Kazuo Ueda, gobernador del Banco de Japón EFE
Ya no hay países con tipos de interés negativos
En un contexto global de ansiosa espera para que las políticas monetarias pivoten a un ciclo de bajadas hay un país donde los tipos de interés suben. El Banco de Japón (BOJ) anunció la semana pasada un incremento en el tipo de interés de referencia del -0,1% a un rango del 0%-0,1%. Este aumento significa que ya no quedarán países con tipos de interés negativos.
Hay que remontarse a 2016, cuando el BOJ redujo la tasa por debajo de cero en un intento de estimular la estancada economía del país. Se pone punto y final a una política que ha estado vigente ocho años, una larga etapa en la que los ahorradores japoneses han tenido que pagar por depositar su dinero en los bancos.
La llegada de la inflación ha llevado al BOJ también a abandonar una política conocida como control de la curva de rendimiento (YCC), que consistía en comprar bonos del gobierno para controlar las tasas de interés.
No son sólo los precios, la subida de los salarios ha sido quizás el elemento más relevante para que el gobernador Kazuo Ueda adoptase este cambio tan significativo. Recientemente, las empresas más grandes de Japón acordaron aumentar los salarios en un 5,3%, el mayor aumento salarial en más de tres décadas.
Conviene recordar que los salarios se habían estancado desde finales de la década de 1990 a medida que los precios al consumidor subían muy lentamente o incluso bajaban, una etapa recordada como la gran deflación japonesa.
Pero nada dura eternamente. Los ciudadanos del país del sol naciente siempre tan ortodoxos miraban espantados cómo el elevado incremento del coste de la vida caía producto de una evolución de los precios a la que no estaban acostumbrados.
Curiosamente, esta misma semana el Banco de España señaló que los españoles no recuperarán el poder adquisitivo perdido en esta etapa de alta inflación hasta como mínimo 2025. Japón se rebela, España se resigna.
La realidad es que la inflación ha sido un impuesto tan o más cruel comparado con los que nos tiene acostumbrado nuestra clase política. Los convenios han posibilitado minimizar esa pérdida de poder adquisitivo para una porción de los trabajadores, pero todos los ciudadanos fuera de negociaciones colectivas la han perdido de forma irremediable.
Esto demuestra que la solución a los desequilibrios no es alterar el ciclo natural de la política monetaria como ahora se pretende forzando a una bajada tan innecesaria como igualmente lo fue mantener tanto tiempo el precio del dinero en negativo.
