Mientras en el Congreso andan a la gresca durante el primer debate de investidura de Pedro Sánchez, a casi 600 kilómetros Victor Manuel está sentado tranquilamente en una cafetería del Turó Park, una de las zonas más nobles de Barcelona, hablando con PORFOLIO | EL ESPAÑOL sobre actualidad, lo cotidiano y lo privado. El próximo 17 de diciembre acaba su gira de su 75º cumpleaños, La vida en canciones. El escenario lo cura todo, pero antes pisará el Gran Teatro del Liceu de Barcelona. Lo hará el 7 de diciembre.
En su momento, la gente puso el grito en el cielo porque Isabel Pantoja iba a cantar en el gran templo de la lírica. “¡Es un templo sacro”, gritaban. Víctor Manuel pone los puntos sobre las íes: “Tiene que explicarlo bien. Lo hacen por dinero (sonríe). Al Teatro Real también lo sacralizaban hasta que por dinero lo empezaron a alquilar a quien lo paga bien. Si quieres sobrevivir, ahí está”.
Tiene una conversación pausada. No se altera. No pide nada para beber. De tanto en tanto esboza leves sonrisas e incluso se le escapa alguna carcajada prácticamente inaudible. Desde que empezara a imitar a Joselito siendo un crío, empezara a tocar la armónica con 10 años y escribiera su primera canción con 12,Víctor Manuel se ha mantenido fiel a sus principios. “Cuando las cosas se hacen con y desde el corazón no hay lugar para la mentira”, asegura. Se siente orgulloso de pertenecer a una profesión donde no depende de nadie, solo de sí mismo, de las canciones que sepa escribir, nunca ha tenido un patrón y eso le ha dado libertad.
Desde que tomara aquel Tren de madera se ha dejado llevar. Su primer gran éxito fue con un sencillo que incluía los temas El mendigo y La romería (1969) grabado en el Casino de la Alianza de Poble Nos (Barcelona) y a punto estuvo de representar a España en Eurovisión en 1970, pero le quitaron de en medio por sus problemas con la censura. En 1972 se casó con Ana Belén, lucharon encarnizadamente a favor de la libertad, tuvieron que exiliarse, les acusaron de ultrajar la bandera española y un sinfín de avatares que le han llevado a tener una de las carreras más sólidas del panorama artístico nacional.
P.- ¿Qué nos va a deparar el después de la investidura?
R.- Supongo que bajará el suflé. Es una auténtica embestida de la derecha comunicativa y sociológica para decir que cuidado, que no está todo resuelto. Como no se pongan las pilas los que forman gobierno y se aprendan la lección, el viento se los va a llevar por delante en seis meses.
P.- ¿Tanto compensa el poder con lo a gusto que estarían en el consejo de administración de una empresa?
R.- Compensa muchísimo. Donde ellos entran y hacen pandilla con Vox, enseguida empiezan las rectificaciones y las cosas estupendas que les gustan a ellos. Eso está inventado. Si tú no pones unos diques mínimos, no digo que el PSOE sea la joya de la corona en este sentido, la cosa está jodida. El Ibex 35 es insaciable, nunca tiene suficiente.
P.- Pero pactar con sangre, ladrones, chantajistas, independentistas por querer estar ahí…
R.-Todo se blanquea. Hay gente dispuesta a blanquearlo. No, es que vox no será tan malo, no, es que son gilipiollas, lo que son es una figura diferente. Ya sé que les ha votado gente, cómo no lo voy a saber, pero siempre detrás del populismo hay gente que tiene soluciones infantiles para problemas complejísimos. Hay muchos extranjeros, pues los echamos, pues vale…y le vas a limpiar tú el culo a tu puta madre. Que se vayan ellos.
P.- Es surrealista que la gente no salga a las calles cuando no se puede comprar un quilo de fruta por menos de tres euros y que por la independencia salgan cientos de miles. Estamos narcotizados.
R.- Es algo que desfonda mucho. ¿Quién mueve los hilos en esta historia? La gente, de repente, sale a la calle para que se vaya Sánchez, pero algo más pasará en Madrid. La presidenta de la Comunidad aprovecha para borrar derechos LGTBI mientras la gente está todas las noches en Ferraz. Es todo muy complicado porque la política está destrozada, se mueve por bloques, o conmigo o contra mí. Es una pelea agotadora. Cuando estoy muy estresado en el coche pongo Pekín FM, una emisora de Madrid que solo pone música y noticias en chino. Así estoy un rato largo hasta que me descomprimo (Sonríe).
P.- Con lo fácil que sería vivir en armonía y siempre aparecen los malos de la película.
R.- Hay intereses políticos y económicos que la gente defiende de diferentes maneras. El problema que hay en este país es que tenemos una derecha muy burra y cateta a todos los niveles. Ya me gustaría que fuera como la francesa, la alemana o la italiana, si me apuras. No creo que vaya a cambiar ya. Con lo único que luchan es con un estandarte llamado España y con eso van pegando a la cabeza a la gente que no piensa como ellos. Existe la palabra España, unas veces con el fantasma de Cataluña, otras con ETA, pero es su único argumento. Es acojonante que a estas alturas de la historia estemos con la palabra España como único argumento.
P.- Y luego está la monarquía. Como asturiano, ¿cómo está viviendo la Leonormanía?
R.- Por un lado me produce mucha ternura que una cría de 18 años se vea metida en ese fregado. Pero bueno, finalmente es una (sonríe). Con esto ha empezado un acelerón y veremos si es suficiente. Creo que la gente pasa mucho de esta historia y no tiene demasiado interés en saber, pero siempre habrá alguna persona que le fascine la imagen de la princesa y la monarquía. No es un asunto atractivo explicarle a alguien que por herencia puedes ser reina. Nadie puede heredar la carrera de su padre. Hay cosas que en la sociedad normal no ocurren, solo en las monarquías.
P.- Pero dicho esto…
(Risas). Claro. Este rey, comparado con su padre, es Santo Tomás de Aquino Pobrecito. Ya se cuidará él mucho de meterse en algún fregao económico o amoroso porque la que le puede caer es la del pulpo. Ha sido tan poco ejemplar la monarquía en los últimos años. La gente no sabe mucho lo que ha pasado, pero hay libros publicados. Se pueden enterar.
P.- ¡Qué pena que el conocimiento y la atención estén tan fragmentados!
No verás nunca a nadie que preste más de un minuto de atención a algo. Yo lo veo por mis nietos. Escuchan canciones a toda hostia, cada treinta segundos cambian. Y eso es extensible a todo.
P.- Y encima, la Inteligencia Artificial ya está empezando a dejar cadáveres en el camino. Geoffrey Hinton, el padrino de la IA, ya ha alertado de los peligros, Tom Hanks acaba de ser una de las víctimas…
Los gobiernos harán bien en regular, pero esto es demasiado gordo. Así como en todo lo demás han llegado muy tarde de forma voluntaria porque les ha salido de los cojones, como en la piratería y los derechos de autor y de imagen, ahora parece que sí se han puesto las pilas. Quieren regular, pero es como ponerle puertas al campo. Con multas esto no se regula, se regula con ética. Y cómo vas a pedir ética a una máquina. ¡Pero si están sindicadas, ja, ja!.
P.-Da miedo este poder reconcentrado en pocas manos como Ellon Musk o Mark Zuckerberg.
Estamos en otra dimensión. Controlan el mundo. Los gobiernos se inquietan, pero dile a Musk que no puede tirar los cohetes al cielo. Igual que los usa para bien y apoya a los ucranianos en un momento determinado, también supongo que está dispuesto a ayudar al mejor postor.
P.- Los gobiernos les pueden untar, la independencia no existe.
Hay gente con capacidad de corromper a quien se le ponga por delante.
P.- Se echan de menos temas de tu repertorio que fueron fundamentales para remover conciencias.
Soy de la opinión que las canciones no remueven ni modifican nada. En el mejor de los casos lo que hacen es confirmar a la gente en la creencia que tienen. Es muy raro que alguien escuche una canción y le haga un clic para pensar de otra manera. En terrenos ideológicos no se produce nunca. La gente va pensando ortopédicamente y de ahí no la saques. Cada vez se polariza más todo, estás conmigo o contra mí. Es muy difícil encontrar un agujerito por donde colar algo.
P.- Y más ahora con las redes sociales.
Es durísimo. En cuento sacas los pies del tiesto y dices algo inconveniente o que a ellos les parezca fuera de lugar, te machacan.
P.- ¿Hasta qué punto nacer en el seno de una familia humilde agudiza el ingenio? Porque con 12 años ya había compuesto su primer tema.
Lo que hace el no tener nada es tener que inventártelo todo. No vengo de familia de músicos, nadie me ha mandado a un conservatorio y lo he tenido que mamar todo desde cero. Esto hace que llegues tarde a todas las cosas. En esa época formaba mucho la intuición, la música que elegías, saber qué se podía o no decir en una canción, los gustos te formaban y esa misma gente que escuchabas te guiaba. Había una especie de prescriptores en forma de músicos o escritores. En mi época alguien te recomendaba un disco y si te fiabas, inmediatamente lo escuchabas.
P.-En la actualidad todo es más salvaje.
Ahora los que mandan son los algoritmos, que se equivocan y aciertan muchísimo en las tácticas generales. En el trazo grueso aciertan siempre, pero en el fino se equivocan mucho. Y la gente compra mucho más el trazo grueso que el fino. Si alguien está escuchando trap, llueve trap todo el día, y eso hace que los compartimentos cada vez sean más estrechitos. No me llega otra música por los algoritmos. Así está estructurado el mundo y parece improbable que eso se pueda mover de alguna manera. Es un poder omnímodo. Desafían a los estados y a quien haga falta.
P.- A Coruña siempre tendrá un lugar especial en su corazón, ¿no es así?
Ahí nos conocimos Anita y yo hace 52 años. También para nosotros tiene que ver mucho Sant Feliu de Guíxols porque a continuación empezamos a rodar un filme en otoño y ¿qué puedes hacer en otoño más que hacer el amor en la Costa Brava? (Risas). Se dieron tantas casualidades encadenadas que lo nuestro resultó ser como una película de la manera en cómo produjo todo. Y que cincuenta años después te veas en el mismo sitio, trabajando, en libertad y en lo que te gusta, sin reprimendas… Es algo único.
P.- En este país de chismosos donde la prensa del corazón ha estado siempre a la caza y captura de los famosos usted y Ana han conseguido resguardar a sus hijos David y Marina de toda esta curiosidad insaciable. ¿Ha sido difícil conseguirlo?
Siempre hemos tenido muy claro que no había que utilizar a los niños para vender o especular. Has de estar en el juego para que jueguen contigo, aunque hay otros que no juegan y les hacen la vida imposible. Pero son los menos. Antes era más sencillo porque como no había vendido nunca nada no me podían pasar al cobro nada y tampoco tenía complicidad con nadie. Cuando nacieron nuestros hijos hacíamos unas fotos que regalábamos a las revistas y ahí se acababa la historia. Y aún así hemos tenido follones siempre e incluso juicios por algún altercado. Afortunadamente todo ha pasado. Ellos viven su vida y creo que nos agradecen muchísimo que no hayamos jugado con ellos para que no les jodan la vida posteriormente.
P.- Pero, en general, lo han llevado bien.
Sí, unas veces mejor que otras. Había alguno nuevo que llegaba al oficio y pensaba que podía entrar a saco y, enseguida, un compañero le explicaba que no, que ahí no hay nada. Una vez escuché a uno decir: “Hombre, si estos se separasen, todavía, pero si no, no hay nada que hacer. No tienen interés a no ser que lo hagan” (sonríe).
P.- ¿Les va bien la vida?
Sí. Son muy reconocidos y queridos en su profesión. Cada uno por su lado. David es compositor y Marina es actriz.
P.- Con una vastísima trayectoria en la que habéis cantado por la justicia, la libertad, la prevención de la violencia de género o los derechos LGTBI, ¿cómo les explica un abuelo a sus nietos -Olivia (14) y León (9)- que tras un largo periodo de represión vino una época de libertades que ahora nos las están recortando?
Es muy difícil. La gente no se cree que puedan estar en regresión esos derechos hasta que no lo comprueben en su carnes. Tampoco trato de explicar lo que es la censura porque los jóvenes no lo entienden. ¡Cómo van a entender que antes prohibía una canción!
P.- Libertad es una palabra tan enorme…
Lo único que entiende la gente son las experiencias personales que uno vaya teniendo. Pero claro, estas cosas son muy sutiles. Es decir, la libertad, ¿para quién le sirve y para qué la usa? Y ya no hablemos de la libertad sindical. Para la presidenta de la Comunidad de Madrid por lo visto es tomarse unas cañas, pero hay gente que piensa otra cosa. El mundo está tan polarizado que tratar de acotarlo por los márgenes es muy difícil.
P.- Que ustedes sigan siendo unos referentes sociales ha debido de condicionar la vida profesional de David y Marina. ¿Han vivido esa doble rasante de por ser ‘hijos de’ lo tienen más fácil? ¿O viceversa?
Sostengo que por ser ‘hijos de’ lo tienen mucho más difícil que no siéndolo. Siempre van a buscar el referente de los padres para juzgarles, y eso es una cabronada.
P.- A eso hay que añadir los problemas de la SGAE por la que tanto ha luchado.
Es una batalla perdida. Todo está pensado para jodernos. Es una manera de debilitar. La música está más débil que nunca en el sentido de que ya no la controlas, no depende nada de ti, está en el éter donde es de todos y pueden disponer de ello sin pagarte. Nunca pensé que el capitalismo tenía tanta necesidad de comérselo todo. Lo empecé a ver cuando mi hijo comenzaba a componer música para el cine, cuando leía los primeros contratos que me mandaba. Le comentaba que no podía firmarlos y me contestaba que si no lo hacía él, los firmaría otro. Le pedían derechos hace ya años que no podía cobrar. El capitalismo está en un callejón sin salida. Un tío que tiene un trabajo ya no puede vivir de ello, ha de buscarse otras cosas, no puede comprarse una casa, esa aspiración natural de tener tu propio núcleo ya se ve que es imposible. Está lleno de trabajadores pobres. Nunca pensé que el capitalismo iba a ser tan torpe como para llegar a esta situación.
P.- ¿Seguís quedando en grupo con Serrat, Sabina o Miguel Ríos?
Somos familia. Y la familia elegida es la mejor. Siempre ha habido mucho cariño en lo que hacemos. Mis hijos son los de Serrat y los de él son los míos. Son cosas que afortunadamente pasan y se quedan ahí como una foto fija maravillosa. Para siempre.
P.- ¡Qué bueno que los hijos también haya mantenido la relación!
Saben muy bien lo que hay detrás. Juanito (Serrat) decía siempre una cosa: “Yo sé cómo hablan de mí en casa de tal cuando me miran los hijos”.