“Sé que no soy tan guapo como él, pero ¿podéis atenderme por favor?”. Vestido con un traje azul marino, el encargado de coordinar a los voluntarios del palco de autoridades de Roland Garros intentó llamar la atención de un grupo de 20 personas a las que estaba tratando de enseñar cómo tendrán que actuar a partir del próximo domingo, cuando arranque la competición. La frase para retomar el control de la visita tuvo el mismo éxito que una tirita en la pata de un elefante herido: todos siguieron mirando cómo Rafael Nadal se mataba a derechazos con Jack Sock en su segundo entrenamiento del jueves en la Philippe Chatrier durante su primer día en el torneo.
“Llegamos con la máxima ilusión”, reconoció a este periódico Toni Nadal, tío y entrenador del número cuatro del mundo. “Rafael descansó tres días, del sábado al lunes. Luego empezó a entrenar un poco el martes y el miércoles lo hizo de forma normal con Schwartzman”, prosiguió el técnico mallorquín. “Viene con los deberes tenísticos hechos, ahora hace falta tener una buena mentalidad y estar preparado para jugar bien, para jugar mal, para responder en los momentos difíciles y sobre todo para jugar con nervios. Es lo mismo de siempre”, aseguró.
“Ha estado dos o tres días haciendo lo que a él le gusta”, le siguió Carlos Moyà, ex número uno del mundo y desde comienzos de año otro de los entrenadores del balear. “El martes entrenó suave y el miércoles apretó con Schwartzman, que estaba en la academia”, añadió el campeón de un grande. “Era necesario este pequeño descanso. Ha sido una temporada muy dura desde el principio, especialmente con todos los partidos seguidos que ha jugado en la gira de tierra”, siguió. “La realidad es que llega en un gran momento. Por eso, en estos casos lo único que haces es intentar entrenar un poquito y relajado porque el trabajo duro está hecho. Ahora tiene que aprovechar la confianza que le ha dado ganar tantos partidos y llegar fresco de cabeza, fresco físicamente y hacerlo lo mejor posible”.
Tras dormir cinco noches en Mallorca después de caer en cuartos de final de Roma con el austríaco Thiem, Nadal llegó a París el miércoles por la tarde y se fue a una cena con uno de sus patrocinadores (Richard Mille) en el corazón de la ciudad. El jueves por la mañana, el mallorquín apareció por primera vez por el torneo, se acreditó y se marchó a entrenar durante una hora con Moyà, para regresar a la pista por la tarde y exprimirse con Jack Sock durante más de dos horas en la preparación para el asalto a la décima Copa de los Mosqueteros, donde deberá estar pendiente de lo que ocurra dentro de la pista, pero también fuera de ella.
“Siempre ha habido más nervios aquí”, reconoció Toni Nadal, que lleva conviviendo con esas situaciones desde 2005. “Supongo que este año será igual porque al final esta es la culminación de la temporada de tierra batida. Las sensaciones son buenas, es el número uno en la clasificación del año, pero ganar aquí es especial. Esto al final te acaba tensando un poco”, se despidió el preparador del campeón de 14 grandes.
“Sí, pero todavía no hay nervios”, dijo Moyà, que pasó por etapas similares como entrenador, aunque a menor escala. “Cuando mañana salga el cuadro será el primer momento en el que se pondrá un poco más tenso. Y obviamente el día antes de debutar. Rafa sabe que está ante el mayor reto de la temporada, pero tiene la tranquilidad de enfrentarse a ese desafío con una inercia muy positiva”.
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