Las empresas han resistido mucho mejor de lo esperado las numerosas turbulencias
Los distintos eventos que han sucedido desde 2020 han supuesto un desafío sin precedentes para las empresas europeas. La pandemia no solo trajo consigo un enorme batacazo para el crecimiento económico, sino que tras ella comenzó una espiral inflacionista consecuencia de los cuellos de botella en las cadenas de producción global. Posteriormente, esta situación se vio agravada, especialmente en Europa, por el aumento de los precios de la energía consecuencia del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.
Esto llevó a los bancos centrales a implementar una de las mayores subidas de tipos de la historia. Sin embargo, ni el más optimista de los analistas económicos hubiera pronosticado con esta sucesión de eventos un desempeño de las empresas tan favorable. De forma inicial, tras el estallido de la pandemia, sí se observó un repunte de los impagos en los bonos corporativos. Sin embargo, desde finales de 2021 se han mantenido en niveles muy reducidos, incluso por debajo de la media histórica.
Las ayudas a los hogares para rebajar el impacto de la subida de precios permitieron mantener el consumo a flote
Las razones que explican esta evolución son múltiples y de naturaleza muy distinta. En primer lugar, cabe destacar el extraordinario punto de partida de las empresas. De forma previa, se vivió un periodo de expansión monetaria sin precedentes (abundante liquidez y tipos de interés en el entorno del 0%) que permitió a las empresas acopiarse de liquidez, emitir a plazos largos evitando acumulación de vencimientos y presentar un coste medio de la deuda en niveles mínimos. Las empresas también partían de unos niveles de apalancamiento razonables.
Por otro lado, a diferencia de crisis previas, el sector público absorbió la mayor parte del daño de estos sucesivos eventos, suponiendo un importante incremento de la deuda pública. Las ayudas al sector empresarial han sido múltiples: préstamos en condiciones favorables (como los préstamos ICO en España); en Europa, el SURE prestó 100.000 millones de euros a los estados para financiar los ERTE, que la Comisión estima que protegió 42 millones de empleos hasta diciembre de 2022; tras el estallido del conflicto bélico, las ayudas a los hogares para rebajar el impacto de la subida de precios permitieron mantener el consumo a flote y evitar una recesión de mayor calado, etc.
A pesar de las distintas dificultades, se ha conseguido mantener un entorno de crecimiento económico
De hecho, el propio BCE, durante el proceso de restricción monetaria, especialmente a principios de 2023 cuando la elevada inflación no remitía, advertía a los gobiernos de que era necesario reducir los estímulos fiscales si se quería conseguir el objetivo de reducir la inflación.
Por último, tampoco se puede obviar la rápida reacción que han tenido los bancos centrales a cualquier episodio de estrés financiero, evitando deterioros sistémicos. Por ejemplo, el BCE nada más estallar la pandemia puso en marcha el PEPP, un programa de compras de deuda que permitió contener los diferenciales de deuda de países como Italia o España; o la rápida reacción que tuvo la FED en marzo de 2023, suministrando liquidez, para evitar una cadena de quiebras bancarias en EE. UU. tras la caída del Silicon Valley Bank.
Las señales en este inicio de 2024 son positivas. La liquidez existente en el sistema continúa siendo abundante
En definitiva, a pesar de las distintas dificultades, se ha conseguido mantener un entorno de crecimiento económico con el mercado laboral en la mayoría de los países cerca del pleno empleo, fuente clave para el sustento de rentas. De este modo, la supervivencia empresarial siempre es mucho más probable.
Durante los próximos 36 meses, los vencimientos de deuda de las empresas sí aumentarán de forma significativa y si los tipos de interés permanecen en niveles elevados, aquellos eslabones más débiles pueden tener dificultades para refinanciar su deuda. No obstante, las señales en este inicio de 2024 son positivas. La liquidez existente en el sistema continúa siendo abundante y una vez los inversores ya han dibujado el techo para los tipos de interés por parte de los bancos centrales, las nuevas operaciones de deuda se están realizando en condiciones favorables y con una elevada demanda por parte de los inversores.
En todo caso, las empresas deben continuar manteniendo colchones de liquidez suficientes y adoptar estructuras financieras prudentes. En futuras crisis será complicado que el sector público pueda ofrecer respuestas tan contundentes, ya que el margen del que dispondrán para endeudarse será probablemente menor.
*** Salvador Jiménez es profesor de Afi Escuela.