La compleja gestión económica del próximo Gobierno de España
El Gobierno que se forme después de las elecciones del próximo 23 de julio (probablemente entre el PP y Vox) tendrá la desagradable tarea de aplicar austeridad para que España no siga incumpliendo el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
El Partido Popular deberá elaborar con rigor y valentía un programa de Gobierno para que España recupere su senda de crecimiento impulsada por el sector privado y su perdido protagonismo real en las instituciones europeas e internacionales.
En España el crecimiento económico previsto es mayor al esperado hace unos meses y la inflación (previsión de 4,3% para 2023) menor que el promedio de la eurozona. No depender en absoluto del gas natural ruso nos ha ayudado. Pero el 12,8% de desempleo oficial es el más alto de la UE; el paro real es más alto debido a la economía sumergida. Las ayudas concedidas por el gobierno a muchos colectivos han colocado la previsión de déficit público en el 4,7% para 2023.
Las huelgas protagonizadas o anunciadas por médicos, jueces o fiscales reclamando incrementos salariales son irresponsables: la mayoría son funcionarios con seguridad laboral absoluta y dificultará en el futuro próximo la aplicación de las inevitables recetas de austeridad.
Parte de la población en muchos países occidentales se endeuda y consume más allá de sus posibilidades. Las bajas tasas de desempleo lo fomentan. La inflación tiene muchas causas. Las cadenas de fabricación y distribución de productos y servicios son globales. Los componentes proceden de distintos países. Por ello la escasez de uno mina toda la cadena.
Las huelgas protagonizadas o anunciadas por médicos, jueces o fiscales reclamando incrementos salariales son irresponsables
Dicha carencia puede tener muchos orígenes: restricción de su uso por las autoridades, catástrofes naturales o agotamiento en caso de ser una materia prima. Los organismos internacionales y la clase política y empresarial deben tener planes de contingencia para situaciones de insuficiencia de un componente.
Las autoridades colocaron a la economía en un estado de cuidados intensivos para limitar los fallecimientos por Covid. Pero no se prepararon para la salida de la pandemia. Una población agobiada por dos años de restricciones fuertes se ha lanzado a recuperar el tiempo perdido mediante un consumo excesivo.
Por el lado de la oferta, muchos profesionales aprovecharon la pandemia para jubilarse. Tanto en EEUU como en Europa profesionales del sector del transporte (pilotos, azafatas, conductores de camiones), comercio (estibadores), restauración, sanidad y educación decidieron jubilarse o no volver al mercado de trabajo.
Una parte de la población también se ha acostumbrado al teletrabajo. Este fenómeno reduce el tráfico y las emisiones de gases invernadero. Pero dichos profesionales también adoptan la cultura del trabajo híbrido. Viajan mucho más y disminuye en algunos casos la productividad. Se cancela el efecto positivo de la reducción de viajes a la oficina.
La falta de suficientes profesionales en un entorno de mínimos históricos de desempleo en EEUU (3,5%), la UE (6%) y la eurozona (6,6%) crea situaciones paradójicas. Los restaurantes deben pedir paciencia a sus clientes para que no maltraten verbalmente a los insuficientes camareros.
Aumenta la inmigración en los países ricos de ciudadanos de países en vías de desarrollo para ocupar trabajos (agricultura, construcción, cuidado de personas mayores) que los nativos no desean hacer. Pero una parte de la población nativa resiente las ayudas concedidas y acceso de los inmigrantes y sus familias a la red pública de sanidad y servicios sociales.
En los países desarrollados no hay estadistas que establezcan un diálogo riguroso con la sociedad. Nos enfrentamos a múltiples retos complejos: mayores desigualdades de renta dentro de y entre países; la pérdida de poder adquisitivo de las clases medias; la aceleración del avance tecnológico y la desaparición de muchos empleos; el cambio climático; el terrorismo islámico; las pandemias; y las recurrentes crisis financieras.
Los partidos políticos moderados ya habían perdido apoyo y credibilidad antes de dicha tormenta perfecta. Vivimos una globalización con múltiples potencias económicas y los descritos complejos retos. Los políticos ofrecen recetas simplistas a una población sedienta de orden, estabilidad y prosperidad.
Los políticos ofrecen recetas simplistas a una población sedienta de orden, estabilidad y prosperidad
Los radicales de izquierdas prometen prosperidad mediante el acoso a las empresas y el capitalismo. Los gobiernos de Pedro Sánchez y de la mayoría de países de América Latina son un ejemplo. Los populistas de derechas prometen una vuelta al pasado mediante la expulsión o restricción de la afluencia de inmigrantes.
El ciclo de populismo de derechas se inició con el referéndum del Brexit en 2016. Lo adoptaron Donald Trump en EEUU y Jair Bolsonaro en Brasil. Los populistas de derechas del PiS gobiernan en Polonia desde 2015 y Viktor Orban y su partido Fidesz en Hungría desde 2010. Dichos países han dejado de recibir algunos fondos comunitarios por su restricción de la libertad de prensa e interferencia en la independencia judicial.
Los bancos centrales (Reserva Federal, BCE) esperaron demasiado antes de subir los tipos de interés ante los aumentos de la inflación. La Fed ha elevado los tipos en once ocasiones desde marzo de 2022. En EEUU la inflación alcanzó el 9,1% en junio de 2022 y ha disminuido al 4,9% en abril de 2023.
El BCE tardó hasta el verano pasado para iniciar su ciclo de incrementos. Diversos países de la UE aún registran tasas de inflación superiores al 10% y en abril repuntó al 7% en la eurozona.
La Fed y el BCE han dejado muy claro que no desistirán hasta que la inflación esté cerca del 2%. Deberán alzar algo más los tipos, especialmente porque la inflación subyacente (que excluye alimentos y energía) se mantuvo alta en EEUU en abril (5,5%) y UE (6,8%).
Las turbulencias en los bancos regionales en EEUU y la ralentización económica están facilitando en cierta medida la misión de los bancos centrales. Disminuye el consumo y se encarece y restringe el crédito. Pero no está garantizado el aterrizaje suave deseado por todos. Las previsiones del FMI pronostican recesiones en 2023 para Reino Unido y Alemania y una expansión anémica en Francia e Italia.
*** Alexandre Muns Rubiol es profesor de la EAE Business School