El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño EP

La tribuna

Permacrisis: un balance económico de 2023 y qué esperar para 2024

27 diciembre, 2023 02:41

Es propio de estas fechas próximas a final de año hacer balance de nuestra economía y poner los acontecimientos y los datos en perspectiva. También es lógico, como hacemos en la vida, elaborar una lista de deseos, retos y buenos propósitos para el 2024.

Esta es mi última tribuna del 2023 y su intención no es otra que la de ver dónde estamos, cómo nos ha ido y que deberíamos esperar para el próximo año.

La coyuntura económica y política de estos últimos doce meses ha sido, como lo fue el año inmediatamente anterior y será el que en unos días comienza, difícil. Es lo que los economistas han bautizado como Permacrisis.

Un palabro que, como su nombre indica, está vinculado a la presencia constante de una crisis, es decir, cuando una crisis económica trae cambios estructurales irreversibles que afectan a toda la sociedad y se configuran como un estado de permanencia. Por tanto, no hablamos de una crisis coyuntural, sino de un estado crónico que produce cambios profundos en la economía y en la sociedad, afectando a la calidad de vida de las personas ya que sus efectos se sienten a largo plazo.

La percepción que tenemos muchos es que desde la pandemia por la Covid en 2020 no levantamos cabeza, ¿verdad? Cuando no fue por la alerta sanitaria, la congelación total de la economía y la ruptura de las cadenas de suministros globales ha sido por la invasión rusa de Ucrania, la crisis de los precios energéticos, la inflacionaria y la actuación de los bancos centrales endureciendo sus políticas monetarias. Las economías han ralentizado sus crecimientos, se ha encarecido la vida, falta ahorro e inversión que dificulta la creación de empleos y el impulso de nuevos negocios.

La percepción que tenemos muchos es que desde la pandemia por la Covid en 2020 no levantamos cabeza

Y al cóctel anterior sumemos que los fondos europeos Next Generation aún no reflejan impacto en el crecimiento, hay otro foco más de tensión en Oriente Medio, ese conflicto entre Israel y Gaza que vuelve a despertar con una crisis humanitaria y con bombardeo de buques cargueros en el mar Rojo por donde pasa el 12% del comercio marítimo mundial. Tampoco debemos olvidar los fenómenos migratorios o el desafío que supone la Inteligencia Artificial… un no parar de sustos ni un día sin su ‘otro momento histórico’.

Podríamos decir que la economía española ha vivido un 2023 de más a menos demostrando un comportamiento mejor de lo esperado inicialmente y cerrando aproximadamente con un crecimiento en el 2,3% para el conjunto del año. No obstante, la tendencia a lo largo del año ha sido de ralentización (trimestre a trimestre lo vemos), en línea con el estancamiento del empleo, el empeoramiento de los indicadores adelantados de manufacturas y servicios o las exportaciones, incluidas también las correspondientes al turismo.

Con todo y con eso, el comportamiento de la economía española ha sido claramente más positivo que el de sus principales socios comunitarios. Y este diferencial a favor se ha debido, entre otros factores, a una recuperación más retrasada respecto a los niveles precrisis, una composición sectorial con un mayor peso de los servicios, un menor impacto de la política monetaria y, sobre todo, al consumo de los hogares que han aguantado el tirón inflacionista utilizando una significativa parte de su renta disponible para ahorrar y para reducir su endeudamiento ante la subida de los tipos de interés.

Podríamos decir que la economía española ha vivido un 2023 de más a menos demostrando un comportamiento mejor de lo esperado 

Pero no lancemos las campanas al vuelo porque hay un dato importante, en mi opinión, que es bastante preocupante: el progreso económico de España está estancado, y una magnífica muestra de ello es que la brecha entre la renta per cápita española y de la eurozona es la misma que en 1995. Son 28 años, por lo tanto, de progreso perdido en los que todos los avances registrados durante los periodos de bonanza han sido totalmente contrarrestados por las diversas crisis.

“La clave está en la baja productividad, y dentro de ese factor destaca la caída en las horas trabajadas”, aseguran desde el instituto de Estudios Económicos. “La mejor forma de elevar los niveles de productividad y acercarlos a las cotas europeas es invirtiendo más”, advierten.

Y llegamos al punto de la esperanza, el de los deseos y los retos para 2024. Seré cauta y también breve, porque el contexto en el que nos manejamos sigue siendo de gran incertidumbre. En un escenario central sin shocks adversos, es previsible que a lo largo de 2024 la inflación se reconduzca hacia tasas más cercanas a los objetivos de los bancos centrales, no se produzcan más subidas de los tipos de interés y la economía mundial retome una senda de crecimiento más robusta. Esto beneficiaría los fundamentos del consumo, la inversión y la exportación, y, en consecuencia, la economía española debería ir ganando dinamismo a lo largo del ejercicio.

Si a esta coyuntura macroeconómica pudiéramos sumarle el compromiso de las autoridades españolas para cumplir con la disciplina fiscal que imponen las nuevas reglas fiscales aprobadas por Bruselas, la ejecución de la agenda reformista que tenemos comprometida y la absoluta necesidad de implementar políticas económicas que fomenten la inversión empresarial y que, al mismo tiempo, eliminen cualquier obstáculo en el entorno que pueda desincentivar dicha inversión -como es la inseguridad jurídica- , tendríamos el año hecho con permiso de cualquier ‘cisne negro’.

Con mis mejores deseos para 2024.

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