Félix Torralba (Sevilla, España; 1984) se sentó por última vez en la silla para arbitrar un partido en el pasado torneo de Dubái y nadie supo que esa era su despedida de un trabajo que le ha acompañado durante 12 años, que le ha visto alcanzar la máxima distinción (Chapa de Oro, un reconocimiento que solo tienen 30 árbitros en el mundo) y que ahora ha dejado para abrir una nueva etapa laboral como director de operaciones del torneo de Mallorca, que se disputará de 19 al 25 de junio.
Antes de la presentación oficial, donde los organizadores anunciaron que Victoria Azarenka regresará a la competición en Mallorca tras más de un año alejada de las pistas por maternidad, Torralba se sentó con EL ESPAÑOL y repasó los motivos por los que ha dejado su profesión de siempre para embarcarse en un proyecto completamente nuevo.
Y lo dejó.
He disfrutado muchísimo cada día y no me arrepiento absolutamente de nada. El mundo del arbitraje me ha dado la posibilidad de crecer a nivel profesional, pero también a nivel personal. Mientras he estado arbitrando he sacado adelante mis estudios de derecho y luego un máster porque quería seguir evolucionando. Como le digo he disfrutado, pero hay otras cosas… ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Cómo puedo seguir avanzando? En el arbitraje me quedaban pasos por dar, pero más a nivel de partidos y esas cosas. Profesionalmente, el aprendizaje y el crecimiento que yo podía tener llevaba a un sitio con menos recorrido. De repente surgió esta oportunidad en Mallorca, se pusieron en contacto conmigo y no me lo pensé.
¿Los suyos qué dijeron?
Todo el mundo estaba muy feliz. Las personas más cercanas a mí, e incluyo ahí a mis amigos de la WTA, no se sorprendieron. Tantos años de convivencia ayuda a que te conozcan, a que sepan leerte. Igual sí que sorprendió un poco el momento y la forma, lo rápido que fue todo. Yo siempre he trabajado para estar preparado si aparecía una oportunidad y es lo que hice cuando llegó.
Hay árbitros que llevan toda la vida en la silla, ya está claro que no será su caso.
Todo va relacionado con la forma de ser, con la personalidad de cada uno. No es ni mejor ni peor intentar buscar un crecimiento fuera del arbitraje. Yo tuve la grandísima suerte de que las cosas me salieron muy bien. Por mi forma de ser, por mi personalidad, necesitaba tener desafíos distintos. Todo eso te mantiene muy vivo. Siempre vi el arbitraje como mi plan B de vida, desde pequeñito. Y por eso creo que me ha ido tan bien sentado en la silla todos estos años.
¿Por qué?
Al principio, yo estudiaba y ser juez de silla era mi hobby. Luego se convirtió en mi trabajo, pero mantuve una serie de compromisos con mi formación que para mí eran muy importantes. La oportunidad surgió y la acepté. No habría visto nada malo en seguir toda la vida vinculado al arbitraje, pero empecé el máster en Ohio y vi que había muchas partes de la industria que me atraían enormemente. Y creo que no me he equivocado.
No es ni mejor ni peor intentar buscar un crecimiento fuera del arbitraje
“El éxito de un árbitro es pasar desapercibido”, dijo usted en una entrevista con este periódico hace meses. Irse así, sin hacer ruido de ningún tipo, refleja su filosofía, ¿no?
Todos los pasos que he dado en mi carera van ligados a mi personalidad. Sigo pensando que es fundamental no ser protagonista. Es un poco mi forma de hacer las cosas, sí. Creo que hay coherencia en todo lo que he hecho y siempre he querido tener esa coherencia conmigo mismo. Estar un segundo plano, hacer el trabajo bien y que los demás valoren el resultado. Irme de esta forma… no tenía que hacer un gran anuncio ni mucho menos. Estoy creciendo, es mi vida profesional y tengo un reto enorme por delante. También es verdad que todo ha ido muy rápido, hay cosas que no se pueden planificar porque las oportunidades vienen muchas veces de repente. Hay que estar preparado para dar el paso.
La calidad de vida de un juez de silla es bastante alta. ¿No le da miedo salir de su zona de confort? Oiga, ¡que era usted Chapa de Oro!
Da mucho vértigo, pero también tienes la ilusión de estar frente a un nuevo reto. ¿Qué puedo dar yo? ¿Qué puedo aportar? Esas preguntas mueven montañas. He tenido una vida buena, sin ninguna duda. El arbitraje es una oportunidad laboral fantástica y claro que da vértigo salir de tu zona de confort, irte de un ámbito en el que has estado trabajando durante 10 o 12 años y donde te has ganado el respeto de todo el mundo a base de trabajar. Eso es lo que voy a intentar aquí en Mallorca: ganarme el respeto y la confianza de la gente trabajando poco a poco, pero muy duro.
¿Es un punto y final?
En un principio, veo mi futuro laboral más encaminado hacia donde estoy ahora. Como decía antes, en mi vida siempre ha sido importante tener una coherencia. He cerrado una etapa de mi vida y he abierto otra nueva. El plan es apostar por esto y dar lo mejor de mí para seguir creciendo en este ámbito.
He cerrado una etapa de mi vida y el plan es apostar por esto
¿Cómo es ahora su día a día?
Bueno… Había trabajado en varios eventos con Emotion, la empresa que tiene los derechos del torneo. Cuando surgió esta oportunidad ellos tenían una vacante en Mallorca y a través de amigos en común nos pusieron en contacto. Es un torneo en España, yo vengo del mundo WTA, tengo una formación que se ajusta y cuando nos sentamos a hablar nos entendimos rápidamente. Es una empresa con una reputación excelente.
Soy el director de operaciones del torneo. Es decir, me encargo de supervisar que todas las áreas vayan por buen camino. Competición, comunicación con la WTA, servicio a jugadoras, infraestructuras, patrocinadores… se trata de dar servicio a todos los diferentes ámbitos del torneo. Mi día a día ha cambiado radicalmente. He pasado de una vida que dominaba, que tenía muy estructurada, a tener otra más ajetreada, con muchas reuniones. Es un ritmo frenético, pero eso lo hace muy bonito.
Son dos trabajos distintos, aunque del mismo mundo. Seguro que se está enfrentando con situaciones desconocidas.
Sí, estoy encontrándome con situaciones nuevas todo el rato. Es un proceso de aprendizaje con un período de tiempo muy pequeño porque el torneo está a la vuelta de la esquina. Es también lo que mantiene tan enganchado al trabajo, que cada hora hay cosas nuevas. Lógicamente tengo a gente detrás en la empresa que tiene mucha experiencia. Además tengo un equipo en Mallorca que sabe cómo salieron las cosas el año pasado. Y tengo una comunicación fluida con la WTA es fundamental.
¿Cuál es el margen de crecimiento de Mallorca tras edición inaugural?
La filosofía del torneo es crecer en todo. El año pasado se hicieron las cosas muy bien, y eso que la primera edición siempre es complicada. Ahora estamos mejorando cosas a nivel de infraestructuras, de dar más retorno a nuestros colaboradores y de intentar buscar una parte más social. Escuchamos mucho a la gente que vino la temporada pasada para aprender de eso. Para tomar decisiones buenas lo primero que hay que hacer es escuchar.
¿La ciudad es un terreno fácil?
Nunca hay terrenos fáciles. Hay que entender el lugar y aprovechar el potencial. Mallorca es un sitio fabuloso para organizar un torneo como este. Es cierto que se juega en temporada alta y eso atrae a muchos extranjeros, pero nosotros queremos ganarnos a la gente de aquí. Por ejemplo, el nombramiento de Toni Nadal como director del torneo es una forma de adaptarnos al medio en el que estamos.
Es un proceso de aprendizaje con un período de tiempo muy pequeño. El torneo está aquí ya
¿Dónde cree que puede aportar usted más?
Quizás, en la parte más operacional. Al final, durante los últimos 12 años yo he ido a muchos torneos y he visto cómo estaba todo montado. Poder aportar un poco de esa experiencia, el conocimiento del reglamento WTA… La empresa Emotion es conocida en el mundo del tenis por los eventos ATP, este es el primero WTA que organiza. Las reglas son distintas e igual es ahí donde más incidencia puedo tener.
Como dice, lleva 12 años viajando y viendo torneos por el mundo. ¿Y si le aseguran entonces que Mallorca iba a celebrar uno WTA sobre hierba?
No me lo habría creído. Es una apuesta muy interesante que además nos da un plus de prestigio. Somos las únicas pistas de hierba natural que hay en España y además de una calidad máxima, supervisadas por Wimbledon. El apoyo que hemos tenido por parte de ellos para hacer las pistas de hierba ha sido muy importante. Es un producto especial.
Han pasado más de tres meses desde que arbitró su último partido. Algo lo echará de menos.
Todavía no he tenido tiempo ni de plantearme esa pregunta. Seguramente, cuando acabé el torneo, no sabré qué ha pasado en los últimos meses. En general, soy de mirar hacia delante y estoy completamente centrado en Mallorca. No tengo ninguna espinita clavada con la silla. Yo hice la final de Madrid, por ejemplo, que para mí fue muy especial. El año pasado arbitré en Wimbledon la de dobles mixtos. ¿Cosas que hice mal? Muchas, pero espinas clavadas ninguna. Tampoco había ninguna receta mágica para ganarse la confianza de toda la gente del mundillo, es algo que se gana día a día.
Entonces, ¿habrá algún homenaje?
¡Por Dios! No soy yo muy de homenajes y además nadie me debe nada. Cenas sí, muchas, para despedirme como toca, pero nada de homenajes porque no es mi estilo. Me vería como un protagonista y no es mi forma de entender las cosas. El homenaje me lo ha dado yo arbitrando, conociendo a tanta gente y viajando por lugares increíbles del mundo.
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