Marina, superviviente del atentado de Moscú: "Sí, fue ISIS, pero las autoridades han hecho la vista gorda"
Una experta en seguridad que asistió al concierto en el Crocus City Hall explica a EL ESPAÑOL cómo la tardanza en llegar de la policía rusa acabó con muchas vidas que se podrían haber salvado.
24 marzo, 2024 02:04Antonio y EL ESPAÑOL han estado más de una hora intentando contactar por teléfono. No es que las comunicaciones funcionaran bien la noche del viernes tras el atentado en el Crocus City Hall, pero los cortes del sábado se han vuelto paralizadores. Se han detectado inhibidores por todo Moscú, y es difícil conectar un punto de la ciudad con otro: "Lo están regulando todo. Lo están oyendo todo", dice suspicaz, después de una noche sin pegar ojo por el ruido ensordecedor de los helicópteros volando bajo.
El vallisoletano, que vive en Rusia y habla el idioma del país, lleva las últimas horas pegado a la televisión local junto a su compañero Blav. Dos conocidos de Blav fueron al concierto de Piknik, y no sabe nada desde entonces. Los presentadores alimentan las sospechas de que Ucrania está involucrada en el atentado reivindicado por el Estado Islámico del Gran Jorasán (ISIS-K), y difunden la idea de que los terroristas salieron de Kiev y emprendieron el camino de regreso tras la masacre. De hecho, las autoridades rusas afirmaron haber detenido el sábado a 11 sospechosos a medio camino entre Moscú y Ucrania, en la región de Briansk.
El Gobierno también es partidario de esta tesis. En un discurso televisado, el presidente Vladímir Putin dijo el sábado: "Intentaron esconderse y se dirigieron hacia Ucrania, donde, según datos preliminares, les habían preparado una ventana desde el lado ucraniano para cruzar la frontera estatal". Dmitri Peskov, el secretario de prensa del Kremlin, ha declarado a Rusia "en estado de guerra" y ha advertido de que Kiev tendrá que pagar las consecuencias si se descubre que ayudó a los terroristas.
La ciudadela del Kremlin desde la que compareció Peskov está ahora cerrada al tránsito, como también lo están la plaza Roja y los grandes museos de Moscú y otras ciudades. "La gente en Rusia está muy confundida", dice Antonio. Los rusos "están comprometidos con las víctimas: los centros de salud están arrebatados de gente que quiere donar sangre, y varios supervivientes que conozco han ido a la policía a explicar con pelos y señales lo que vieron en el Crocus City Hall". "Pero, sobre todo, están enfadados", reconoce.
Según cuenta, algo de lo que todo el mundo habla desde la noche del viernes es la tardanza en llegar de las autoridades a la zona del atentado. "Nadie se lo explica: tardaron una hora en acudir", explica. El español pone al periodista en contacto con Marina, una superviviente que se salvó "por los pelos" de la muerte. Marina tuvo la suerte de haber comprado su entrada para ver a Piknik desde una butaca al lado de la salida.
"Con el primer disparo, me salí con tres chicas", explica. Al otro lado de la puerta había un hombre, sin armas, pero con una "pinta sospechosa". "Nos dijo: «Corred hacia el hall». No nos transmitía ninguna confianza, e hicimos lo contrario. Corrimos a escondernos al baño. Desde allí, poco después, escuchamos varias ráfagas que venían del vestíbulo", detalla.
Marina trabaja en el sector de la seguridad para una empresa privada, y comparte las dudas de tantas otras personas en Moscú. "Es como que las autoridades han hecho la vista gorda", expresa con precisión en castellano. "Sí, habrá sido un atentado islamista, pero no es normal que tardaran tanto tiempo en llegar al recinto. Ayer no se veía un policía alrededor del Crocus, y pasó mucho tiempo sin que viniera nadie. Lo peor es que, hasta que no llegara la policía, no dejaban que los bomberos apagaran el incendio. En el edificio en llamas había mucha gente, ¿a qué esperaban?", lamenta. Y deja escapar una teoría: "Podría ser para dejar que se quemaran las cámaras".
Tanto dentro como fuera de Rusia, las conspiraciones sobre el atentado del Crocus City Hall no dejan de crecer. Ante tanta incertidumbre, cualquier tesis encuentra adeptos por pocos indicios que la respalden. A Marina, que ha ido voluntariamente a declarar a la policía, le choca que esto pasara en una ciudad hipervigilada como la capital rusa. "Moscú está repleto de sistemas de vigilancia pública y de seguridad —cámaras, biométrica—", explica. El pasado fin de semana, cualquier ciudadano tenía que pasar tres controles para acceder a los colegios electorales y votar a su candidato a presidente.
En la misma sala de conciertos del atentado, a Antonio le sorprendieron los "tantísimos" controles de seguridad para ingresar al recinto. "Me pidieron de todo, me cachearon entero, me hicieron sacar de mi bolsillo hasta el último rublo que tenía suelto", explicó el sábado a EL ESPAÑOL. "Estas herramientas fueron las que permitieron a la policía, por ejemplo, abrir causas penales a las personas que fueron a depositar flores por Alexei Navalny hace unas semanas. Si se consultaron las cámaras con ese objetivo, ¿cómo se pudo dejar pasar que un coche con varias personas armadas circulara a sus anchas por esta ciudad?", pregunta Marina.