Una imagen promocional de 'El secuestro'

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'El secuestro': risas humildes contra políticos impunes

Fran Nortes escribe y dirige en el Teatro Lara una pieza de teatro popular que desarrolla a modo de comedia delirante y desmadrada un conflicto real de actualidad.

9 septiembre, 2024 10:49

La temporada teatral madrileña va tomando cuerpo, pero le cuesta. Los teatros públicos son holgazanes y para algunos el verano dura tres meses y medio. Un tiempo del que se apropian los teatros comerciales que no descansan, y que con sus primeros estrenos, fundamentalmente comedias, nos dan pistas del nivel artístico y del pulso del negocio teatral que se avecina.

Ocurre que, excepto algunos estrenos desafortunados de los que ya he dado cuenta en este mismo espacio, lo que abunda y se anuncia son reposiciones, como la recomendable El secuestro, que continúa en el cartel del Teatro Lara programada los fines de semana y hasta el próximo año.

Siempre reconforta en esta ciudad de los grandes teatros públicos y sus costosos espectáculos ver uno de hechuras humildes, que hace reír y logra que pasemos un buen rato como quien se come un helado. En esta categoría se inscribe El secuestro, pieza de teatro popular que desarrolla a modo de comedia delirante y desmadrada un conflicto real de actualidad.

Fran Nortes, actor habitual de la televisión, firma la dirección de esta obra que también ha escrito y en la que se revela bastante hábil en el manejo de los resortes de lo cómico. La pieza se estrenó en 2016, pero el Teatro Lara la ha repescado en una nueva producción que se ha comportado como uno de los mejores carburantes de su taquilla durante este pasado verano.

Hasta hay ironía en la publicidad de la obra: “Una obra de gente de la calle y de políticos, de familia que se quiere como se quieren las familias y que nos recuerda que con humor y una escopeta de cartuchos las penas se llevan mucho mejor”.

No es una obra política, lejos de las intenciones de Nortes, pero sí tiene un trasfondo social que nos conduce a nuestro presente y da una pincelada sobre la desfachatez e impunidad de nuestros políticos ante la creciente desesperación de una clase media y baja cada vez más empobrecida y que soporta sus normas arbitrarias.

El conflicto en el que se inspira es realista, plausible, capaz de despertar la complicidad con el espectador: Paco, el protagonista, ve peligrar su carnicería en el mercado de abastos de La Latina, donde lleva trabajando toda la vida, porque el gobierno de la ciudad quiere cerrar el mercado.

La desesperación de un hombre en la cincuentena, que difícilmente puede encontrar hoy trabajo y seguir viviendo en una ciudad tan cara como Madrid si lo pierde, le lleva a secuestrar al hijo del ministro, cuyo voto es decisivo para decidir el cierre del mercado.

Paco no sabe nada de secuestros, pero tiene una familia que no solo comprende su acción, sino que le apoya y colabora en tamaña empresa, aunque sean unos torpes iniciados en la materia.

Estos seres son ordinarios, llevan vidas corrientes, no son idealistas, pero se quieren y se apoyan y ante una situación de impotencia, comparten su ideal de justicia basado en tomársela por su mano.

Hay una inversión del orden que desata la empatía del espectador, porque también a él le gustaría secretamente vengar esa prepotencia de los que nos gobiernan, aunque no se atreva.

La comedia alcanza su vuelo gracias a estos cómicos que Nortes ha reunido y a los que dirige en clave de farsa, con una escenografía de cartón-piedra modesta y barata que funciona como postizo evidente y deliberado para el tipo de producción que se pretende.

El actor Leo Rivera es el bufón de la función, el más torpe e inútil de todos, un caricato en toda regla sin prejuicios para jugar con posturas, caras y acciones ridículas que provocan las risotadas del público; Diana Lázaro (y que ahora ha sido sustituida por Yolanda Vega), en su papel de esposa de Rivera y materia gris de su matrimonio, es la hermana del secuestrador, mujer enérgica, decidida a apoyar a Paco, que actúa como esa “escopeta de cartuchos”.

Carlos Chamarro da vida a Paco, el secuestrador, que en contraste con su hermana es un pobre hombre pero, eso sí, con voluntad de hierro y coraje. Y Carlos Heredia y Oscar Lasarte, el político corrupto y su hijo secuestrado, también un meritorio a político corrupto.

Siempre es el teatro popular el que reconcilia a una sociedad, decía Peter Brook, que lo identificaba como “el teatro del ruido” y del que añadía: “el teatro del ruido es el teatro del aplauso”. Hoy, que hasta las funciones más penosas reciben una ovación del público, resulta difícil leer los aplausos de los espectadores, distinguir si la obra ha gustado verdaderamente o son de cortesía.

Cuando terminó la función de El secuestro, yo apostaría que los allí congregados recibieron a los actores con alegría y agradecimiento sincero por esta hora y media de evasión y risa.

El secuestro

Teatro Lara

Director y autor: Fran

Intérpretes: Carlos Chamarro, Leo Rivera, Yolanda Vega, Carlos Heredia y Oscar Lasarte.

Escenografía: Asier Sancho

Iluminación: Cia de la Luz

Vestuario: Mario Pinilla

Producción: Antonio Fuentes (Teatro Lara)

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