Una lata de sardinillas (Imagen de archivo)

Una lata de sardinillas (Imagen de archivo) Petoo iStock

Aprende a cocinar

Ni mayonesa ni limón: el sencillo truco para que las sardinas de lata estén mucho más ricas

Dan mucho juego para preparar cenas proteicas en un momento y, con este pequeño paso, están aún más buenas.

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¡Cuántas cenas nos han salvado en COCINILLAS las latas de sardinas! Una ración de proteínas y grasas buenas para recuperar fuerzas y hasta ganas de vivir después de un día duro. Todo eso, por un módico precio.

Hay mil formas de hacer uso de ellas, desde el socorrido bocadillo de sardinas que tanta hambre ha calmado en España desde hace décadas hasta otras mucho más gourmets. Para los que las encuentran algo fuertes de sabor o poco interesantes desde el punto de vista gastronómico, existen algunos trucos de madre y de abuela que se han usado desde siempre para que a todos nos parecieran ricas, aunque ninguno de ellos se acerca al que yo considero el truco definitivo para que las sardinas de lata queden superbuenas.

Pero antes de llegar a eso, no está de más repasar los trucos clásicos, que nunca está de más tenerlos a mano.  Ponerles unas gotitas de limón o de un buen vinagre sirven para equilibrar en la boca la grasa natural de las sardinas y darles un sabor más fresco. La combinación de grasa y ácido siempre es un acierto, por eso nos encantan las vinagretas.

Un poco de cebolla cortada en rodajas muy finas y un poco de perejil picado también aportan matices frescos y suavizan la intensidad del pescado, lo mismo con unas rodajas de un tomate rico. El bocata de sardinas de toda la vida mejora notablemente si metemos en el pan un poco de cebolla y tomate fresco convenientemente sazonados. El aguacate y el huevo duro también son buenos compañeros de las sardinas entre panes.

Las sardinas de lata también pueden convertirse en un paté delicioso, truco de abuela donde los haya para que nos comiéramos sin rechistar todo lo que nos hacía arrugar la nariz. Basta con triturarlas con un poco de queso crema, unas gotitas de zumo de limón, un poco de su ralladura y una pizca de pimienta para obtener una pasta untable ideal para tostadas o galletas saladas. A partir de ahí, ya se puede jugar con un toque de mostaza, o de cebollino, o unas alcaparras picadas, o aceitunas.

Un alimento económico y saludable

Según explica la Fundación Española de la Nutrición, las sardinas enlatadas, al igual que las sardinas frescas, tienen un alto valor nutritivo. Las sardinas son una excelente fuente de proteínas de alta calidad, esenciales para la reparación de tejidos y el mantenimiento de la masa muscular. También son ricas en ácidos grasos omega-3, que son beneficiosos para la salud cardiovascular y contribuyen a reducir la inflamación en el cuerpo. 

Otros nutrientes presentes en las sardinas, como el triptófano (aminoácido precursor de la serotonina y la melatonina), pueden ayudar a mejorar la calidad del sueño al fomentar un estado de relajación. Otro de sus grandes beneficios es su aporte de calcio y vitamina D, fundamentales para la salud ósea. Al consumirse con sus espinas blandas, las sardinas de lata proporcionan una cantidad importante de calcio, un mineral que, entre otras cosas, previene la aparición de osteoporosis.

También son ricas en hierro, fósforo y vitaminas del grupo B, que ayudan al metabolismo energético y al funcionamiento del sistema nervioso. Todos estos nutrientes se conservan casi en su totalidad al enlatar el pescado, por lo que son un recurso práctico que podemos tener siempre a mano para preparar menús completos en poco tiempo, con poco esfuerzo y por poco dinero.

El truco definitivo

De todas las cosas que se pueden hacer con sardinas de lata, ésta es, sin duda, mi favorita y no hace falta ningún ingrediente, pero les da un sabor increíble y sin sumar ni una caloría. Consiste en tostar ligeramente la piel de las sardinas con un soplete de cocina, esto tan simple les dará un sabor tostado que recuerda mucho al sabor de las sardinas cocinadas en brasas y hará que la piel quede algo crujiente. Es como convertir una lata de sardinas en un espeto improvisado e irresistible.

Si no tenemos un soplete de cocina, se pueden marcar durante unos segundos en una sartén o plancha muy caliente. Es increíble cómo cambia el sabor con este paso tan simple. Una vez sopleteadas o pasadas por la plancha pueden utilizarse para preparar todo tipo de tostas, bocadillos o lo que se nos ocurra.