Arostegui, el veterinario vasco condecorado por el Rey por cuidar sementales para las Fuerzas Armadas
Este veterinario especializado en equinos también ha sido condecorado con la Orden del Mérito Civil por la formación de un amplio número de jóvenes.
21 junio, 2024 02:50"Se hace raro que te premien por tu trabajo diario y por portarte bien, cuando es tu forma de vida", dice Esteban Arostegui (Bilbao, 1977) desde un taxi en dirección al aeropuerto de Barajas. Este veterinario ambulante especializado en equino es uno de los 19 ciudadanos que ha recibido la Orden del Mérito Civil, con motivo del décimo aniversario de la proclamación del rey Felipe VI.
Arostegui asegura a EL ESPAÑOL que les hubiera gustado quedarse (ha acudido en compañía de su mujer) más allá del almuerzo que se celebró en el Palacio Real, pero el deber le llama. Ha sido tiempo suficiente, eso sí, para dejarse sorprender por "la cercanía de la Familia Real": "Tú estás muy nervioso, pero enseguida ellos hacen que todo sea muy fácil".
Los nervios no eran para menos, pues no todos los días le reconocen a uno su ejemplaridad por su innovación y compromiso social. Tampoco es frecuente atender a una llamada del personal de protocolo de la Casa Real. Cuando Arostegui lo hizo, se pensó que era una broma de algún amigo: "Al principio, no te lo crees. Es que ni lo sospechas. Ya luego sí te das cuenta de que es verdad".
De este veterinario ambulante se ha valorado su colaboración con distintas universidades españolas "de forma desinteresada". No parece que vaya con él eso de por el interés… "Siempre que me piden ayuda para formar a alguien digo que sí", afirma Arostegui antes de contar cómo comenzó su relación con el Servicio de Cría Caballar de las Fuerzas Armadas (SCCFAS), la cual también se ha puesto en valor en la condecoración de la Orden del Mérito Civil.
"Un eterno aprendiz"
Aunque nunca se planteó decirles que no, sí que reconoce que tenía sus reservas: "No son prejuicios, porque entonces no lo hubiera hecho. Pero piensas que te vas a encontrar con personas menos amigables". No sólo no fue así, sino que además se hizo íntimo amigo de uno de los miembros que conforman el Centro Militar de Cría Caballar de Lore-Toki, en San Sebastián.
Se trata de un centro histórico en el mundo de la yeguada militar, y del que han salido algunos de los mejores caballos de raza pura sangre inglés. También se dedican, desde hace una década, a la cría del Anglo-árabe. Éste está destinado a distintas disciplinas de la equitación, mientras que los purasangres compiten en las carreras de caballos.
Es por este motivo por el que Arostegui no es capaz de quedarse con una, puesto que tienen su propia finalidad. "Los urbanitas pensarán en el caballo español. Pero es que hay muchas razas. En España hay muy buenos sementales. Pero de ahí a decir que es la mejor raza del mundo es una bobada. Es como si lo dices de los caballos chinos, ¡qué chorrada!".
Aunque ha recibido ofertas suculentas de países árabes que prefirió declinar, no se considera el mejor veterinario especializado en equino. Tampoco por haber contribuido a la formación de un gran número de jóvenes. O como él prefiere decirlo, "haberles enseñado lo poquito que sé". En su perfil en redes sociales, de hecho, se presenta como un "eterno aprendiz". "El que no se defina así en esta profesión está jodido".
Aunque en su oficio "hay muchos egos", cree que a él se le quita rápido en cuanto aparece: "Cuando te sale todo bien, te viene una torta y te caes. Así que más vale estar abajo, que con los egos no se va a ningún lado y se vive más tranquilo".
Más allá del caballo
Lo compara con el futbolista al que todo le sale bien y, de repente, un día falla una ocasión a puerta vacía. Esta comparación no es casual, pues el fútbol es la otra pasión de Arostegui. Basta con buscarlo en X (antes Twitter) para saber por quién se desvive: sólo sigue a una cuenta, la del Athletic Club de Bilbao.
Este año, con la victoria en la final de la Copa del Rey, está de enhorabuena. "Ya nos tocaba. Aunque a esta no fui porque para volverme con cara de tonto (como me pasó con las 10 que llevaba), prefería quedarme en casa", lamenta Arostegui, quien tenía siete años cuando el club bilbaíno celebró su último título.
Otra de sus aficiones es la fotografía, en la que se inició literalmente de forma accidental: "Tuve un accidente laboral que me dejó un brazo fastidiado y, como siempre me había gustado, me compré una cámara pequeñita". Como tuvo buen feedback, decidió compartirlas en Instagram, donde ya acumula casi 6.00 seguidores.
En uno de sus autorretratos, le bromean refiriéndose a él como "el hombre que susurraba a…". Los caballos eran los que no podían faltar en la imagen que debía enviar a Casa Real. Se hizo una fotografía expresamente para ello: "Está hecha por un amigo mío, pero a mis órdenes".
Ver esta publicación en Instagram
En el caso del fútbol, fue fruto de una herencia de su familia paterna, al igual que la medicina veterinaria. Su abuelo también era veterinario. "Y uno de renombre en Bilbao", presume. Sin embargo, no quería que su nieto siguiera su estela porque había visto lo malo de su profesión.
Una profesión muy dura
Casi 20 años después de llevar la contraria a su abuelo, confiesa que no le faltaba razón: "Yo disfruto como un enano de mi profesión, pero es muy duro". Es más, al especializarse en equino, no le ha quedado otra que ser veterinario ambulante.
Su clínica es el coche. Y por ello hay días en los que se marcha tan temprano y vuelve tan tarde a casa que no le da tiempo a ver a esos hijos. No le gustaría, de hecho, que heredaran la profesión de su padre. Aunque entre que sean aficionados de la Real Sociedad o veterinarios, prefiere "sin duda" la segunda opción.
Levantarse pronto y acostarse tarde es lo único que permanece en su rutina. Dependiendo de la temporada del año, se dedica a una función o a otra. En primavera, a diferencia del invierno, es cuando tienen la gran mayoría de los nacimientos, pues los ciclos estacionales de ovulación de las yeguas se activan en los días con más horas de luz del año y la gestación tiene una duración aproximada de 11 meses.
Dice que lo más duro de su oficio no es el ver fallecer a un animal, sino que no hay dos pacientes (como se refiere a los caballos) iguales: "Puedes hacer 10 casos y el resultado será distinto en todos". Además, el paciente no puede dar muestras de su dolor: "Cuando vas al traumatólogo, según pasas por la puerta, le dices me duele aquí. El caballo no me lo dice. Por eso el diagnóstico es un reto".
Abandono del mundo rural
Arostegui se ha percatado durante el almuerzo celebrado en el Palacio Real de lo extraño que resulta una profesión como la suya entre urbanitas: "Les ha parecido exótico. Y encima equino, con lo que le gusta este animal a mucha gente". Aun así, considera que se dedica a "un sector privilegiado" dentro del ámbito rural.
Entiende incluso que las nuevas generaciones escapen a este tipo de profesiones. "El otro día, estaba esperando para hacer una ecografía a unas yeguas y el de la casa me decía que sus hijos no querían trabajar en el mundo agrícola", relata, "pero es que es normal, si se ha tirado toda su vida sin vacaciones ni festivos por tener que cuidar el ganado".
"Se habla mucho de la despoblación, pero es que hay que vivir allí", advierte. "A la gente, al final, le gusta vivir tranquilo. Y es más fácil estar en una oficina donde a la tarde cuelgas la chapa que tener que ir el domingo a ordeñar las vacas".
Como 'privilegiado' que es, él sí que entiende de horarios. A excepción de las urgencias, no atiende sábados ni domingos. "Habrá quien lo haga, pero a mí no me da la gana. Igual hay quien no lo entienda. Lo siento, es así. Tengo hijos y quiero verlos crecer".