Priorizar las renovables con criterios de inclusión social
Este verano estamos sufriendo verdaderos estragos a nivel global a causa de la pandemia del cambio climático. Los episodios de temperaturas extremas de este junio en Canadá, con un récord histórico de 49,6ºC, y en Siberia, con 48ºC, no paran de recordarnos, día tras día, que no tenemos tiempo que perder.
Eso ha parecido entender y asimilar la Unión Europea. El miércoles 14 de julio presentó el Fit for 55, un paquete de reformas para recuperar el liderazgo global en la lucha contra el cambio climático y el crecimiento basado en la sostenibilidad.
Al objetivo de reducción de emisiones del 55% para 2030, le acompañan una batería de herramientas como el impuesto del carbono en frontera o la incorporación del sector marítimo al mercado de emisiones (ETS) y reformas de las directivas europeas como, por ejemplo, con la mejora del consumo final de energía renovable del 32% al 40% para 2030.
Al objetivo de reducción de emisiones del 55% para 2030, le acompañan una batería de herramientas como el impuesto del carbono en frontera
Este impulso no es baladí, China y EEUU han movido ficha. En España, con la futura revisión del PNIEC en 2023, seguimos teniendo unos objetivos por debajo de los definidos por la Comisión Europea, sobre todo en la reducción de emisiones (un 23% para 2030). Para ello, la electrificación de la demanda con energías renovables es la única solución y se deben incrementar los objetivos en dicha revisión.
Ahora bien, está habiendo una verdadera avalancha de proyectos que nadie ha visto venir. El sistema eléctrico español dispone de 27.574 MW de eólica, 11.736 MW de solar fotovoltaica, 17.093 MW de hidráulica y 2.304 MW de solar termoeléctrica.
Según los objetivos del PNIEC, la eólica debe incrementarse en un 83%, la fotovoltaica, que se lleva la palma, en un 234%, la hidráulica necesita disminuir un 15% y la termoeléctrica crecer un 217%. Pero no sabemos dónde ni cómo, por lo que se ha dejado a la mera rentabilidad algo que debería ir íntimamente ligado a la inclusión social.
Y es que ahora las moratorias a las renovables están de moda, florecen en la España vaciada. El creciente rechazo social se está enraizando en las regiones con mayor número de proyectos en tramitación, siendo las asociaciones ciudadanas las que se enfrentan a ellas al ver que no obtiene ningún beneficio. O porque se ven perjudicados al perder el trabajo en el campo de toda la vida porque los terrenos son arrendados para la instalación de placas.
El rechazo social contra las renovables está enraizando en las regiones con mayor número de proyectos en tramitación
Lo sucedido en el Valle del Guadalhorce y la Sierra de las Nieves, donde los vecinos se han levantado en pie de guerra para exigir la paralización de la creación de mega parques fotovoltaicos en los municipios de ambas comarcas, es solo un ejemplo del coreado lema “Renovables sí, pero no así”, que refleja la gravedad del asunto.
Se están produciendo expropiaciones a propietarios y destruyendo entornos de alto valor natural ante la escasez de medios de las administraciones públicas.
Si no hacemos nada para mejorar y regular la ordenación y no escuchamos las peticiones de la sociedad, incluyendo una mesa de diálogo abierto para sugerencias, nos estamos pegando un tiro en el pie en la lucha contra el cambio climático.
Desde la Fundación Renovables hemos presentado el informe Renovables, ordenación del territorio y biodiversidad en el que proponemos una serie de líneas de actuación en base a las numerosas problemáticas mencionadas y a otras que hemos ido recibiendo durante este último año.
Se están produciendo expropiaciones a propietarios y destruyendo entornos de alto valor natural
La primera de ellas es sencilla: crear una jerarquía que priorice la generación de electricidad distribuida por el territorio, con modelos inclusivos como pueden ser el autoconsumo fotovoltaico, individual o compartido, y las comunidades energéticas.
Teniendo en cuenta que las redes tienen una capacidad de evacuación limitada, se debe reservar un cupo de evacuación para estas alternativas de energía ciudadana allí donde se instalen grandes plantas.
Nadie quiere prohibir las grandes plantas, son necesarias para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones, pero tampoco pueden tener cancha libre para hacer lo que quieran y donde les sea más rentable.
Se ha de priorizar la hibridación en los parques eólicos con fotovoltaica, además de su repotenciación, siempre teniendo en cuenta algo que muchos reclaman: la creación, por parte de cada Comunidad Autónoma, de una planificación energética territorializada que contenga una zonificación socioeconómica y ambiental obligatoria y vinculante para la ordenación de las instalaciones a escala local y regional.
Hay que crear una jerarquía que priorice la generación de electricidad distribuida por el territorio
Antes que pregonar una moratoria hay otras alternativas regulatorias que no suponen un freno si se tiene intención de trabajar para hacer una ordenación racional.
A nivel nacional también hay trabajo que hacer. El PNIEC, centrado en fijar objetivos a 2030, debería revisarse de manera urgente para incluir una cláusula que especifique qué energía renovable es necesaria, cuánta, dónde y qué beneficios proporciona, más allá de la recaudación de impuestos que obtendrán los municipios cercanos.
Conjuntamente, es necesario modificar las Declaraciones de Impacto Ambiental para que los estudios sean sinérgicos, acumulativos y consideren la totalidad del desarrollo de un área delimitada previamente.
Una vez ordenado, se ha de involucrar a la sociedad y que los beneficios repercutan en ella y en la conservación de la biodiversidad de la zona.
El PNIEC debería revisarse para incluir una cláusula que especifique qué energía renovable es necesaria
Además de las mesas de diálogo municipales, desde la Fundación Renovables proponemos la creación de un Fondo Provincial para la Biodiversidad y Desarrollo Social (FPBDS) que, con carácter provincial, destine los fondos obtenidos de la fiscalidad a avanzar en el desarrollo social y económico y en la conservación de los ecosistemas.
Todas estas propuestas están diseñadas para no olvidarnos de la sociedad por el camino y no desligarla de la implantación de renovables. Sólo con su participación e inclusión podremos conseguir una transición energética completa en todas sus vertientes, para, además de generar valor económico, originar valor social y medioambiental.
*** Ismael Morales, miembro de la Fundación Renovables