Image: Cernuda ya no habita el olvido

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Teatro

Cernuda ya no habita el olvido

José Luis Gómez encarna al poeta en La Abadía

14 noviembre, 2002 01:00

Escena del montaje. Foto: Mercedes Rodríguez

Memoria de un olvido. Luis Cernuda 1902-1963 da título al nuevo espectáculo que dirige e interpreta José Luis Gómez, acompañado del actor Israel Elejalde, y que estrena el 21 de noviembre en La Abadía de Madrid. Como ya hiciera con Manuel Azaña, Gómez da vida al poeta siguiendo una dramaturgia que recrea sus vivencias y su alma pero que también pretende ofrecer una mirada de España a través de las palabras del poeta. La obra, que ha sido producida gracias al apoyo de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, se suma a los actos del centenario del poeta.

En la misma medida en que hace años José Luis Gómez trató de ver la historia de España reciente por la mirada de Azaña, lo hace ahora en la Abadía por la mirada de Luis Cernuda. Memoria de un olvido es el título de esta recreación del mundo cernudiano, acertadísimo nombre y no sólo por lo que afirma y niega de uno de los más adoloridos poemas de Cernuda: Donde
habite el olvido
, memoria de una piedra sepultada entre ortigas. Pero también podría llamarse este espectáculo como se llamó el de Azaña: Una pasión española; memoria, mirada, hombres transterrados; una poética del destierro y, a contraluz. A fin de cuentas, también José Luis Gómez, mutatis mutandis, fue hombre de éxodos y lejanías; aprendió teatro en Francia, Polonia y Alemania de donde volvió con Bertolt Brecht bajo el brazo y un cargamento de sueños y fantasías. Luis Cernuda no pudo, acaso nunca quiso, regresar. El sevillano, como un ilustre antepasado suyo, Blanco White, tenía demasiada prevención al "español terrible con una piedra en la mano".

Huir del morbo
La recreación morbosa de la amargura de Cernuda -el destierro, el sexo herido, la soledad buscada- es un peligro que acecha a toda exégesis del autor de La realidad y el deseo; amenaza que, a lo que se ve, ha sido inteligentemente superada por la selección de textos de Azucena López Cobo y Carlos Aladro. Me parece que fue Juan Gil-Albert quien se preguntó si a Cernuda le atormentaba la vida o se atormentaba él. Es decir, el autontimorúmenos, el atormentador de sí mismo. Sobradas razones debía de tener Gil-Albert, fervoroso amigo de Cernuda, para esta duda. Más nadie se atormenta a sí mismo porque sí ni es necesario recurrir al autocastigo para justificarse. La vida ofrece suficientes ocasiones para ello y la España de aquellos años más.

José Luis Gómez, que dirige e interpreta Memoria de un olvido, no ha intervenido en la selección de textos salvo en la fijación del punto de partida: un Cernuda sin amputaciones. Sobre el negro muro del fondo del escenario, la ventana de un video por la que asomarse al poeta y a su tiempo; es el complemento visual y esencial de la letra de los poemas: los amigos, la guerra, el destierro. En resumen, la lucha por la dignidad que caracteriza la vida y la pasión de Luis Cernuda en distintos frentes: como poeta, como hombre, como español arrojado a las tinieblas exteriores. Por lo tanto, si se trata de redefinir a este hombre, constreñido frecuentemente a la amargura del amor y la pulsión culpable del sexo, hay que hacerlo también, y sobre todo, a través de su sentimiento de España y los españoles. Ambas cosas son indisociables. Si es cierto que se canta lo que se pierde, también lo es que sólo aquello que se ha amado puede degenerar en odio.

Conviene que esto quedara claro pues la "españolidad" de Cernuda, ensalzada en los últimos tiempos con igual contumacia con que a su generación se le negó, nace de una España terrible, de su soledad de España. Para conjurar esta soledad Cernuda recurrió al desdoblamiento coloquial de parte de su obra y José Luis Gómez ha recurrido también a otro desdoblamiento: un doble, una sombra (Israel Elejalde), el otro Cernuda con el que comparte versos y evocaciones y sobre el que apuntala una dramaturgia que huye del estatismo.

La amargura sombría de Cernuda es inseparable de la España intolerante de la Inquisición secular y de la España fascista de la guerra civil; esa España triste, colérica y vengativa que haya eco en los poetas pero, extrañamente, no lo haya en los músicos españoles. Por eso, José Luis Gómez ha recurrido a compositores extranjeros: Shostakovich y Messiaen en especial; el holocausto, los campos de concentración nazi atormentando pentagramas apátridas y acompañando los versos de un español sin tierra.

Más cerca de Goya que del 27
A veces pienso que, pese a su dandismo y equilibrio, la cólera de la lírica cernudiana esta más cerca de don Francisco de Goya que de las gentes del 27. Acaso no sea ocioso recordar que en el acto, tomado por fundacional, el homenaje a Góngora en Sevilla, Luis Cernuda no aparece en la foto; y que su primer libro no recibió sino silencios, recelos y hostilidad. O que, años más tarde, en plena guerra civil, por cantar los bellos cuerpos amados de los mancebos algún comisario del Ministerio de Instrucción Pública eliminaba de los "poetas de la España leal" su poema A un poeta muerto.

Cernuda, español hasta la médula; seguro que sí. Pero no hay que olvidar las raíces de esa españolidad. He aquí algunas muestras irrefutables: "ellos, los vencedores/caínes sempiternos, /de todo me arrancaron./Me dejan el destierro"; o esta otra: "Soy español sin ganas/ que vive como puede bien lejos de su patria/ sin pesar ni nostalgia/ [...] tanto que prefiero/ no volver a una tierra cuya fe dejó de ser la mía".