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Y en medio del caos y la destrucción, un abrazo: el de la primera dama estadounidense, Jill Biden, a la embajadora ucraniana en ese país, Oksana Markarova (45). Es un gesto de cariño que, en realidad, esconde una afrenta al mismísimo Vladimir Putin. Por el contexto. Porque tuvo lugar este martes, durante el discurso del Estado de la Nación del presidente norteamericano, Joe Biden, en el Capitolio. Porque es poco habitual que asistan extranjeros, y ahí estaba ella, la dama de hierro de la resistencia ucraniana en suelo americano.
Segundos antes, el propio Joe Biden le dedicaba unas palabras a Markarova. Pedía al Capitolio que se pusiera en pie para brindarle un aplauso. "Es brillante, es fuerte, es determinada", dijo ante una embajadora que agradecía las palabras con una mano en el corazón. "Sí, nosotros, los Estados Unidos de América, estamos junto al pueblo ucraniano", apuntalaba. Ahí le dio el abrazo la primera dama, enfundada en un vestido azul y con un girasol bordado en la manga, en un guiño al color de la bandera y a la flor nacional de Ucrania. Pura simbología.
La guerra que está teniendo lugar en estos momentos en Ucrania, desde que el pasado 24 de febrero Rusia comenzara su invasión, está dejando por el camino héroes improvisados. El primero, el propio pueblo ucraniano que resiste contra todo pronóstico frente a un agresor con mucho más poder. El segundo, su presidente, Volodímir Zelenski, reconvertido de actor de comedias románticas a símbolo de la resistencia. Y el tercero es ella, Oksana Markarova, la ucraniana que, desde fuera, más ruido e influencia intenta ejercer en pro de su país ahora atacado.
🇺🇸 Aplausos de pie en el Capitolio para la Embajadora de Ucrania en EEUU, Oksana Markarova, presente en el discurso del Estado de la Unión del presidente Joe Biden. #SOTU #SOTU2022 #SOTU22 pic.twitter.com/x8Kv709hF5
— Univision Noticias (@UniNoticias) March 2, 2022
Markarova, a sus 45 años, no es una embajadora más de esas que engrosan el cuerpo diplomático del mundo, sino una figura prominente en su país. Tras estudiar de joven en Estados Unidos y una exitosa vida laboral en un fondo de inversión, dio el salto al Ministerio de Finanzas ucraniano, donde fue escalando hasta convertirse en ministra en 2018. Los cambios de gobierno acabaron con ella fuera de la cartera, pero el presidente Zelenski la acabó enviando a Estados Unidos como embajadora.
Su nombramiento fue todo un guiño a la Administración Biden para restablecer los lazos de Ucrania y Estados Unidos tras una etapa de sobresaltos durante el Gobierno de Donald Trump. Ahora, en las horas más oscuras que vive el país del Este de Europa, el cargo de Markarova está empezando a dar sus resultados.
Los ucranianos resistiremos. No nos cansaremos. No pararemos. No nos rendiremos.
Porque lo que pasó este martes en el discurso del Estado de la Nación no es peccata minuta. Es habitual que en Estados Unidos se invite a gente para que asista al Capitolio durante la ceremonia que sirva para poner un rostro humano a los temas que trate el presidente. Sin embargo, no es tan habitual que esas personas extranjeras. A Markarova la invitaron en el último minuto, gracias al trabajo que ha estado haciendo estos días, y supone algo con pocos precedentes: "Porque a través de ella Biden se encara con una superpotencia nuclear y se muestra favorable a la causa de la independencia de Ucrania, una de las pocas cosas que pone de acuerdo a los dos partidos", interpreta The New York Times.
De lo privado a lo público
Casada actualmente con el empresario Danylo Volynets y madre de cuatro hijos, Markarova nació el 28 de octubre de 1976 en una Ucrania todavía bajo el paraguas de la Unión Soviética. En ese contexto creció, hasta que a sus 15 años se disolvió el gigante rojo. Vivió el nacimiento de su país tal y como se conoce hoy día y estudió Ecología en la Universidad de Kiev. En 2001, en cambio, viajó a Estados Unidos para estudiar finanzas y comercio en la Universidad de Indiana y la experiencia marcó el resto de su vida laboral.
Tras su vuelta de Estados Unidos, Markarova se asoció con Natalie Jaresko, una americana originaria de Ucrania, y trabajó en un fondo de inversión regido por la segunda y con base en Kiev. Así pasó los años hasta que, en 2015, Jaresko fue nombrada ministra de Finanzas en Ucrania y Markarova se fue con ella.
Markarova entró en el ministerio primero como asesora, un puesto menor siempre a la sombra de su compañera. Sin embargo, Jaresko fue cesada en abril de 2016 y el nuevo al frente de la cartera, Oleksandr Danylyuk, no sólo la mantuvo, sino que la ascendió a primera asesora del Ministerio de Finanzas. Durante aquella etapa Markarova empezó a tener más visibilidad y cuando su jefe fue cesado, llegó su turno. En junio de 2018 asumió el cargo de ministra en funciones y el Parlamento ucraniano la revalidó ya formalmente en noviembre de ese mismo año.
Curiosamente, en una de esas vueltas raras que tiene la política, Markarova fue depuesta del Ministerio cuando el actual presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, llegó a la presidencia y ella dejó de contar con la confianza del entonces primer ministro, Denys Shmyhal. Sin embargo, consciente del activo que tenía entre manos, Zelenski la envió a la embajada de Estados Unidos para reforzar la relación entre Ucrania y el país norteamericano, ya bajo la Administración Biden tras haber dado carpetazo a la época de Donald Trump.
Azote de Putin
Tras una breve etapa de vuelta al sector privado, Zelenski nombró a Oksana Markarova embajadora de Ucrania en Estados Unidos el 25 de febrero de 2021. Durante sus primeros meses, la otrora ministra de Finanzas tuvo un papel relativamente discreto, pero el recrudecimiento del conflicto con Rusia y la eventual guerra que acabó estallando la semana pasada han cambiado por completo el perfil que tenía.
Markarova se ha ido convirtiendo, a una velocidad vertiginosa, en la voz de la resistencia ucraniana en suelo estadounidense, donde se ubica el principal enemigo de Putin. Al principio lo ha hecho a través de diversas entrevistas en medios de comunicación, pero poco a poco ha ido asumiendo más protagonismo. De los medios al Capitolio, a hablar con senadores, a interpelar directamente a la Casa Blanca, así, hasta su presencia este martes en el discurso del Estado de la Nación.
El pasado 20 de febrero, en el programa Face the nation de la cadena CBS, apareció para hablar de la vía diplomática. Faltaban unos días para que comenzara la ofensiva rusa, aunque ya se veía venir, y Markarova adoptó el tono duro que la ha caracterizado desde entonces. Aunque abogaba por evitar la guerra a toda costa, ya apuntaba maneras en el patriotismo heroico que despliega ahora: "Da igual los crímenes que los rusos vayan a cometer para matar a algunos ucranianos. Eso no frenará al resto de ucranianos y no ayudará a la causa rusa", vaticinó.
El 24 de febrero, cuando Putin finalmente ordenó invadir Ucrania, empezó una serie de ruedas de prensa en la Embajada ucraniana desde las que ha estado combinando las actualizaciones del conflicto para la prensa estadounidense con mensajes muy duros. The New York Times ya la definía como "desafiante". "Defenderemos nuestro país y no estamos asustados", aseguraba, y cuando le preguntaron si esperaba que las tropas estadounidenses fueran a Ucrania, respondió que "No esperamos que nadie luche por nosotros".
Sin embargo, el recrudecimiento del conflicto ha obligado a Markarova a cambiar su mensaje y, el 25 de febrero, ya decía que "todos deberían estar junto a nosotros, con mensajes de apoyo que valoramos mucho, pero también hay que actuar juntos". Desde ahí, se ha convertido en la voz de Zelenski en Estados Unidos, diciendo que "el presidente está tan a salvo como nuestro país" y que "estamos listos para hablar de paz, pero no para rendirnos", aseguró en una entrevista en el canal ABC el 27 de febrero, donde acabó su intervención citando a la víctima de Holocausto Elie Wisel y su "siempre tienes que elegir bando, porque la neutralidad o el silencio siempre ayudan al opresor y nunca al oprimido".
Desde entonces, la figura de Markarova ha ido creciendo. En los medios de comunicación ya la entrevistan junto a la secretaria de prensa de la Casa Blanca, uno de los principales cargos del Gabinete de Biden, y ha salido de la televisión y la Embajada para presionar directamente a los políticos.
El pasado lunes ya fue al Capitolio a denunciar que Rusia había lanzado bombas termobáricas en Ucrania, recordando que estaban prohibidas por la convención de Ginebra, y presionó a los senadores para que Estados Unidos enviara más armas y más asistencia militar al frente. Todo ello, con la retórica de aquellos políticos a los que los conflictos otorgan una voz que, en otras circunstancias, habría pasado desapercibida: "Los ucranianos resistiremos. Estamos defendiendo nuestra casa. No tenemos otra opción. No nos cansaremos. No pararemos. No nos rendiremos". Esa es la mujer determinante, fuerte y brillante que tiene fascinado a Joe Biden.