Despiste estadístico con la recuperación del PIB
La economía española se está quedando rezagada, pero los factores que frenan la recuperación este año serán los que la impulsen en 2022 y 2023.
España se está quedando rezagada en la recuperación del Producto Interior Bruto (PIB) respecto a sus vecinos europeos. Tras la sorprendente y sustancial rebaja por el Instituto Nacional de Estadística (INE) del dato preliminar del segundo trimestre, el que se acaba de publicar sobre el tercero también ha defraudado las expectativas.
Esto significa que, aunque el crecimiento sea robusto en el último tramo del año, la media anual quedará claramente por debajo del 5% y el nivel de PIB seguirá siendo cerca de siete puntos inferior al de antes de la pandemia, cuando casi todos los demás países están recuperando ya el nivel prepandémico.
Aun así, la previsión que manejamos desde la primavera de 2020 de que España lo logre antes de que acabe 2022 permanece vigente. Todo apunta a que el PIB real crecerá más del 6% el año que viene y todavía cerca del 3% en 2023. En cualquier caso, conviene revisar a qué se debe esta peor evolución relativa y de qué dependerá que finalmente se cumplan estas previsiones, similares a la media del mercado y de los organismos internacionales.
El principal factor que explica dos terceras partes del retraso es el consumo de los hogares, que sigue un 8% debajo de 2019. El empleo casi se ha recuperado por completo, pero la renta disponible aún no y la tasa de ahorro se mantiene muy alta, probablemente por la precariedad y temporalidad laboral. También hay una parte de ahorro forzado por la falta de disponibilidad de automóviles y de otros bienes duraderos, cuyas ventas son un 18% menores que hace dos años.
La caída de la fabricación de vehículos por la carestía de semiconductores provoca que la rúbrica de inversión en equipos de transporte se encuentre más de un 30% por debajo de 2019, lastrando el PIB en casi un punto porcentual. Aquí estamos en manos de factores exógenos, que parece que lentamente comienzan a solventarse. Si todo sale como esperan nuestros expertos, el rebote de la producción será muy potente el año que viene, permitiendo que aflore la demanda latente de consumidores y empresas.
El rebote de la producción será muy potente el año que viene, permitiendo que aflore la demanda latente
Otro gran culpable de que España siga rezagada es el turismo. A pesar de la notable recuperación en los últimos meses, los ingresos por visitantes extranjeros en el trimestre apenas fueron la mitad que los dos años antes, restando punto y medio al PIB. Es de esperar que 2022 se salde con cerca del 80% de volúmenes de 2019, lo que añadiría un punto largo al crecimiento y permitiría recuperar unos 200.000 empleos directos e indirectos.
Por último, cabe destacar el lastre de la construcción residencial. Aunque en las grandes ciudades parezca que se está construyendo ya en todo el escaso suelo disponible, resulta que el INE estima que la actividad cayó un 3% en el tercer trimestre y que es un 19% inferior a antes del Covid. Pero, a la vista del rápido aumento de visados de obra nueva y de compraventas, se puede esperar que en 2023 se supere ya en 2023 el nivel de 2019, sumando más de medio punto al PIB y unos 100.000 empleos en cada uno de los dos próximos años.
Dicho todo esto, conviene recordar que la Contabilidad Nacional no es una ciencia exacta. El Producto Interior Bruto no es más que una estimación de la renta generada, en base a modelos que emplean indicadores de actividad muy parciales e imprecisos y en gran parte basados en meras encuestas, por lo tanto, sesgadas por la muestra y por factores subjetivos.
Además, a este ejercicio aproximativo se le añaden varios grandes problemas en una crisis y posterior recuperación tan peculiares como las actuales. El primero son los cambios brutales en los hábitos de consumo y en otras dinámicas económicas, que hacen saltar por los aires muchas de las correlaciones históricas.
El segundo es la modificación de los patrones estacionales, por ejemplo, en el consumo y el turismo. Es perfectamente posible que el INE no esté siendo capaz de afinar esas cifras desestacionalizadas. Otro viene derivado de la revolución tecnológica, que difumina la frontera entre la actividad y el gasto particular y profesional y no captura bien el auge del teletrabajo, el autoempleo y las microempresas.
En definitiva, España se está quedando rezagada, pero los mismos factores que frenan la recuperación este año serán los que la impulsen el que viene, cuando más se notarán además los fondos europeos.
Tenemos que acostumbrarnos al ruido estadístico y a revisiones sustanciales -al alza y a la baja- de las cifras preliminares. Por lo tanto, conviene fijarse más en las dinámicas de fondo y en niveles más que en cambios porcentuales. Y en este sentido, el diagnóstico no ha variado: al final de 2022 se habrá recuperado el PIB real de 2019, pero entonces habrá que afrontar el gran ajuste fiscal y las reformas estructurales pendientes, en plena campaña preelectoral. El camino se aventura tortuoso.
*** Roberto Scholtes Ruiz es director de Estrategia de UBS en España.