Un momento de 'Pineda', de Patricia Guerrero. Foto: Marcos Medina

Un momento de 'Pineda', de Patricia Guerrero. Foto: Marcos Medina

Danza

'Pineda', de Patricia Guerrero: tanto arte que es difícil describirlo con palabras

Llega el personaje con la misma fuerza que la soñó Lorca y las más exquisitas frases coreográficas al recién estrenado escenario del Centro de Danza Matadero de Madrid.

Más información: Patricia Guerrero y el Ballet Flamenco de Andalucía llevan a Nimes 'Pineda', "el Lorca más rompedor"

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Era la Granada oscura del absolutismo y Mariana Pineda borda en la sombra el estandarte de la libertad, hilo a hilo, destino a destino. Ama a Pedro de Sotomayor, pero el amor es un río fugitivo, y la justicia un grito sofocado. La traición la cerca, la delación la nombra. Don Pedrosa –sombra implacable— le ofrece la vida a cambio de su alma, mas ella elige la muerte con la dignidad de quien no teme al olvido.

En el cadalso, su figura se yergue como un último estandarte, y su nombre, sellado en la sangre, se alza inmortal, latido eterno en la memoria de los pueblos… y esa fue la Pineda que el poeta inmortalizó cuando aún no redondeaba las tres décadas de su vida. 

Casi cien años después, llega Pineda a nosotros con la misma fuerza que la soñó Lorca. Hoy, más flamenca que entonces, en las carnes de la incombustible Patricia Guerrero y sobre el recién estrenado escenario del Centro de Danza Matadero. 

Guerrero, con el Ballet Flamenco de Andalucía, ha hecho brillar el estreno de una temporada que, sin lugar a dudas, tocará el cielo. El conjunto de bailaores, cantaores y músicos logran fusionar tanto arte que es difícil describirlo con palabras. 

Con un empezar rotundo, Mariana se nos presenta dócil y esperanzada como su vestido verde, que te quiero verde. Y es aquí uno de los grandes aciertos de Pineda: la evolución del personaje central de la trama.

Un momento de 'Pineda'. Foto: Marcos Medina

Un momento de 'Pineda'. Foto: Marcos Medina

El transcurrir del tiempo arrastra a Mariana, la endurece, la agujera, la transforma en la heroína que ha perdurado en la memoria universal. Todo ello arropado por un cuerpo de baile que nos regala, escena a escena, las más exquisitas frases coreográficas que podamos imaginar. 

Todo funciona, todo engarza. La música, el vestuario, el canto, el taconeo, las escenas corales y los magníficos solos. Pero quizá tenga que escoger y escojo: me quedo con el sublime y desgarrador “diálogo” entre Mariana y Pedrosa; un enorme reto interpretativo con fuerza huracanada que cortó más de un aliento en la noche del estreno. 

Entonces, llega el final. El esperado momento donde el equilibrio se podría romper por aquello de buscar un dramatismo exagerado, efectista y desproporcionado. Pero no, estamos ante artistas excelsos, y en lugar de un desgarro sin control, Pineda se nos va cual noble espectro, entre el dolor de quien la llora y los aplausos sinceros de un público conocedor. 

Gran comienzo del Centro de Danza Matadero, una apuesta que ya se muestra segura bajo la dirección de María Pagés y El Arbi El Harti. Un sueño de la delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, que ha dejado abandonado el plano onírico para devenir palmaria realidad.