Iberoamérica importa más que nunca en el mundo
Iberoamérica necesita al mundo y el mundo necesita a Iberoamérica. Ese mundo del futuro (que ya es presente) incluye tres grandes retos: la revolución tecnológica, la nueva geoestrategia y el cambio climático. Y no hay respuesta a estos desafíos sin tener en cuenta a la región. Empecemos por el final, una transición ecológica que es determinante. Como decía una querida amiga, “hay dudas sobre si el planeta puede sobrevivir a los humanos, pero sin duda lo conseguirá.
Eso sí, será otro planeta. Lo que está claro es que los humanos no podemos vivir sin este planeta”. Y Latinoamérica posee elementos esenciales para preservar los equilibrios medioambientales globales (la Amazonia o la selva del Petén). Y también posee en abundancia materias primas imprescindibles, agua, sol y otros recursos naturales como el litio, necesarios para impulsar un nuevo modelo industrial y energético basado en renovables y, en especial, en el hidrógeno verde.
Y en este proceso la geoestrategia importa. En el nuevo orden mundial, Europa tiene que desempeñar un papel muy activo para no dejar el debate sólo en manos de EEUU y China. Porque solo tenemos un planeta, y por tanto, la solución debería ser una. Se necesita un consenso en esta fundamental materia medioambiental, y en este camino será muy importante la conferencia sobre cambio climático de la ONU COP28, que se celebrará a finales de este año en Emiratos Árabes Unidos.
En este entorno, España cobra especial relevancia. Como actor en Europa y como vínculo con Iberoamérica, tanto para defender los temas relevantes que deben estar en la agenda como para ayudar a canalizar inversiones que aceleren estos temas estratégicos.
Esta semana se ha celebrado la cumbre UE-CELAC, en la que, en mi opinión, lo importante no son sólo las conclusiones alcanzadas, sino el hecho de que se haya retomado el diálogo. Y espero que España luche para que no vuelva a quedarse orillado durante otros ocho largos años. La Unión ha elevado su apuesta por una región que a la que otorga importancia geoestratégica, especialmente ante el avance de China en el área: el comercio entre el gigante oriental y Latinoamérica superará los 700.000 millones de dólares en 2035, más del doble que en la actualidad en 2023.
El comercio entre el gigante oriental y Latinoamérica superará los 700.000 millones de dólares en 2035
Y, en este contexto, necesitamos que España sea la voz de Iberoamérica y pugne por acuerdos estratégicos e inversiones. Porque nuestros valores europeos y nuestras necesidades tienen que ir acompañadas de acuerdos e inversión. Hemos de abandonar retórica e inacción desde la UE, ‘borrar’ la frase tantas veces repetida en Latinoamérica de que “Europa nos da discursos y China nos construye carreteras”. Los acuerdos tienen que asentarse en el cimiento de la confianza y los valores, pero también en las decisiones, los compromisos y el apoyo financiero.
España como puente
España también tiene un papel muy relevante como puente para esas inversiones estratégicas que vemos que ya están llegando a la región y para edificar una sólida alianza UE-Iberoamérica. Y ello en un momento en el que los actores con interés en el área no son ya solo EEUU, Europa y China. El ‘cortejo’ se ha ampliado y vemos cómo la India, Corea del Sur, Japón y ahora también Emiratos Árabes Unidos y otros países del Golfo, quieren estar presentes y ganar influencia en una zona. Y es que lejos de ser un lugar periférico, sus riquezas naturales (claves para impulsar una nueva matriz productiva sostenible medioambientalmente) y su privilegiada posición geoestratégica convierten a Latinoamérica en un enclave determinante.
España tiene la oportunidad, en esta estrategia de mayores vínculos estratégicos, de aportar la experiencia de sus empresas, de sus directivos y de sus ciudadanos. Unos ciudadanos, por cierto, que incluyen un vínculo enorme con la región, ya que hemos tenido la suerte de ser el país elegido para la emigración en los últimos años y también ahora para la educación de los hijos de las élites latinoamericanas y como lugar de segunda residencia o de segunda nacionalidad para las mismas.
El ‘cortejo’ se ha ampliado y vemos cómo la India, Corea del Sur, Japón y ahora también Emiratos Árabes Unidos, quieren estar presentes
Cada vez más ejemplos evidencian ese creciente potencial e importancia de Iberoamérica para el mundo. Sin ir más lejos, 2022 fue un año donde la inversión extranjera directa (IED) retrocedió mundialmente y, sin embargo, creció en América Latina, y con vigor, alcanzado un registro histórico y el mayor experimentado en todas las regiones en desarrollo. El incremento de la demanda de productos básicos y minerales esenciales impulsó un aumento de la IED que alcanzó el récord de 224.579 millones de dólares (+55,2%) según Comisión Económica para Latinoamérica (Cepal), y de 208.000 millones de dólares, un 51% más que el año anterior, según la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (Unctad). Un incremento que contrastó la reducción del 12% de la IED a nivel global. La IED a la región no superaba los 200.000 millones de dólares desde 2013.
Se trató, asimismo, de un fenómeno de alcance regional general, con muy escasas excepciones: Brasil fue el país que captó más flujos de inversión, con un aumento de la IED del 70%, a 86.000 millones, según Unctad y del 97%, a más de 90.000 millones, según Cepal. El segundo mayor receptor fue México, que registró subidas de entre el 12% y el 16%, según fuentes. Incluso se dio a otra escala en el Caribe: la República Dominicana lideró la entrada de flujos con 4.000 millones de dólares. Y Sudamérica fue la subregión que encabezó el aumento de la inversión exterior, con entre un 82% más que en 2021.
Día de Iberoamérica
Cerca de la mitad de estos recursos fueron de empresas que ya operaban en los países, lo que indica una vocación de permanencia y apuesta de largo plazo. El segundo componente, con un 36% de las entradas, es de “aportes de capital”. Lo que confirma el renovado atractivo que la región posee para empresas que entran por primera vez.
Además, se trata de una apuesta no vinculada solo a las ‘commodities’, sino también a la modernización de las estructuras económicas: los servicios concentraron la mayor proporción de las inversiones (54%) junto con la manufactura (30%) por encima de los recursos naturales. Cabe destacar en esa senda de modernización que, si bien la inversión en hidrocarburos y en el sector automotriz superó a las energías limpias, el sector de las renovables avanza rápidamente y se proyecta cono esencial para hacer una contribución a la descarbonización del planeta.
Iberoamérica, además, sigue manteniendo fuertes sus lazos con el resto de un Occidente al que pertenece, más allá de la fuerte presencia de China. De hecho, con respecto a los países origen de la IED, Estados Unidos y la Unión Europea (y dentro de la UE, España y Países Bajos) se mantienen como los principales inversores en Latinoamérica. EEUU incrementó sus inversiones en un 46% con respecto a 2021, mientras las de la UE crecieron un 20%. La región es, asimismo un reservorio de los valores democráticos, con una amplias si bien heterogéneas clases medias y un sector empresarial innovador.
En resumen, sin Iberoamérica, cuyo día se celebra hoy, el mundo del siglo XXI no se puede ni diseñar ni llevar a efecto: es una región clave en la lucha contra el cambio climático y para el mantenimiento de la biodiversidad gracias a biomasas como la Amazonia. Es una zona estratégica, al poseer importantes materias primas claves para el desarrollo de la IV Revolución Industrial en la que está inmerso el mundo. Y es una zona vital desde el punto de vista político para preservar los valores democráticos. En definitiva, más que nunca, Iberoamérica importa y no solo a los latinoamericanos, sino al resto del mundo.
*** Núria Vilanova, presidenta del consejo empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI).