Netanyahu se fija nuevos objetivos: llevar la guerra a Cisjordania y controlar el corredor de Filadelfia
El dirigente israelí fija la frontera entre Gaza y Egipto como "imperativo estratégico" porque, sostiene, es la puerta de entrada de armas de Hamás.
6 septiembre, 2024 02:35"Estamos cortando el césped". Es la expresión que el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, ha empleado para describir la incursión a gran escala que su Ejército está llevando a cabo en Cisjordania. Bautizada Campamentos de Verano, se trata de la mayor operación militar en el territorio desde hace dos décadas, desde la Segunda Intifada.
Dura ya diez días, ha dejado 36 muertos -según las autoridades palestinas-, y no parece que vaya a acabarse pronto. "Llegará el momento en el que arrancaremos las raíces", ha añadido Gallant antes de detallar que, para "prevenir el terrorismo", las tropas israelíes tendrán que intensificar su actividad en el territorio palestino.
Con ataques por tierra -con tropas terrestres, francotiradores, blindados y bulldozers- y por aire -con drones explosivos y fuerza aérea-, las tropas israelíes han desplegado las operaciones en cuatro zonas, conocidos bastiones de los movimientos milicianos: en las ciudades y campos de refugiados de Yenín, Tulkarem y Tubas, en el norte, y en Hebrón, en el sur. Allí, sostienen, tratan de desarticular las milicias de Hamás y la Yihad Islámica. Y allí, repiten, se quedarán "el tiempo que sea necesario" hasta que acaben con la amenaza.
Es cierto que en los primeros días de la incursión, el Ejército anunció que había matado a Wasem Hazem, uno de los líderes de Hamás, y a dos combatientes más, "en un ataque aéreo contra el vehículo en el que trataban de huir". Este mismo jueves, las fuerzas israelíes han eliminado a varios miembros de una "célula terrorista armada en la zona de Yenín", de acuerdo con un comunicado castrense.
Sin embargo, en un lugar plagado de extensos y precarios campos de refugiados, los ataques han dejado también víctimas civiles, algunas de ellas menores de edad, sin ninguna conexión con los grupos armados. Sin ir más lejos, hace un par de días, un niño de 14 años, Muhammad Kanaan, murió en uno de los campos por los disparos de un francotirador israelí, según informó la agencia palestina de noticias Wafa. Otra joven de 16 años murió de un disparo en la cabeza mientras miraba por una ventana en su casa, de acuerdo con la Media Luna Roja Palestina.
Además de estas muertes, que elevan a más de 330 el número de palestinos (milicianos pero también civiles) que han perdido la vida en Cisjordania en lo que va de año, la macro operación israelí ha dejado también una estela de destrucción. Los soldados han bloqueado los accesos a las principales ciudades, destrozado con excavadoras casas, carreteras e infraestructuras, provocando el corte de servicios de agua y electricidad.
Así, el Ejército israelí parece, en menor escala, haber replicado en Cisjordania el cerco que ha aplicado en Gaza desde el inicio de la guerra el pasado 7 de octubre.
El corredor de Filadelfia
La decisión de trasladar las operaciones militares a Cisjordania no ha frenado los ataques por tierra, mar y aire contra la Franja. La presión se ha intensificado después de que el Ejército de Israel encontrase en un túnel en Rafah, al sur del enclave, los cadáveres de seis de los secuestrados por Hamás durante los ataques terroristas de hace un año y ejecutados a sangre fría.
La muerte de estos rehenes ha desatado una ola de indignación generalizada en todo el país. En los últimos días, decenas de miles de personas han salido a las calles para protestar contra el primer ministro, Benjamin Netanyahu (a quien responsabilizan de las muertes). y exigir un alto el fuego que traiga de vuelta al centenar de israelíes que siguen en manos de las milicias palestinas.
Para tratar de calmar los ánimos y justificar la continuidad de la ofensiva en Gaza pese a la presión por cerrar una tregua, Netanyahu ha encontrado en el Corredor de Filadelfia -los 14 kilómetros fronterizos entre territorio gazatí y Egipto- un nuevo e indiscutible objetivo militar. De la misma manera que lo fue el hospital de Al Shifa, donde entrar era necesaria para acabar con el enorme "centro de mando y control" terrorista que había bajo tierra, controlar esa zona se ha convertido ahora en "un imperativo estratégico".
Así lo explicó el primer ministro esta misma semana en una rueda de prensa televisada que acabó convirtiéndose en una defensa de por qué tomar de forma permanente esa ruta es "la única manera de ganar la guerra" y de "traer de vuelta a los rehenes". ¿La razón? Porque, según expuso Netanyahu, cuando el Ejército israelí abandonó Gaza en 2005, el Corredor Filadelfia "se convirtió en una zona de contrabando de armas proporcionadas por Irán". Las mismas que luego permitieron a Hamás lanzar su ataque a gran escala el 7-O.
"No abandonaremos el corredor de Filadelfia, ni siquiera durante el período de 42 días incluido en la propuesta de acuerdo de intercambio [de rehenes y presos]. No queremos salir de Gaza y luego regresar; más bien, queremos quedarnos.Estoy comprometido a traer de vuelta a los rehenes, pero abandonar Filadelfia no lo logrará", insistió Bibi (nombre por el como se conoce popularmente al político israelí).
Para reforzar su tesis, señaló a Líbano, de donde Israel se retiró hace 24 años. "Nos dijeron que podríamos regresar si nos disparaban misiles pero no pudimos por culpa de la presión internacional", reprochó, en clara alusión a aquellos Gobiernos que le acusan de no querer alcanzar un alto el fuego.
Líbano, un frente siempre abierto
Hoy por hoy, la frontera con Líbano es uno de los frentes abiertos de Israel. Desde allí, el Ejército israelí ha intercambiado ataques con la milicia chií libanesa Hezbolá -hecha a imagen y semejanza de la Guardia Revolucionaria Iraní- desde hace un año. El miércoles fue un día especialmente intenso. Israel registró casi 100 cohetes por parte de Hezbolá, pero aseguró que casi todos fueron interceptados y otros cayeron en espacios abiertos.
Precisamente, agosto fue el mes en el que la milicia lanzó más cohetes contra territorio israelí desde que ambas partes iniciaron un fuego cruzado el pasado 8 de octubre, con un total de 1.307, según datos de la agencia de inteligencia interior israelí, el Shin Bet.
El aumento del número de cohetes disparados por parte del grupo proiraní, sin embargo, no supera los ataques aéreos israelíes perpetrados contra territorio libanés, según un análisis de finales de agosto del centro de investigación Beirut Urban Lab recogido por la agencia Efe. Según este think tank, desde octubre Hezbolá ha lanzado unas 1.700 andanadas de cohetes, mientras que el Ejército ha lanzado más de 7.400 contra el Líbano.