A principios del siglo XX, Indochina era una colonia francesa en Asia. Tras la Segunda Guerra Mundial, grupos nacionalistas iniciaron una guerra de independencia que acabó provocando que el país quedara dividido en tres naciones independientes: Vietnam, Laos y Camboya.
En Vietnam, el enfrentamiento entre las fuerzas comunistas y anticomunistas definió una división temporal del país bajo el compromiso de llevar a cabo un referéndum popular en 1956 para concretar su reunificación. Pero cuando se iba a realizar la votación, las fuerzas anticomunistas en Vietnam del Sur llevaron a cabo un golpe de Estado que impidió su celebración.
El apoyo de Estados Unidos, que quería evitar el avance del comunismo en el marco de la Guerra Fría, provocó un levantamiento popular que desataría una guerra civil, circunstancia que fue aprovechada por Vietnam del Norte para intentar reunificar el país bajo un gobierno comunista, lo que dio origen a la guerra de Vietnam.
Esta guerra constituyó una de las derrotas más importantes en la historia de los Estados Unidos en su lucha contra el comunismo y, además, pocos países le apoyaron. Por eso solicitó auxilio a sus aliados más insospechados, entre ellos a España, desde donde respondieron enviando una misión secreta considerada la primera misión humanitaria de su historia.
En agosto de 1965, Francisco Franco enviaba una carta al presidente de los Estados Unidos de América, Lyndon Johnson, en respuesta a una misiva suya recibida semanas antes en España. Johnson había iniciado una campaña internacional entre sus aliados para recabar apoyo militar en la Guerra de Vietnam, pero pocos contestaron a su petición. Alemania envió un barco hospital a través de la Cruz Roja, Reino Unido tomó la decisión de no tomar parte y Francia se opuso enérgicamente a la intervención estadounidense en Vietnam.
Tan sólo algunos países asiáticos, Australia y Nueva Zelanda enviaron ayuda militar a los estadounidenses, por lo que Johnson intentó comprometer a otras naciones con las cuales la relación no era tan fluida. En el caso de España, la respuesta de Franco no fue la esperada. En su contestación, llegó a decir al presidente estadounidense que su experiencia, tanto militar como política, le permitía asegurar que el estado social, cultural y económico de los vietnamitas les había empujado a abrazar el comunismo, ya que les ofrecía mayores esperanzas que el sistema capitalista occidental.
Además, calificaba al líder vietnamita Ho Chi Minh de un patriota que no podía dejar pasar la aniquilación a la que estaban siendo sometidos sus ciudadanos, por lo que creía que aquella figura era exactamente lo que Vietnam necesitaba en aquel momento.
También afirmaba que Estados Unidos no ganaría aquella contienda, por lo que España no iba a prestar apoyo militar a una guerra perdida, aunque sí se comprometía a enviar una expedición de ayuda humanitaria al lugar donde los estadounidenses lo requiriesen.
La respuesta a esta urgente petición norteamericana se inscribió oficialmente en el marco de los acuerdos entre España y Estados Unidos a través de la Oficina de Asistencia Militar del Mundo Libre, FWMAO. Esta colaboración se bautizó como Misión Sanitaria Española en Ayuda a Vietnam del Sur y fue clasificada como CONFIDENCIAL, no como ALTO SECRETO, por lo que algunos medios de la época llegaron a publicar pequeñas reseñas de la que se convirtió en la primera misión humanitaria en la historia de España.
El gobierno encargó la tarea al Estado Mayor Central del Ejército, organismo que solicitó mediante un escrito confidencial a la Jefatura de Sanidad del Ejército de Tierra, catorce voluntarios. Finalmente se presentaron doce: un comandante, tres capitanes médicos, un teniente especialista de laboratorio, seis suboficiales sanitarios y un capitán de intendencia.
En total participaron en torno a unos 30 militares y los primeros, a quienes se les bautizó como los "Doce de la Fama", llegaron a Vietnam en septiembre de 1966. A su llegada los estadounidenses les advirtieron de que sólo la mitad volverían a casa, un vaticinio que no se cumplió entre todos los voluntarios que pasaron por allí durante los cinco años que duró la misión. Todos regresarían.
Tal y como habían solicitado los mandos militares estadounidenses, los españoles se hicieron cargo de un pequeño y destartalado hospital provincial en una pequeña localidad, Go Cong, en pleno delta del Mekong, a 50 kilómetros al sur de Saigón y a 7 kilómetros del Mar de China. El hospital era un insuficiente recinto con 150 camas en estado reuinoso y pintado de color amarillo.
A su llegada, los españoles fueron equipados con uniformes estadounidenses, por lo que hicieron todo lo posible para diferenciarse de ellos: cosieron insignias españolas en sus atuendos, en el patio del hospital ondeaba la bandera española y procuraban dirigirse a sus pacientes en francés y nunca en inglés, por lo que los vietnamitas rápidamente los bautizaron como "tai-ba-nha" (españoles en vietnamita).
Go Cong era un destino peligroso. Estaba cerca de la ruta que empleaban los vietcongs y el detal del Mekong era uno de los lugares en los que más ferozmente se combatía. Además, por las noches el Vietcong minaba las carreteras y por la mañana los estadounidenses las limpiaban para poder transitar por ellas, por lo que los escasos 50 kilómetros que los separaban de Saigón eran casi imposibles de superar.
Viajar por aquellas carreteras era muy peligroso, pero los españoles tenían que hacerlo habitualmente para atender a enfermos que no podían desplazarse, para lo cual utilizaban jeeps en los que viajaban a toda velocidad.
La misión española rehabilitó aquel destartalado hospital de 150 camas, en los que solía haber 400 ingresados de media, en las que atendían a una población de unas 20.000 personas entre los que había heridos y mutilados de guerra, víctimas de accidentes de tráfico, niños con malnutrición, enfermos de malaria, paludismo y cólera y pacientes con enfermedades comunes, sin hacer distinción entre ellos, ya fueran civiles o soldados del Vietcong, ganándose de esta manera el respeto, la admiración y el cariño tanto de amigos como de enemigos.
Se alojaban en un edificio colonial francés, en el que tenían tres asistentas vietnamitas a las que instruyeron en la cocina española hasta que llegaron a dominar platos como la paella, provocando que muchos oficiales estadounidenses acudieran a su comedor para degustar semejantes manjares.
En una ocasión, la residencia española fue atacada con morteros y ametralladoras, resultando herido uno de los oficiales españoles y falleciendo ocho de los vietnamitas que allí hacían guardia. Tras el incidente, un contingente de soldados del Vietcong detuvieron uno de los jeeps de los españoles y les pidieron perdón por lo ocurrido aquel día. Unas disculpas entendibles si tenemos en cuenta que el 70% de los pacientes de la misión española eran vietcongs y los sanitarios llegaban a utilizar su propia sangre para hacer transfusiones en plenas intervenciones quirúrgicas.
Su labor fue tan extraordinaria que la agradecida población de Go Cong bautizó un pequeño puente que cruzaba uno de los brazos del delta del Mekong como "Can tai-ba-nha" que significa literalmente "Puente de España". Años después fue demolido, pero en la actualidad, los vecinos de Go Cong siguen llamando a este lugar el "puente de los españoles".
En el verano de 1971, cuatro años antes del fin de la guerra, la Misión Sanitaria Española de Ayuda a Vietnam del Sur, la primera misión humanitaria española de la historia, fue cancelada, y sus integrantes fueron repatriados, llegando a España en octubre de ese mismo año. Nadie fue a recibirlos ni a darles la bienvenida. Para el mundo, aquello jamás había sucedido.