La URSS y la Guerra Civil española
Daniel Kowalsky
22 enero, 2004 01:00Izquierda Republicana agradeció en 1937 al pueblo ruso su ayuda con este cartel
La obra de Daniel Kowalsky constituye una notable contribución al estudio del papel de la URSS en la contienda civil española entre 1936 y 1939, tanto por las conclusiones a las que llega como por la relevancia de las fuentes en las que se basa la investigación, en particular los documentos pertenecientes a los archivos de la antigua URSS y una amplia bibliografía en lengua rusa, ambas poco exploradas por los historiadores occidentales.El asunto de las fuentes soviéticas es capital para intentar esclarecer la controversia acerca del tema central de la intervención de Stalin. Entre los historiadores españoles, sólo Vidal, Elorza, Bizcarrondo y pocos más han acudido a esa enorme veta documental que va siendo desclasificada. Respecto al debate historiográfico, también destaca la crítica de fondo al valioso libro de Radosh, Habeck y Sevostianov, España traicionada, censurando que su enfoque se haya orientado hacia un juicio sobre las intenciones de Stalin en España, cuando lo relevante es qué fue capaz de hacer realmente.
Y en torno a ello es precisamente sobre lo que giran las conclusiones del libro. Analizando cuidadosamente los principales capítulos de la actuación soviética, que, por orden de importancia, fueron la ayuda en efectivos militares, la campaña de solidaridad, las relaciones diplomáticas y los intercambios culturales, queda meridianamente claro para el autor que hay una enorme distancia entre las ambiciones del Kremlin en España y los logros obtenidos, muy escasos durante el transcurso del conflicto por las enormes dificultades debidas a la distancia del teatro de operaciones, los medios aportados y la forma en que fueron dispuestos en comparación con la fluida ayuda germano-italiana al bando sublevado, sobre todo supe- rados los diez primeros meses de guerra.
Lo más objetable en las conclusiones de Kowalsky es que su unidad de medida es estrictamente la interven- ción venida de la URSS, lo que le hace descuidar el papel de los agentes y aliados que Stalin tenía entre las fuerzas que intentaron controlar paulatinamente la maquinaria republicana. No se limitaban sólo al PCE, que cada vez contaba con más influencia en el Ejército Popular y en los servicios represivos, sino también a elementos republicanos y a una facción decisiva del PSOE, la liderada por Negrín, quien, por lo demás, como jefe de gobierno se había comprometido con los rusos a que en caso de victoria se implantaría un sistema de corte totalitario.
También hay otros muchos aspectos interesantes que merecen ser resaltados de este excelente trabajo de investigación: la utilización de las campañas de solidaridad con la República para cohesionar la sociedad soviética y crear un ambiente internacional propicio para los intereses de la URSS -movilizaciones que no fueron nada espontáneas, incluyendo la del reclutamiento de las Brigadas Internacionales-, la relevancia de las relaciones diplomáticas, la suavización de las afirmaciones de Howson sobre el gran fraude de la URSS a la República con la compra de armas a cambio del oro, el análisis de las causas de la persecución de buena parte de los asesores soviéticos en las purgas estalinistas y la consideración fundamental de que Stalin hizo lo que pudo por la victoria de la República, que nunca la abandonó a su suerte, demostrada en la ayuda militar gestionada por Hidalgo de Cisneros y en la contribución humanitaria tras el fin de la guerra.