Image: La vida que me diste

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Teatro

La vida que me diste

Ionesco a dúo

3 enero, 2008 01:00

El director, Salvador Bolta, con los actores

"Las desgracias", dijo Macbeth, "nunca vienen solas, sino en batallones". Lo que el pérfido escocés no podía saber es que en nuestro tiempo llegaría a decirse lo mismo de los libros, las películas, y, últimamente, las obras de teatro: vienen en grupitos temáticos. Alguien escribe con éxito un bestseller sobre la Sábana Santa y al día siguiente tenemos catorce. Saturados de templarios, virus zombificadores, musicales y puntocoms, parece ser que lo que se lleva en esta temporada son los enfrentamientos de pareja. Y como, de algún modo, La cantante calva es un antecedente freak de las peloteras entre Marina y Cuchifritín, es lógico que Ionesco ocupe un lugar de importancia en esta moda. Eugene Ionesco vivió una época en la que cuando se hablaba de emigrantes rumanos no se pensaba automáticamente en un señor que vende pañuelos en la esquina, sino en algunos de los más relevantes artistas e intelectuales europeos del siglo, entre ellos Eliade, Brancusi o Cioran. Radicado en París, coincidió en el tiempo con un grupo de dramaturgos -Adamov, Beckett, Genet…- que no se parecían nada entre sí y a los que Martin Esslin hizo el flaco favor de bautizar como Autores del Teatro del Absurdo. Se tiende a filosofar sobre el sentido profundo y enigmático de estos escritores; pero Beckett confesó una vez que Godot sólo era el nombre de un antiguo casero suyo, e Ionesco dijo que había escrito La cantante calva fascinado por las estúpida simpleza del método de inglés que estaba estudiando, y aunque no debe uno fiarse demasiado de lo que los autores revelan sobre sí mismos, es prudente fiarse todavía menos de los sesudos análisis de los especialistas: el propio Ionesco tuvo una agarrada con Kenneth Tynan porque éste le acusó de no ser lo suficientemente comprometido… Delirio a dúo, que ahora se estrena en el Centro Dramático Nacional, no se cuenta entre las obras más populares del autor, si bien tampoco es completamente desconocida aquí: el Teatro de la Danza la montó hace unos años. Ionesco muestra a una pareja cruelmente atada por la monotonía y el odio: "¡Fíjate qué vida me has ofrecido!" dice ella, arrepentida de haber abandonado a su tedioso marido para irse con un amante presuntamente romántico que resultó ser más tedioso aún. Mientras tanto, en el exterior, una guerra lo está destruyendo todo. Todo excepto la mezquindad de la relación. Porque, como asegura él, "mal es mejor que peor", y a veces las discusiones caseras se convierten en la perfecta excusa para no ver cómo va el mundo.