Antes de sentarse con este periódico en el restaurante de jugadores de la Philippe Chatrier, Carlos Moyà (Mallorca, España; 1976) cuenta que las apuestas con Rafael Nadal que se hicieron famosas en todo el circuito se han terminado, que ya no hay flexiones en las recepciones de los hoteles ni locuras de este estilo porque las partidas de PlayStation que ambos jugaban han pasado a mejor vida.
El ex número uno del mundo, que desde principios de temporada es uno de los entrenadores del campeón de 14 grandes, habla desde la tranquilidad que le han dado los resultados al equipo del mallorquín, que este lunes inicia la conquista de su décimo Roland Garros ante el imprevisible Benoit Paire.
¿Qué ha aprendido en estos seis meses?
Siempre se aprenden cosas. Soy un entrenador con poca experiencia y eso no puedo perderlo de vista. El año pasado con Raonic aprendí mucho y esta temporada con Nadal estoy intentando seguir haciéndolo. Aprendes en el día a día cuando vas conociendo más al jugador. Da igual que Rafa y yo nos conociéramos anteriormente, ahora le estoy conociendo de otra forma, más internamente. La responsabilidad es mayor, sobre todo por la parte emocional. Ser entrenador hace que te involucres emocionalmente, el año pasado con Raonic ya lo estaba. El técnico se tiene que involucrar en ese apartado sí o sí.
¿Llegó a involucrarse emocionalmente con Raonic?
Sí, mucho. No entiendo este trabajo de otra forma que no sea así. Nuestra función no se limita solo a las dos horas de entrenamiento en la pista, lo de fuera es tan importante como lo de dentro. Para eso tienes que conocer al jugador, saber sus inquietudes, sus problemas, sus aficiones… Así se puede sacar más provecho de la relación.
Buen amigo primero, entrenador después. ¿No es un problema para saber diferenciar?
Somos bastante maduros y abiertos. Él le tiene mucho respeto a su equipo como para poder hablarlo todo con claridad. Rafa acepta muy bien las cosas que le decimos porque creemos que pueden hacer que mejore. A ver, tampoco es que el 100% de las cosas que yo le digo tengan sentido, aunque puedan tenerlo desde mi punto de vista. Es un diálogo y el jugador es el que piensa y decide si es aplicable o no luego.
Como entrenador yo intento ayudar desde fuera, pero no es bueno darme más importancia de la que tengo
¿Se considera bueno en lo suyo?
He tenido la suerte de estar con dos jugadores que son de los mejores del mundo. Raonic creció del 14 al tres, pero creció él solo. El mayor mérito de todo lo tiene el jugador. Como entrenador yo intento ayudar desde fuera, pero no es bueno darme más importancia de la que tengo. He sido jugador y soy consciente de que el tenista es el que hace el trabajo duro, el que pasa tres horas entrenando a 35 grados, el que no descansa, el que toma las decisiones… Las dos experiencias que he tenido hasta ahora han sido muy buenas.
Entonces, ¿de quién es la culpa de que Nadal esté hoy otra vez peleando por todo?
La magia no existe, la culpa es solo de Nadal. Es el que está abierto a evolucionar, el que tiene la humildad para analizar lo que ha pasado estos dos años y ver por qué no ha sido tan competitivo como antes. Si el jugador no se deja aconsejar y ayudar… no hay nada que hacer.
“Necesitaba saber si estaba dispuesto a hacer todo para volver a ganar torneos del Grand Slam”, dijo usted en una entrevista con este periódico antes del pasado Abierto de Australia. Y vaya si lo estaba.
Nunca tuve ninguna duda. Sé los problemas que tuvo Rafa. Fue muy importante lo que hablé con él antes de unirme al equipo. Cuando hablas con un grande de la historia y ves que tiene hambre todavía… En ese momento supe que si las lesiones le respetaban y teníamos suerte al principio para conseguir algunos buenos resultados todo sería más fácil. Los triunfos dan la confianza que uno necesita. Obviamente, ganando es mucho más fácil asimilar los cambios que llegan cuando confías en una persona nueva, en cosas que pueda añadir.
¿De verdad lo tenía tan claro?
Le puede preguntar a él directamente. Tampoco le voy a decir que tenía claro que iba a jugar la final en el Abierto de Australia, pero sí que lucharía por todo.
Antes hablaba de asimilar los cambios. Su llegada supuso algunos en la forma de entrenar, más enfocada hacia ejercicios específicos. ¿Cómo lo ha aceptado él?
Lo que me da satisfacción es que ahora es Rafa el que pide que entrenemos así. Eso significa que no solo lo ha aceptado, es que considera que funciona. La comunicación es fluida con el jugador, pero el jugador también está en su mundo. No hablo solo de Rafa, a mí me pasaba en mi carrera. A un atleta de alto rendimiento le cuesta expresar las cosas, yo el primero. Es verdad que ha habido cosas que he propuesto y no se han hecho. No imponemos nada, es un consenso. Sin embargo, muchas cosas sí que se han llevado a cabo y creemos que están funcionando. Siempre he creído más en el entrenamiento específico, en ir al grano, en buscar lo que necesitas. Incluso en semanas de torneo, que es lo que hicimos en Melbourne por ejemplo. Está claro que en Mallorca se puede hacer mucho más y durante los torneos es complicado si va ganando, pero siempre intentamos hacer un repaso de lo que consideramos que es básico en el juego de Rafa.
A un atleta de alto rendimiento le cuesta expresar las cosas
Digamos que es su librillo particular.
No es algo que haya inventado yo, ni mucho menos. Desde el principio he creído más en esta forma de trabajar y también desde el principio lo hablé con Rafa. Le dije: ‘Creo que los entrenamientos van a ir por aquí, que los cambiaremos un poco’. Y tanto él, como Toni y Francis me dieron bastante libertad para poder hacerlo. Como le decía antes, todo es razonado y consensuado. Conozco mucho al jugador y no iba a llegar y proponerle entrenar haciendo saque y volea. Visto desde fuera es diferente e igual me pasa a mí dentro de tres o cuatros años con Rafa. Estar en el día a día hace que quizás se te escapen algunas cosas. Si viene alguien de fuera puede ver cosas interesantes.
¿De qué está más orgulloso en este tiempo?
De que Nadal está preparado de nuevo para ganar grandes torneos. Eso es lo más importante y se compone de pequeñas cosas que van sumando. Obviamente, al saque quizás no le sacaba todo el provecho que podía, sobre todo con su segundo servicio. Ahí no es un tema de técnica, es un tema de atreverse, de decisión. También hemos trabajado mucho la derecha, mucha repetición, atacando y variando. Son pequeños detalles que le han ayudado, claro.
Perdió la final del Abierto de Australia y, sin embargo, eso no le afectó en los meses siguientes, que quizás habría sigo lo lógico.
Pero se recuperó.
No se vino abajo, estamos de acuerdo. Ahí ha demostrado ser un gran campeón. Fue una derrota que dolió mucho, pero le hizo ver que volvía a estar para pelear por cosas grandes. Pesó más eso que la decepción de perder el título.
Si miramos los resultados y la historia… no podemos negar que es el nombre que la gente tiene en su boca. La realidad es otra. Siempre intentamos ir sabiendo que las cosas se pueden torcer en un mal día, aunque hasta ahora prácticamente no ha tenido ninguno de esos. Siempre es un tópico y todo lo que usted quiera, pero hay que ir partido a partido. Es la base y la clave de todo su éxito.
Es un tópico, pero hay que ir partido a partido. Es la base y la clave de todo el éxito de Nadal
¿Pero quién le va a ganar a cinco sets?
Aquí hay más opción de volver, tiene más margen. Por algo ha ganado nueve veces el torneo, eso es evidente. Los rivales son los que ha ido teniendo este año en estos últimos meses.
Póngase por un momento en la piel del entrenador rival. ¿Cómo le explica a su jugador que tiene que medirse a un rival que ha ganado nueve veces el torneo?
Esa fue una de las cosas que hice mucho el año pasado con Raonic y que ahora estoy intentando hacer con Rafa. Se tienen que poner en la piel del otro, sentir lo que está sintiendo el rival. Cuando uno es jugador siempre se preocupa de lo suyo, pero no mira al otro lado de la red. Como entrenador se ve mucho más amplio este aspecto. Por ejemplo, le haces ver que si hoy estaba incómodo entrenando porque la bola volaba mucho cómo se estaba encontrando el otro con el efecto.
El sorteo del cuadro ha sido amable.
Al final, los cuadros son muy relativos. De lo que teníamos en cada torneo a lo que luego nos ha tocado… Queda muy lejos todavía. En el horizonte siempre ves el lugar en el que están los rivales históricos, pero en un Grand Slam hay siete contrarios, no 128. Es simple: hay que ganar a siete rivales para levantar el título.
Tras casi un año de sinsabores, Djokovic rompió con todo y ahora ha iniciado una aventura con Agassi. ¿Qué le dice?
También sorprendió Lendl y Murray o Becker y Djokovic. Hacía 20 años que no veía a Lendl hasta que volvió al circuito con Murray. Agassi… ahora he escuchado que va a estar uno o dos partidos, ¿no?
Eso parece, sí.
Pues eso me sorprende un poco más, pero es cierto que le puede despertar cosas. Seguramente, Djokovic ha admirado a Agassi cuando crecía como jugador. Dos pequeños detalles que le pueda decir seguro que le ayudarán, si es que ha sido solo un problema de falta de confianza. Si ha sido falta de entrenamientos… ahí ya es más complicado. No sé qué problema puede haber tenido Djokovic.
¿Y Murray? Está en una situación parecida, aunque posiblemente por causas distintas.
Lo de Murray sorprende un poco porque el año pasado estuvo a un nivel muy alto. También somos conscientes de que tarde o temprano Djokovic y Murray van a volver a su mejor nivel. Por distintos motivos han tenido un bajón, imagino que por causas distintas, pero a nadie de este nivel se le olvida cómo jugar a tenis. Esperamos la mejor versión de ellos en cualquier momento y hasta entonces hay que estar preparados para intentar ganar el mayor número de partidos posibles. Rafa está haciendo lo que tiene que hacer: ganar sus partidos. Si sus rivales de siempre no están jugamos con el contrario que nos toque.
Esperamos la versión de Djokovic y Murray en cualquier momento, pero mientras tanto hay que ganar el mayor número de partidos posibles
¿La derrota con Thiem de hace unos días fue por fatiga mental?
Un poco sí, al menos desde mi punto de vista. A estos niveles, si bajas un 1% y te mides a un rival de la máxima exigencia lo normal es perder. Al margen, jugar tres veces seguidas hace que el derrotado vaya ajustando su juego, probando cosas nuevas. Thiem lo hizo y le funcionaron. Unido a que Rafa estuvo un poco más lento…
¿Y nunca se planteó renunciar a Roma?
No se habló en ningún momento. Para mí también es difícil siendo el primer año. Hay que ver cómo responde Rafa. Es normal lo que pasó, no es ninguna catástrofe ni mucho menos. La derrota no cambia nada.
Federer decidió saltarse toda la gira de tierra para preservar su cuerpo y porque sus opciones de victoria son pocas. ¿Nadal debería hacer lo mismo con la hierba?
Ha hecho cinco finales en Wimbledon, ganando dos de ellas… Si está físicamente bien no hay que renunciar. Si físicamente está un poquito tocado hay que verlo.
¿Cree que puede llegar a ser número uno sin buscarlo?
Las cosas no llegan sin buscarlas.
Él ha dicho que no va a hacer un calendario pensando en eso, como sí hizo cuando era más joven.
¿Cuál es el calendario que hace? ¿Qué podría hacer? ¿Ir a jugar en tierra después de Wimbledon? Yo lo que quiero es Rafa a largo plazo, no a corto plazo. Quiero que esté igual de motivado que ahora en octubre y también dentro de dos años. A los 20 años quizás había cosas que funcionaban y ahora hay que ir con más cuidado.
Una carrera que se iba a terminar a los 26 años sigue con mucha vida cerca de los 31. ¿Es normal?
Cuando tienes 26 años ves los 30 muy lejos. El tiempo pasa rápido, ves que tienes 31 y dices: ‘Si estoy bien, ¿para qué me voy a retirar?’. Está con ganas y con ilusión. Las cosas le están saliendo bien. Se ve competitivo y va a seguir adelante. Hay Nadal para rato.
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