Un destacamento de policía en París ante las protestas violentas.

Un destacamento de policía en París ante las protestas violentas. Telmo Pinto, Europa Press.

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La violencia en Francia es un síntoma esperado

3 julio, 2023 02:23

De todas las definiciones que he encontrado sobre la expresión "ser un cenizo", me quedo con la que tiene su origen en el siglo XIX, cuando existía la costumbre de utilizar en las representaciones teatrales un tipo de farol llamado "cenizo" para iluminar el escenario que emitía una luz apagada, lo que se asociaba con la tristeza y la melancolía.

Los actores encargados de manejar estos faroles eran conocidos como "cenizos". Por su labor de iluminar el escenario con una luz tenue y sombría se ganaron una reputación de personas pesimistas y negativas.

Con el tiempo, la expresión "ser un cenizo" se ha popularizado en el lenguaje coloquial para referirse a una persona que siempre ve el lado negativo de las cosas o que tiende a llevar malas noticias. Llámenme cenizo.

La primera vez que hice mención a que Europa se iba a enfrentar a una revolución social en forma de graves disturbios fue el verano pasado. Desde entonces, no han faltado referencias en mi análisis a un hecho consecuencia del proceso autodestructivo que engulle al Viejo Continente, la más contundente en enero y la última en mayo de este mismo año.

Lo que está ocurriendo en Francia tiene muchas interpretaciones. La mía no va de buenos y malos. Mi análisis se posiciona en el fondo. Que las ciudades se vean arrasadas, los comercios saqueados y que se viva un estado de guerrilla urbana permanente en el que una porción de la ciudadanía sale a defender la convivencia pacífica, también con violencia, me sigue dando la razón en lo acertado de la predicción.

Se trata de que la población ha pasado de una pandemia a un infernal incremento del coste de la vida que no puede sostenerse por más tiempo

No es una cuestión racial, al menos para mí, se trata de que hay un porcentaje cada vez más elevado de la población que no quiere, que no acepta, vivir por más tiempo en estas condiciones. No se trata de un tema tampoco de Estado de derecho o de democracia, es simplemente de vida.

La marginalidad se retroalimenta de unas condiciones precarias de vida, de un acceso cada vez más costoso a servicios y a bienes básicos. No hablamos de que el lujo sea cada vez más inaccesible. Se trata de que la población ha pasado de una pandemia a un infernal incremento del coste de la vida que no puede sostenerse por más tiempo.

La moralidad mantiene una lucha fratricida con la economía de mercado que se demuestra en un estudio publicado por el Instituto Nacional de Estadística galo (Insee), en el que se avisa de un insoportable incremento de la cesta de productos básicos en Francia.

El error clásico, que se está viendo en la campaña electoral en España, es tomar por tonto al pueblo y atribuirse el mérito político de “haber doblegado la inflación”. Lamentablemente esto no es así. En una clase en la universidad, un alumno me preguntó que entendía la formulación pero no el concepto de inflación y lo que hice fue explicarle que los precios son como los michelines a los cuarenta, cuando se asientan ya no se van. Si los precios en España han desacelerado su incremento al 1,9% mensual, lo hacen sobre toda la grasa acumulada que no ha desaparecido.

No justifico en nada la violencia. Detengan su pensamiento si creen que de mi análisis se llega a esa conclusión, pero entiendo la rabia de la gente que dice "ya está bien". Francia no es la primera muestra violenta del descontento y mantengo lo que vengo diciendo, la segunda parte del año va a ser peor. Incluida España si hay cambio electoral en los términos que se esperan.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo.

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