Joan Font en 'El vendedor de humo', obra de la que es autor, director y protagonista

Joan Font en 'El vendedor de humo', obra de la que es autor, director y protagonista

Teatro

Joan Font: "Hay gente joven que hace teatro en los pueblos, y a veces sale algún loco que te sorprende"

El mítico director de la compañía Comediants ha sido el protagonista de las jornadas internacionales 'A cielo abierto' en Las Palmas de Gran Canaria.

10 julio, 2024 02:09

Director de escena y mundialmente conocido por su compañía Comediants, Joan Font ha sido el protagonista de las jornadas internacionales A cielo abierto que han reunido en Las Palmas de Gran Canaria a profesionales y estudiosos del teatro de calle y que inauguraron el festival Temudas de la ciudad, hasta el 25 de julio.

Afable e infatigable, Font continúa a sus 75 años dirigiendo espectáculos, centrado últimamente en la ópera, pero también dedicado a preservar la memoria de su mítica compañía que ha sido y es el gran referente internacional del teatro de calle. Un teatro que, como se ha podido oír en estas jornadas, no atraviesa por sus mejores momentos, entre otras razones porque las leyes dictadas desde la Unión Europea, asunto muy criticado en el foro, prohíben numerosas tradiciones y fiestas mediterráneas patrias por su culto al fuego y su gusto por la pólvora.

Pregunta. ¿Cuál es su diagnóstico del teatro de calle actual?

Respuesta. No hay muchas nuevas propuestas, sí hay más circo, danza… Siempre he creído que la calle es nuestra segunda casa, y este espacio tiene que ser de aprendizaje, de ágora, de mestizaje, de discusión… Pero cada vez nos da más miedo discutir, y yo digo: "si se discute con nobleza, ¿qué pasa?". Es necesario buscar puntos en común y disfrutar de esos momentos. La calle tendría que recuperar este espacio común, de fiesta, de encontrarse, de colaborar… esto no es fácil. Estamos en un momento de negrura, la sociedad es más violenta, menos tolerante. Yo flipo con lo que está ocurriendo, con las posiciones tan radicales. No estamos capacitados para ir a la velocidad de cómo suceden las cosas.

"Estamos en un momento de negrura, la sociedad es más violenta, menos tolerante"

P. El debate sobre la libertad y la seguridad limita nuestros movimientos en el espacio público, ¿no cree?

R. La gente sabe organizarse muy bien. Yo hice Demonis frente a cien mil personas en el Festival de Bogotá, recuerdo el titular: "Ganamos al Papa y a Reagan" por el número de convocados. La policía nos decía que teníamos que poner una barrera. "No, no la pongan", les decía, si es necesario la ponen un poco más allá y también una ambulancia. Pero en la Semana Santa de Sevilla no hay muertos, si acaso pisotones; en la Patum de Berga, más bestia que eso, no hay muertos; tampoco en las Fallas… La gente nos sabemos organizar.

P. ¿Qué espectáculos tiene entre manos?

R. Se cumplen 25 años del Petit Liceu (El Pequeño Liceo), que se creó con La petita flauta mágica, que dirigí después de hacer la de adultos. Todavía está viva y se han hecho más de mil representaciones en catalán, castellano y francés. Me han propuesto hacer una reflexión sobre la historia del Petit Liceu, cómo han cambiado las cosas, mucha gente que veía el espectáculo hace diez años ahora puede que ya tenga hijos.

»Será una reflexión sobre el paso del tiempo, cómo ha cambiado esa perfección familiar, el concepto de familia, del tiempo, de ir a ver espectáculos… la tecnología nos lleva a vivir la vida en dos dimensiones y el teatro y la ópera tiene tres. Y luego preparo otro proyecto para público adulto del Liceo, que no va a ser una ópera estándar.

"La tecnología nos lleva a vivir la vida en dos dimensiones y el teatro y la ópera tiene tres"

P. También acaba de estrenar un monólogo para representar por los teatros.

R. Espero ir a Madrid con él, lo paso muy bien haciéndolo. Cuento un poco el viaje de mi vida, la Passio de mi pueblo, Olesa de Montserrat, y sus fiestas populares… donde yo empecé en esto y donde hicimos tantas cosas que hoy nos denunciarían por exceso de actividad. A partir de aquí, cuento cómo la vida te lleva, cómo llego a Barcelona en 1968, donde conecto con el movimiento cultural antifranquista, el momento que te toca vivir...

P. He podido observar que es bueno contando historias, y tiene muchas anécdotas divertidas. ¿De dónde le sale esa vena?

R. Eso me sale de mi familia, concretamente de mi abuela. Soy el menor de tres hermanos, vivíamos en una casa grande, en la plaza del pueblo, donde mi padre nos montó un teatro de pequeño formato en la terraza y venían los amigos. Mi abuela tenía la paciencia de estar con nosotros, nos hacía de partenaire en los sainetes que representábamos y nos contaba historias, nos enseñó a hacer barquitos de papel y eso ha sido una gran fuente de inspiración durante toda mi vida. Es verdad lo que dicen de que la infancia es el momento más importante de las personas. En aquella época, a pesar de todo, las familias nos protegían del mundo exterior, te ayudaban.

"Me encanta lo falso que es el teatro, jugar con la mentira para hacer la verdad"

P. ¿Tuvo una feliz infancia de niño de pueblo?

R. Sí, sí… yo desaparecía, mi familia me buscaba por todo el pueblo, me quedaba dormido en un sofá del teatro porque ensayábamos sainetes e historias que ya me ocupaba de organizar… Justo ahora hablaba de teatro amateur, sigue siendo muy importante. Yo voy a dar charlas siempre que puedo sobre esto, porque vengo de esto. Hay gente joven que lo hace en todos los pueblos, y a veces sale algún loco que te sorprende.

»Yo he hecho pastorets, sainetes, en la fiesta mayor también participaba en el entoldado, que todavía se monta, en el que contábamos chistes y lo que fuera. Me encanta porque el teatro es lo más falso que hay en la vida. Lo veía cuando hacía la Passio, por ejemplo, que mataban a Cristo y al domingo siguiente volvía a estar ahí, no se moría. Era más falso que un duro sevillano. Me encanta esta idea de lo falso que es el teatro, no hay nada igual: jugar con la mentira para hacer la verdad.

P. ¿Por eso el título de su monólogo: El vendedor de humo?

R. Cuando ves una obra de teatro, al acabar no queda nada. Bueno, te queda el recuerdo de la emoción que has sentido. Quedarán documentos, imágenes, un video… la memoria, pero eso no es teatro, porque el teatro es lo que vives. Y por eso digo que vendo humo.

Joan Font en 'El vendedor de humo', obra de la que es autor, director y protagonista.

Joan Font en 'El vendedor de humo', obra de la que es autor, director y protagonista.

P. ¿La ópera ha sustituido el teatro de calle que hacía con Comediants?.

R. Cuando empiezo con Comediants siempre hablo de temas como el sol, la tierra, la noche, los sueños, el amor, la soledad, en Mediterrania hablo de los mitos, las leyendas, luego hago Tempus, el tiempo que pasa… son temas universales que todo el mundo entiende y por eso he viajado tanto por el mundo.

»Gente más culta y preparada que yo, Maria Aurèlia Capmany, cuando estaba en el Institut del Teatre, siempre me decía: "Léete el Libro de las bestias, de Ramón Llull". Yo pasaba de todo, estaba en otra galaxia. Pero un día se me ocurrió leerlo, y me dije: voy a hacerlo pero en sala. Es un bestiario increíble, no había visto nunca nada igual, me encantaba la idea de que no hubiera hombres… a partir de ahí me encargaron hacer La flauta mágica, y más tarde Orfeo y Eurídice.

P. ¿Siempre encargos?

R. Me encanta trabajar por encargo, me permite aprender y conocer cosas que por mí mismo no se me ocurrirían. A partir de esas óperas empecé a recibir encargos de distintos directores europeos, y el de la ópera de Cardiff, del Reino Unido, me pidió La cenerentola, de Rossini, que estrenamos con Juan Diego Florez. Como luego a este director lo nombraron director de la Opera de Houston, me encargó todas las óperas bufas de Rossini.

"Lo que más me gusta de Estados Unidos es el respeto que tienen a los creadores"

P. ¿Qué aprecia de Estados Unidos?

R. El respeto que tienen a los creadores, vieron enseguida que me comprometo con los actores-cantantes. Y luego, si te inmiscuyes en otro terreno que nos es el tuyo, te lo dicen pero en el buen sentido, sin malos rollos. Te preguntan siempre si estás contento. Cuando terminamos cada día el ensayo hay reuniones de todo el equipo con el director para analizar el ensayo. Él te da su opinión y eso hace crecer el sentimiento de compañía, algo que por cierto valoran mucho las críticas norteamericanas.

P. ¿Es buen público?

R. Sí, son como niños, se sorprenden mucho. En La cenerentola hay un momento en el que hay una carroza que la tira una rata y después otra tira de un cordel y hace saltar una rueda. Recuerdo que el escenógrafo me dijo que podía hacer eso técnicamente, monitorizándolo, sin el cordel. Pero le invité a que se pusiera entre el público el día del estreno y lo viera tal y como yo lo había concebido. Cuando terminó, vino y reconoció que estaba confundido. Lo artesanal, la sencillez crea magia y poesía, utilizamos pocos elementos que funcionan mejor que un robot que a nadie va a sorprender.

P. Los sueños es uno de los temas preferidos de su teatro. ¿Disponer de una extraordinaria caja de ilusiones como son los teatros de ópera es el mejor juguete para lograr todo ese mundo de ilusiones?

R. Como estoy acostumbrado a cargar camiones, me gusta que las producciones no sean excesivas, que puedan luego girar y amortizarse.

P. Donde ha unificado la ópera con el teatro de calle ha sido en el camión del Palau de les Arts de Valencia, Las Arts Volants, para el que ha adaptado Cendrillion (versión a su vez de La cenicienta de Pauline Villardot) con el título La ventafocs, y que recorre los pueblos de la Comunidad Valenciana.

R. El camión es fantástico, va por los pueblos representando ópera al aire libre, y la gente se emociona y chilla. Estrené la ópera el año pasado, pero presenté la producción como si fuera un camión de mudanzas, donde los actores van vestidos de operarios de la mudanza que se transforman en los personajes de la ópera. Y así se rompe una caja y sale un colador, y un actor se lo pone en la cabeza, y dice "ahora parezco un príncipe”, y luego una chica se pone la pantalla de una lámpara, y dice "yo también, soy una princesa.

»La idea es que siempre haya algo familiar, que los niños y las familias vean cómo se transforma todo, como Lo que el viento se llevó con las cortinas. Con elementos sencillos puedes montar un cuento maravilloso. Pero lo fundamental es que el punto de partida lo entienda todo el mundo. Cuando no tienes qué pensar, gozas más con la fábula.