22 junio, 2024 02:24

"Papá, tranquilo, estoy bien. Nos vemos pronto", le escribió a su padre Jesús Antolín, por el WhatsApp el infante de marina Sergio Antolín Zunzunegui a finales de marzo, antes de morir. A juzgar por la fecha del contacto es muy probable que el soldado mandara el mensaje o bien desde el mismo hospital ucraniano donde se recuperaba de una herida o bien poco después de abandonar el centro y reincorporarse a su batallón.

Lo que ignoraba el chico entonces es que a no mucho tardar sería alcanzado de muerte en Orlivka por los rusos en el transcurso de una misión asignada a la unidad A4368 de la Tercera Brigada de Asalto, con la que había firmado un contrato el 1 de diciembre del pasado año adoptando el nombre de guerra de 'Ramos' en un guiño claro al futbolista. Su brigada regular de infantería fue creada en 2022 por exveteranos ucranianos del mítico "Azov".

Hay pocos batallones donde uno tenga más posibilidades de morir. Pero el cántabro quería luchar a toda costa y se sintió atraído por la fama de valentía que precedía a los ultras. Allí tenía garantizado que pisaría la primera línea. Pero también la muerte, escondida por Kiev durante tres meses -puede que, simplemente, por no hacer frente al pago de 374.000 € que se le tiene que hacer a los voluntarios de guerra-.

El cántabro abatido por los rusos, sobre el campo de batalla.

El cántabro abatido por los rusos, sobre el campo de batalla. Cedida.

Algunos días antes de que lo abatieran, había caído la ciudad de Avdivka, donde fue alcanzado por primera vez en una mano y en la espalda por la artillería enemiga mientras evacuaba a dos prisioneros de guerra rusos. Durante algunas horas, rindió la confusión y los ucranianos huyeron en desbandada. Se asignó a la brigada de Antolín la defensa de ese frente. Dos semanas después, se retiraron hacia Orlivka, donde la línea se ha estabilizado debido a que el agua ha obstruido el avance de las tropas del Kremlin. 

Lo que le pasó en Avdivka fue un aviso que anticipó su muerte, pero Antolín no lo interpretó de esa manera. Tan pronto como se recuperó de sus heridas regresó a su base y el 28 de marzo fue enviado a otro asalto. En esta ocasión, la metralla rusa le alcanzó en el pecho provocando un doble neumotórax que lo mató allí mismo. El colapso se produce cuando el aire se filtra dentro del espacio situado entre los pulmones y la pared torácica. La misión donde perdió la vida era ofensiva. Por regla general, suben a los chicos a un blindado M113 con orugas y los acercan a las posiciones rusas para que conquisten las trincheras.

Sergio no llegó a cumplir siquiera los 22, pero al menos hizo realidad en vida uno de sus deseos: conocer la experiencia de combatir como soldado en una verdadera guerra. Alguien que le conoció en España se refiere a él como “un chico hipnotizado por lo bélico y que a menudo fantaseaba con involucrarse en un conflicto”. Sabemos también por su mejor amigo (otro voluntario anglosajón al que nos referiremos con el nombre figurado de Peter) que una de las razones que le empujaron a desertar fue su ansia de aventura.

Entre sus compañeros era alguien querido por su fortaleza de ánimo y su optimismo. Como se aprecia en las fotografías que reproduce este reportaje, tenía siempre una sonrisa dibujada en la cara. Su madre, Elvira Zunzunegui, lo describió antes de su muerte como un joven inteligente, aunque inmaduro, con una adolescencia complicada y rebelde. Algo normal, después de todo. Hacía tiempo que la relación entre ambos se había congelado. El soldado no le dirigía la palabra.

Con quien sí mantenía unas buenas relaciones era con su padre, divorciado hace once años de Elvira Zunzunegui y residente en un pueblo de Palencia llamado Carrión de los Condes. Sergio tenía un hermano llamado Iván y dos hermanastras nacidas de la primera esposa de Jesús. “De niño, me tenía un cariño tremendo, pero tras mi divorcio, se marcharon y ya no fue posible mantener un contacto tan cercano. Antes de irse a Ucrania, cuando todavía estaba en Cádiz, hablaba todas las semanas con mi chico”, nos explicó Antolín. “Cierto es que luego yo creo que me despistó un poquito y me dijo que estaba de maniobras cuando ya se había ido a Ucrania. Era un chaval más majo que la hostia".

Sergio Antolín tras unirse a la Marina española, de la que desertó para viajar a Ucrania.

Sergio Antolín tras unirse a la Marina española, de la que desertó para viajar a Ucrania. Cedida

[Muere Sergio Antolín, el soldado español que desertó de la marina para ir a la guerra en Ucrania]

Incumplió su contrato

A la familia de Sergio le disgusta que la prensa se haya referido al chico como “desertor” porque, si bien es cierto que incumplió su contrato y faltó a sus obligaciones militares, nunca fue declarado oficialmente como tal ni menos todavía condenado. En todo caso, no cabe duda de que solicitó una excedencia de tres meses en septiembre a sus superiores del cuartel de San Fernando y no se reincorporó a su puesto, el día Navidad. Ni se le pasó por la cabeza regresar porque tan pronto como comenzó a disfrutar sus días libres partió hacia Ucrania. Eso apunta igualmente a que había meditado largamente lo de violar su compromiso con el ejército. Quería irse a la guerra.

Las penas que contempla el código penal militar para los dos delitos relacionados con su caso oscilan entre dos meses y dos años o entre uno y cuatro, en función de si el reo se ha ausentado de su destino o, en rigor, ha desertado. En su caso, no concurrieron circunstancias agravantes, lo que llegado el caso aún hubiera alargado más las penas previstas. Lo que quiera que hiciera es algo irrelevante ahora. La cobardía no tuvo nada que ver con la decisión que le abocó a la muerte. Tras entrenar a soldados ucranianos en España, decidió que él mismo iría a defender a los civiles de la agresión del Kremlin. Una vez ya en su destino, nunca maquilló su verdadera identidad ni ocultó a sus nuevos camaradas que la Justicia de su país le reclamaba. Que en su unidad no hubiera otros españoles ayudó a disimular su rastro.

La prioridad actual del Gobierno de Madrid es recuperar su cuerpo y repatriarlo para que su familia pueda honrar su memoria sepultándolo como merece en la localidad cántabra donde residía (era de Corrales de Buelna pero la casa familiar está en Arenas). Hay tantos capítulos oscuros y tantas conductas irregulares en el proceder de Ucrania con sus aliados españoles que los funcionarios involucrados en el caso no descartan tan siquiera que alguien pueda hacer desaparecer en algún punto del camino su cadáver. Tanto los empleados de Exteriores como los agentes de Seguridad se han coordinado para sacarlo primero de la morgue donde lo escondían y llevarlo por carretera a Kiev. Una vez allí, lo traerán en avión a España. “No tenemos fecha todavía para la repatriación”, nos aseguró su padre a mediados de semana. “Tengo entendido que lo tenían en el sureste. Todo lo que queremos es que descanse en paz”.

Sergio Antolín, con los cargadores embutidos en el chándal, durante un día de permiso.

Sergio Antolín, con los cargadores embutidos en el chándal, durante un día de permiso. Cedida.

Hace cuatro meses, el misterio era dónde había ido Sergio Antolín Zunzunegui tras ausentarse de su destino de la base del Tercio de Armada de San Fernando (Cádiz). Ahora ya sabemos dónde estaba, pero existe otro enigma que continúa sin respuesta. Y los más torturados por la incertidumbre son sus allegados. La gran pregunta puede formularse de esta forma: ¿por qué las autoridades militares y civiles ucranianas ocultaron al Gobierno de Madrid durante cerca de tres meses que el soldado huido formaba parte de su ejército y había sido fulminado por las tropas rusas el 29 de marzo?

También desean saber qué gestiones hicieron las autoridades españolas para traerlo a España desde que se conoció su huida. Cuando pase la conmoción, Jesús se propone hallar esas respuestas. De momento, prefiere no opinar sobre todo lo que rodea al caso y nos ruega que respetemos su silencio. Está completamente destrozado.

Sin registro

Los ucranianos no pueden aducir ignorancia porque Sergio se enroló en su ejército con su verdadero nombre y este debería haber quedado perfectamente registrado en las bases de datos del SBU (el Servicio de Seguridad de Ucrania). También los periodistas de EL ESPAÑOL huroneamos en el registro durante nuestra investigación sobre el terreno. Aunque debería haber aparecido en las pantallas, su nombre allí no estaba.

Supuestamente, los españoles cursaron peticiones en varias ocasiones a sus aliados de Kiev, pero estos negaron siempre que supieran del cántabro. Los agentes que le rastreaban llegaron a considerar que combatiera del lado de los rusos. Se asumía que luchaba en esa guerra porque gracias a la IATA se le detectó en Polonia.

Kiev no solo no informó de su fallecimiento, sino que falseó la fecha de su muerte (consignaron el 26 de mayo, en lugar del 29 de marzo, como el día de su defunción) cuando los funcionarios españoles descubrieron lo ocurrido, gracias, entre otras cosas, a la investigación llevada a cabo por este diario y al proceder valiente de sus sus antiguos camaradas de armas, quienes, arriesgando su posición, se pusieron en contacto con EL ESPAÑOL a finales de mayo para informarnos de las reticencias de sus mandos a devolver el cuerpo y acerca de las dudas que tenían sobre todo esta retorcida secuencia de hechos. Llegaron incluso a remitir a través del SBU un certificado de defunción falsificado.

ESte banderín fue colocado y todavía está poco después de su muerte en la plaza del Maidán para honrar la muerte de Sergio. Claramente, figura la fecha de marzo como momento de su fallecimiento.

ESte banderín fue colocado y todavía está poco después de su muerte en la plaza del Maidán para honrar la muerte de Sergio. Claramente, figura la fecha de marzo como momento de su fallecimiento. Cedida

Cada vez que los chicos preguntaban por el destino del cadáver, les respondían con evasivas y mentiras. La más extraordinario es que los oficiales les dijeron que el padre del muchacho ya estaba al corriente de la muerte, algo que el aludido ha desmentido.

Es cierto que Jesús sabía ya la pasada primavera que su hijo estaba en Ucrania mientras nosotros le buscábamos, pero, según nos cuenta, la primera noticia del fallecimiento de su hijo no le alcanzó hasta el jueves, 13 de junio, que es cuando se precipitaron los acontecimientos debido a la incontinencia verbal de un funcionario que se apresuró a filtrar su muerte, antes incluso de que sus hermanos de armas pudieran contactar con su familia para explicarles lo ocurrido y buscar la manera de devolver sus pertenencias. A la una de la tarde, un soldado contactó con el cuartel de San Fernando y a las tres ya había sido divulgado el óbito.

“Me llamó por la tarde un Guardia Civil para decirme que había habido un incidente relacionado con mi hijo”, nos cuenta Jesús. “A las dos horas me volvieron a llamar y entonces ya me precisaron que, de acuerdo a las noticias que llegaban de allá, mi hijo había muerto. Ni hemos tenido confirmación oficial todavía (por el jueves de esta semana), ni nos ha llamado la Marina”. En otras palabras, todo lo que saben ha sido gracias a este diario y al camarada de armas que EL  ESPAÑOL puso en contacto con su madre.

Imagen de archivo de wSergio Antolín.

Imagen de archivo de wSergio Antolín.

'Ocultan' su cadáver

Hay varias teorías que compiten por explicar la razón de que Ucrania haya intentado encubrir la presencia de Antolín en las filas de Azov y su muerte posterior, pero son todo especulaciones. De entrada, Sergio murió semanas antes de que España comprometiera más de mil millones de euros en ayudas militares, un acuerdo que se coronó con la reciente visita de Zelensky a nuestro país. Entre bambalinas se contempla la posibilidad de que Kiev no se sintiera cómodo dando a conocer que había aceptado en sus filas a un presunto desertor reclamado por sus aliados. Este hecho, en sí mismo, no parece lo suficientemente consistente para explicar un proceder tan abiertamente irregular. Lo ocurrido con Antolín no podía comprometer la ayuda de los españoles. El muchacho no era un delincuente sino una especie de idealista obsesionado con la guerra. No estaban cobijando a un criminal de guerra.

Se ha sugerido también que su muerte se ocultara para eludir el pago de una indemnización a la familia que debería ascender a 400.000 dólares (374.000 €). En teoría, esa es la compensación que fijan los contratos de los voluntarios internacionales, claro que incluso algunos funcionarios españoles albergan ciertas dudas sobre que Kiev esté en disposición de cumplir el compromiso. Es sabido que ha habido decenas de soldados que han tenido problemas para percibir indemnizaciones por heridas de cuantía muy inferior. Con todo, Madrid orientará a los padres sobre cómo efectuar los trámites burocráticos que se exigen a los beneficiarios de los 15 millones de hrivnas.

Es justo consignar a este respecto que en la unidad de Sergio, a diferencia de los rusos, no abandonan por sistema a los heridos y tratan de recuperar los cuerpos de los caídos incluso en situaciones extremadamente peligrosas y comprometidas. Uno de los españoles que ha resultado gravemente herido en ese frente, Moisés A.G., fue precisamente alcanzado por un RPG cuando se exponía al fuego ruso para tratar de rescatar a un amigo latino al que golpeó una mina. Se da la circunstancia de que el mencionado voluntario, conocido como 'Hippy', tiene en el cuello tatuado unas alas idénticas a las de Sergio. Él mismo ha tenido que embarcarse en una guerra burocrática para que le compensen por unas heridas que le han inutilizado un brazo y que a punto estuvieron de matarlo. Una enorme esquirla le penetró en el costado, pero tuvo la fortuna de que no le afectase a los pulmones.

El español que combatía con el antiguo batallón Azov, vestido de paisano, tras llegar a Ucrania

El español que combatía con el antiguo batallón Azov, vestido de paisano, tras llegar a Ucrania Cedida.

Finalmente, es un hecho que los ucranianos arrastran a menudo ciertas dinámicas viciadas heredadas de los tiempos de la Unión Soviética que les predisponen a la ocultación, a la corrupción como moneda cotidiana de cambio y, en ocasiones, al absurdo. Si existe algo más relacionado con su muerte que ayude a entender las mentiras de Kiev, nadie ha logrado descifrarlo.

“Yo creía que su familia había sido informada inmediatamente”, nos dice Peter, que es el nombre figurado que asignamos al amigo más cercano de Antolín en los frentes ucranianos. “Así que imagínese mi sorpresa cuando vi el reportaje de EL ESPAÑOL asegurando que Sergio había desaparecido dos semanas después de su muerte (la información se publicó en abril). Fue algo desgarrador. Y lo más increíble es que la gente de nuestra unidad a la que consultamos nos dijeron que su padre estaba ya al corriente (entre las posesiones de Sergio había una anotación con su número de teléfono). Sé que al principio guardaron su cuerpo en un congelador. Después, cada vez que preguntábamos por él en la brigada, nos decían que el fallecimiento había sido también comunicado al Gobierno de España. Aducían que no disponían de más información porque los muertos son responsabilidad de una organización civil que no tiene nada que ver con el batallón”.

Peter dio por buenas esas palabras hasta que comprendió que le mentían. “Estoy tan enojado que no puedes imaginártelo. Las últimas semanas han sido un espectáculo de mierda que ha ido más allá de lo creíble. Lo siento mucho por Sergio y lo siento por la familia, a la que espero poder enviar todos los documentos y pertenencias de mi amigo”.

En cuanto le sea posible completar el proceso burocrático y legal, el amigo del cántabro va a dejar el antiguo Azov para salir de Ucrania. Él mismo resultó también herido en la misma fecha en que el español perdió la vida, aunque se ha restablecido plenamente. Entre tanto, actúa con cautela porque teme que su decisión de informar a España y la familia le acarree represalias.