A Grigor Dimitrov no le quedó más remedio que terminar aplaudiendo. El viernes por la tarde, durante su entrenamiento con Novak Djokovic, el búlgaro vio cómo Andre Agassi le devolvía tres restos de revés a la línea y se quedó asombrado. Un rato después, cuando el número 12 del mundo ya estaba en la ducha, fue Nole el que disfrutó de algo que parecía increíble hace unos días. El exnúmero uno del mundo, que en Roland Garros le acompaña como entrenador tras estar unas semanas asesorándole telefónicamente, se pasó un buen rato peloteando con Djokovic para cerrar su segundo día de entrenamientos juntos y seguir dando forma al camino que ambos se han propuesto recorrer con el objetivo de devolver al serbio a su máximo nivel de forma.
“Me alegro mucho de que haya aceptado venir en persona a París para poder pasar algún tiempo juntos”, se arrancó el campeón de 12 grandes, que se estrenará en el torneo contra Marcel Granollers. “El jueves fue nuestro primer día de trabajo. Entrenamos dos veces y luego tuvimos una conversación muy, muy larga por la noche. Pareció que nos conocíamos de toda la vida, hicimos clic y conectamos muy rápido”, reconoció Djokovic.
“Me inspira mucho y esa es una de las cosas que sentí que necesitaba: inspiración nueva de alguien que sabe exactamente por lo que estoy pasando, tanto dentro como fuera de la pista. Él ha tenido muchas transiciones y ha estado en mi lugar antes de ganar torneos grandes”, insistió Nole. “Es una gran oportunidad para aprender, crecer y experimentar”.
Hace meses, Djokovic consiguió el número de teléfono de Agassi porque quería darle las gracias después de que el estadounidense se deshiciera en elogios hacia el serbio en cada aparición pública, piropeando el juego del número dos del mundo y defendiéndole incluso cuando vinieron mal dadas, como en los últimos tiempos. Lo que empezó siendo una llamada cordial se acabó convirtiendo en una larga charla que construyó el punto de partida de una interesante relación profesional, la que acaba de comenzar ahora en París.
El estadounidense, casi desaparecido del circuito desde que se retiró en 2006, en un segundo plano que muchos de sus compañeros de generación no han aceptado de la misma forma, declinó la oferta inicial de Djokovic, pero acabó dando marcha atrás después de sentarse a sopesar la decisión con Steffi Graf, su mujer y campeona de 22 grandes. Así, y tras asesorar telefónicamente al serbio durante Madrid y Roma, Agassi viajó a París, donde estará algunos días con Nole (un par de partidos, posiblemente) para intentar rescatarle de la crisis de juego que atraviesa antes de irse de vacaciones con su familia y ver a dónde les lleva el futuro.
“Ambos esperamos que esta unión pueda traerme éxito en la pista, pero al final se trata de una ocasión para nosotros de evolucionar, primero como personas y luego como jugadores”, explicó Djokovic. “No me he dado prisa en conseguir un nuevo entrador porque confío en mí, creo en mis habilidades. Me di un tiempo, fui paciente”, siguió el serbio, que ha jugado solo los dos últimos torneos, sin un técnico que le ayudase de cerca. “Ahora, Andre es la persona perfecta para mí en todos los aspectos. Estoy tratando de absorber al máximo todo su conocimiento y experiencia que comparte conmigo”.
Al fin, el plan de Djokovic está en marcha y va muy en serio: tiene a una leyenda sentada en su banquillo para darle consejos de oro y además han congeniado desde el primer minuto. No parece una mala idea, a falta de ver los resultados y la continuidad en el tiempo de una pareja que ha puesto Roland Garros patas arriba.
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