayan desangrado.
Muchas empresas aún no han recuperado su velocidad de crucero y otras siguen en cuidados intensivos con elevado riesgo de muerte. Y en una situación dramática para empresas y familias, como en otras ocasiones en España, en un ejercicio de procrastinación política, siempre apuramos hasta el último momento, a pocos días del vencimiento del marco actual de los ERTE, para decidir si se prorroga o no el actual modelo, aún sin consenso, por la voluntad del Ejecutivo de modificar el sistema de exoneraciones de cuotas.
Una vez más, se intentan a cambiar las reglas del juego a mitad de un partido donde las empresas y trabajadores van perdiendo por goleada. A pesar de ello, al final, los agentes sociales han accedido a firmar un principio de acuerdo para desatascar este asunto prioritario.
Y es que el Gobierno pensaba que los ERTE tendrían pronta fecha de caducidad, que sería una medida de alto impacto político y mediático pero de poco recorrido en el tiempo.
Sin embargo, se está perpetuando como un okupa a quien no se puede desalojar. Llevamos ya más de un año, y lo que nos queda, con las tediosas prórrogas, lo que deja al Ejecutivo en una compleja encrucijada frente a los agentes sociales y la opinión pública.
Por un lado tiene la espada de Damocles que supone el aumento del desempleo si los ERTE se transforman en ERE y, por otro, enarbola la bandera del pretendido escudo social que choca de frente con una dura realidad, la falta de recursos de unas arcas públicas que recuerdan al Titanic, haciendo aguas por todas partes mientras el pasaje intenta salvarse.
Y es evidente e intolerable el regateo al que el Gobierno ha sometido a los agentes sociales en cada negociación, escondiendo de forma soterrada, un criterio económico y no social, la falta de dinero para este tipo de cosas, aunque lo haya para otras de carácter más ideológico, en mi opinión, menos urgentes y relevantes.
Y muchos tenemos la sensación de que el cambio en las condiciones económicas, en las prórrogas, no responde a cambios en la realidad social y económica de las empresas sino a un ejercicio de ajuste con una hoja de cálculo donde se ponen y quitan cosas hasta que sale la cifra de gasto que se pretende alcanzar, como si esto fuese un mercadillo.
El cambio en las condiciones económicas no responde a cambios en la realidad social y económica de las empresas sino a un ejercicio de ajuste
Sin embargo, aquí hay dos temas clave, por una parte, la carencia de toda lógica de que lo que era válido ayer, deje de serlo mañana si la empresa sigue en la UCI. Y, por otro, que la ruina económica de muchas empresas es consecuencia de las decisiones del Gobierno, sin entrar a valorar si son o no acertadas. Por tanto, deberían ser compensadas con las ayudas que sean necesarias hasta que todo vuelva a la normalidad.
En cualquier caso, la prórroga de los ERTE no es más que un reconocimiento tácito de la ineficacia de las políticas llevadas a cabo hasta la fecha, evidenciando que ni la recuperación es sólida y que tiene diferentes velocidades para cada empresa.
Nadie quiere los ERTE sino que haya crecimiento económico y empleo que es para lo que está el Gobierno, mientras tanto, estas ayudas son un mal necesario para todos. A fin de cuentas, somos todos los contribuyentes los que financiamos el gasto público y todos los que nos beneficiamos de la recuperación y, si en vez de dar soporte económico a los que lo necesitan, se implanta un sistema cicatero y cortoplacista, será pan para hoy pero mucha hambre para mañana.
*** Juan Carlos Higueras, analista económico y profesor de EAE Business School