El PIB de España avanza hacia atrás
Primera noticia: España, asegura el Fondo Monetario Internacional en su último informe con indisimulada satisfacción, crecerá por encima de lo ya previsto en este 2023, si bien únicamente merced al efecto galvanizador del turismo extranjero sobre su cuadro macroeconómico. En concreto, estima el Fondo que lo hará a una tasa del 2,5%, porcentaje de que convertirá a nuestro país en el que mejor desempeño muestre en cuanto a la evolución de ese indicador, el PIB, entre las demás economías nacionales de su entorno.
Segunda noticia: España, y según los datos contenidos en la Encuesta de Población Activa correspondiente al segundo trimestre de 2023, ha creado durante la primera mitad del año en curso una cifra récord de 603.900 empleos, magnitud jamás vista en la serie histórica, una medición oficial cuyo origen se remonta a 2002.
Consecuencia de lo anterior, el paro registrado acaba de bajar hasta el 11,6 % de la población activa, nivel desconocido en el país desde cinco minutos antes del estallido abrupto de la burbuja inmobiliaria en 2008. Huelga decir que los dos territorios que más están tirando de la creación de empleo resultan ser, cómo no, Baleares y Cataluña, los enclaves turísticos por excelencia de la Península.
Tercera noticia: España, y a tenor de los microdatos de la EPA analizados por el Observatorio Demográfico de la Universidad CEU-San Pablo que dirige Alejandro Macarrón, ha asignado a trabajadores nacidos fuera de su territorio 95 de cada 100 nuevos empleos creados por la economía durante los últimos 12 meses.
Lo mismo dicho de otro modo: apenas 5 de cada 100 puestos de trabajo generados en España tienen como destino final el ser ocupados por algún ciudadano español de origen. Y una tercera manera de verlo: desde hace dos décadas, los españoles autóctonos únicamente pueden acceder a los empleos ya existentes con anterioridad que van dejando libres otros españoles autóctonos en el momento de jubilarse, exclusivamente a esos.
En España se produce hoy exactamente lo mismo en términos de valor añadido que hace 18 años
Cuarta noticia: España, y según se desprende de los valores numéricos obtenidos tras eliminar el efecto engañoso causado por la inflación sobre la evolución del PIB a lo largo de los últimos lustros, sigue mostrando un estancamiento crónico - la parálisis absoluta se remonta a 2005- de su PIB real per cápita. Lo que significa que, si lo medimos por habitante, en España se produce hoy exactamente lo mismo en términos de valor añadido que hace 18 años.
En 18 años consecutivos, pues, no hemos dado colectivamente ni un solo paso hacia delante, ni uno, en cuanto a la mejora de la eficiencia de nuestro sistema productivo.
En idéntico lapso temporal, Alemania ha incrementado su PIB real per cápita en un 19,3%, Bélgica en un 11,3% y Francia en un 7,2%. Sólo Grecia e Italia, en la Unión Europea, han logrado coronar resultados peores que los nuestros, Grecia con una disminución del 15% e Italia, a su vez, con una caída del 4,9 % desde la sustitución de la lira por el euro. A nadie más le ha ido peor.
Quinta noticia: España, según las últimas proyecciones poblacionales difundidas por el INE, recibirá a lo largo del próximo trienio un promedio de medio millón de nuevos inmigrantes legales cada 12 meses, la gran mayoría de ellos de origen extracomunitario.
Previsiones
Una previsión a corto plazo, esa del INE, que supera las cifras al respecto incluidas en el informe España 2050, un documento elaborado por el ministerio de Escrivá y avalado en su día por el presidente Sánchez de modo expreso, cuyo contenido indica que el saldo neto de nuevos inmigrantes alcanzará un promedio de 255.000 anuales durante los próximos 27 años, lo que elevaría a un total de 6,9 millones de trabajadores adicionales las futuras incorporaciones de foráneos al mercado de trabajo.
Recapitulación sintética de todo lo hasta aquí enunciado: España fundamenta el grueso de su crecimiento económico presente y futuro en la capacidad del país para atraer a cada vez más y más trabajadores extranjeros con rumbo al interior de sus fronteras nacionales.
Por una parte, millones de extranjeros, todos ellos procedentes de los países ricos, que vienen y seguirán viniendo con el deseo de ser servidos durante sus periodos de ocio vacacional por trabajadores que ejercen en sus localidades de destino.
Por la otra, millones de extranjeros, todos ellos procedentes de los países pobres, que vienen y se espera que sigan viniendo con el objetivo de que atiendan a los primeros en restaurantes, hoteles, bares, discotecas y otras ramas de actividad relacionadas con los sectores comerciales minoristas. Millones que vienen a ser servidos y millones que vienen a servirles.
¿Qué sentido lógico tiene este estado de las cosas?
Y mientras tanto, los cada vez más sobrecualificados jóvenes españoles de la clase media seguirán aplazando su entrada definitiva en la vida laboral por la vía de ir acumulando másters, cursos de posgrado y estancias para aprender idiomas en el extranjero, además de segundas o terceras carreras, todo ello con la esperanza vana de acceder algún día a las soñadas ocupaciones de calidad y bien remuneradas que el sistema productivo español simplemente no genera.
¿Qué sentido lógico tiene este estado de cosas? ¿Qué sentido tiene seguir pensando a estas alturas con la mentalidad desarrollista propia del tardofranquismo, cuando éramos un país lleno de antiguos campesinos sin escolarizar para los que urgía crear como fuese millones de empleos no cualificados? En puridad, ninguno.
España, su economía, es como un hámster que recorre miles de kilómetros al año dando vueltas a la rueda que hay dentro de su jaula. Acumula, sí, miles de kilómetros y hasta es posible que logre batir con el paso del tiempo sus propios récords de temporadas anteriores, pero no va nunca a ninguna parte ni avanza medio metro siquiera, porque el pobre hámster siempre permanece en el mismo punto de partida.
El filósofo polaco y célebre disidente del marxismo, Leszer Kolakowski, inmortalizó en uno de sus libros el grito imperativo que en cierta ocasión pronunció en su presencia un conductor de tranvía de Varsovia. “¡Avancen hacia atrás!”, ordenó el hombre a los desconcertados pasajeros. Avanzar hacia atrás, lo mismo en que anda nuestro PIB.
*** José García Domínguez es economista.