Anne Sexton, salvaje y actual: versos escandalosos en su poesía completa
Lumen reúne todas las composiciones de la poeta suicida. Su obra aborda asuntos que en aquellos años eran raros en la voz de una mujer.
20 abril, 2024 02:17La poesía son, por supuesto, los versos y poemas, pero en ocasiones la vida de los poetas se erige como un texto más. Es el caso de Lord Byron o, entre los nuestros, Leopoldo María Panero, e ilumina de un modo muy especial la lectura de los poemas. Y el de Anne Sexton (Newton, Massachusetts, 1928-Weston, Massachusetts, 1974) es uno de esos casos.
Desde una relación difícil con sus padres, su boda a los 19 años, sus depresiones postparto, los internamientos en establecimientos psiquiátricos, las adicciones o los varios intentos de suicidio hasta el definitivo, a los 45 años, encerrada en el garaje envenenada con el dióxido de carbono del coche. Nueve años antes se había suicidado Sylvia Plath, a quien dedicó un poema.
Y entre todo ello, una vida de escritora de éxito –su Vive o muere mereció el Pulitzer en 1966, además de otras distinciones–, bien que también con críticas desfavorables, publicaciones, lecturas públicas y algunas amistades como la de Maxine Kumin, también escritora y cómplice en las tareas literarias, como esta explica en el prólogo, pues fueron coautoras de varios libros infantiles.
Una y otra vez se ha calificado su poesía de confesional, y lo es al escribir sobre sus experiencias vitales –aunque, siendo la poesía ficción, ¿dónde el referente de "yo"?–, incluidas sus depresiones, internamientos –su primer libro, Al manicomio y casi de vuelta (1960) comienza con "Usted, doctor Martin, se pasea / del desayuno a la locura"–, las relaciones familiares, etc., pero esa consideración no agota lo que son sus poemas.
Sexton escribe en un lenguaje claro y aborda asuntos que en aquellos años eran raros, escandalosos, en la voz de una mujer: "mi padre […] borracho e inclinado sobre mi cama […] pesado sobre mí" en un poema cuyo subtítulo, irónico, es "La bella durmiente", y titulará otros: "La menstruación a los cuarenta", "En celebración de mi útero" o "La balada de la masturbadora olvidada", muestras de un decir franco, liberado de las convenciones que, si no dejaron de suscitar rechazo en su momento, están hoy normalizadas.
Ese lenguaje claro se enriquecerá con imágenes de estirpe surrealista: "los cuervos juegan al blackjack/ en el estetoscopio", "las zanahorias cantaban arias dentro de la tierra santa"... Así, lo que es testimonio en estos poemas cobra mayor fuerza poética.
Algunas palabras exigen las presencias de la religión y su tratamiento nada ortodoxo. Reescribirá los Salmos, para rogar cosas como "Divídalos Dios a todos por la mitad" o, en clave muy distinta, "Bendecid con un conejo que llega con un saco entero de esperma". Hará de Jesús un personaje recurrente, imagen de su propio sufrimiento, sí, pero también dirá cosas como "Jesús […] deseaba a María".
La poesía de Sexton es de una actualidad absoluta y no solo por su habla libre, por su poner en claro el lugar de la mujer en su época ("culparé al Hombre/ porque el Hombre es Dios"), y lamentablemente aun en esta. Escribirá "Quizá nací arrodillada", pero supo erguirse. No solo por eso, sino por las escenas imaginativas de muchos de sus poemas y por el efecto de verdad al exponer su vida que impregna toda su poesía.
"La señora Sexton salió en busca de los dioses", escribió. Si los encontró o no, no es la cuestión; lo que sí encontró es una voz poética poderosa que hace que la lectura sea una emoción continua.
Rosa salvaje (La bella durmiente)
[...] ¿Papi?
Es otra clase de prisión.
No es el príncipe, en absoluto,
sino mi padre
borracho e inclinado sobre mi cama,
rodeando el abismo como un tiburón,
mi padre pesado sobre mí,
como una especie de medusa durmiente.
¿Qué viaje es este, niñita?
¿Esta salida de la prisión?
Dios me ampare…
¿Esta vida después de la muerte?