Los sorprendentes trucos de Benoit Paire se terminan antes de que la función llegue a la mitad. Es el estreno de Rafael Nadal en Roland Garros y la organización ha decidido que el partido se juegue en el estadio Suzanne Lenglen, el segundo en importancia del torneo. Eso beneficia al francés porque la pista es bastante más pequeña que la Philippe Chatrier, donde el español aprovecha como nadie el espacio que hay a los lados y también por detrás, donde se beneficia de la velocidad (más lenta) y donde podría jugar en pijama, tan bien la conoce, tantas cosas ha vivido allí. En esas condiciones debuta el español y en esas condiciones se clasifica para la segunda ronda (6-1, 6-4 y 6-1), donde jugará el próximo miércoles con Robin Haase, vencedor 6-2, 6-4 y 6-1 del australiano De Miñaur. [Narración y estadísticas]
“A nivel de juego es un poco más sencillo jugar en la Lenglen porque el viento es más fácil de entender y porque las dimensiones son más normales”, explica el mallorquín después de la victoria. “La Chatrier es más complicada, otra cosa es que cuando has jugado varios partidos en ella la situación cambie. En mi caso, creo que es una pista que me ayuda”, cierra el número cuatro mundial, que la última vez que se estrenó entre esas cuatro paredes (2014, contra el estadounidense Ginepri) terminó ganando el título.
“¡Rafa! ¡Rafa!”, canta la gente mientras aplaude para recibir al español, sin importar que el rival sea uno de los suyos al que tienen que apoyar incondicionalmente. Nadal, por supuesto, es otro de la familia porque ha ganado nueve veces el torneo, porque ha construido su leyenda en Roland Garros y porque se ha ganado con sudor, esfuerzo y brillantez el cariño de la gente, aunque a veces se intente proyectar una imagen bien distinta de lo que realmente ocurre en Francia cuando el mallorquín salta a una pista.
Con la bola en juego, el talento de Paire choca de frente con su falta de constancia. Como la mayoría de los jugadores que viven de la inspiración, el francés sufre mucho para encadenar varios puntos buenos y siempre vive colgado de un hilo que amenaza con romperse en cualquier momento. Paire tiene golpes de genio, arrancadas imprevisibles que nadie imagina, tiros fabricados con una muñeca privilegiada. Le falta, claro, darle continuidad a ese despliegue de magia para poder aspirar a algo más que a liderar el resumen nocturno con lo mejor del día.
Nadal es todo lo contrario. Tras subir la calidad de sus entrenamientos desde el pasado jueves, el mallorquín protagoniza una puesta en escena impecable. Sin volverse loco, algo que tampoco le hace falta, el número cuatro destruye la idea de Paire con solidez. No necesita el español morder a su contrario con tiros extremadamente agresivos, aunque conecta un puñado de interesantes derechas a la línea. No tiene que inventarse golpes de otro mundo, pelear intercambios de tú a tú o hacer milagros. Le vale con no perder la firmeza porque Paire hace el resto: el francés, que llega a estar 3-1 en la segunda manga y se procura luego dos bolas para 5-3, acaba pidiendo pronto aire.
El mallorquín, que durante un buen rato del partido se enreda cargando sobre la derecha de Paire para evitar su revés (el mejor golpe del francés), solo puede recriminarse eso, aunque también celebrar la capacidad de corregirse para terminar ganando el partido de forma arrolladora. De entrada, todo un golpe encima de la mesa.
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