El comodín de la banca
Las subidas de tipos impulsarán los resultados de la banca y dan margen para absorber mayor morosidad. El sector tiene gran potencial en Bolsa si se esquiva la recesión.
El flujo de noticias sigue siendo muy negativo y los mercados están inmersos en la abrumadora narrativa de una recesión inexorable. Ya apenas se debate sobre su probabilidad, sino sobre su profundidad, sobre cuánto caerán los resultados empresariales y las cotizaciones y sobre y cómo posicionarse para acotar los daños en las carteras.
Sin embargo, seguimos viendo argumentos de peso para que pueda esquivarse esa recesión si no se dispara el precio del petróleo ni se corta el suministro de gas a Europa, es pertinente preguntarse qué activo podría comportarse mejor en Bolsa en este escenario. Cuando ponemos a debatir a los analistas sectoriales, la conclusión parece rotunda: los bancos.
Sus valoraciones bursátiles descuentan una crisis de gran calado que dispare la morosidad y poco del empujón a los beneficios por las subidas de tipos, de la notable mejora de solvencia de la última década y de la generosa remuneración a los accionistas. Salvo en algunas entidades con problemas específicos, ven potenciales de revalorización medios que rondan el 40%.
Si nos centramos en los bancos europeos, tienen más de 8 billones de euros en depósitos (más de lo que tienen prestado), a los que no han podido repercutir los tipos negativos excepto a parte de las empresas.
El mero hecho de que el BCE vuelva al 0% elevará, con el paso del tiempo, el margen neto de intereses en más de 30.000 millones. El triple si alcanza el 1%, aunque una pequeña parte se acabe empleando en remunerar las cuentas de los clientes.
El mero hecho de que el BCE vuelva al 0% elevará, con el paso del tiempo, el margen neto de intereses de los bancos en más de 30.000 millones
Estamos hablando de cantidades que podrían aumentar los beneficios en más de un 50% en dos o tres años y elevar, por primera vez desde la Gran Crisis financiera, el retorno medio sobre recursos propios por encima del 10%, en línea con el coste del capital. En principio, esto debería de bastar para devolver las cotizaciones de sus acciones al entorno de su valor contable, cuando ahora están a poco más de 0,6 veces.
Si utilizamos otras métricas tradicionales, en este escenario en el que no se entra en recesión, el sector en Europa cotizaría a poco más de 6x beneficios el año que viene, con una rentabilidad por dividendos del 7%. No extraña por lo tanto que cada vez más entidades estén empleando su exceso de capital en recomprar sus propias acciones, como la vía más directa de creación de valor.
Por supuesto, no hay que obviar el previsible aumento de la morosidad, pero sin dejarse llevar por analogías simplistas con crisis anteriores.
Venimos de años de crecimiento anémico del crédito, con criterios mucho más rigurosos que hace dos décadas. No partimos de una burbuja inmobiliaria y los esquemas de avales públicos (como el del ICO) lanzados en 2020 reducen el riesgo de impago, al menos a corto plazo.
Y las empresas han aprovechado la época de bajos intereses para refinanciarse a tipos fijos y plazos más largos, reduciendo su vulnerabilidad a las subidas de tipos o a cierres temporales del grifo del crédito.
En el escenario central, el aumento de las provisiones en los próximos trimestres será moderado, pequeño en comparación con el del margen de intereses. Sería mayor, pero perfectamente absorbible sin deteriorar la solvencia, en caso de una "recesión técnica" que cause una contracción leve y poco duradera de la actividad. Nada que haga pensar en que se repita la pesadilla de hace una década, en un sector mucho mejor capitalizado, regulado y gestionado.
Puede que tarde muchos meses en dar resultados, pero si tienen paciencia y buscan una apuesta que pueda dar la campanada si los nefastos augurios del mercado resultan erróneos, no den la espalda a la banca, la gran beneficiaria de las subidas de tipos.
*** Roberto Scholtes, director de Estrategia en UBS España.