Rafael Reig y Manuel Vicent. Foto: Iván Giménez.

Rafael Reig y Manuel Vicent. Foto: Iván Giménez.

Jardines colgantes

¿Toda la literatura es autoficción?

Se llevan textos que podrían ser ensayos (o lo contrario). Es la mezcla de géneros. Al final quienes pagan son los libreros, que no sabrán dónde colocarlos. 

23 julio, 2024 02:00

Sostiene Eduardo Halfon que “ni entiende ni participa en el debate de la autoficción”. “Siempre se ha escrito de una manera similar. Siempre han existido diarios,memorias, etcétera. Mi problema con lapalabra ‘autoficción’ es que dice poco, es casi redundante. Es una necedad darle ese nombre, la verdad –asegura el autor de Tarántula a Daniel Arjona (Zenda)–. Yo llevo escribiendo así veinte años y lo que hago es borrar las fronteras dándole a mi narrador mi nombrey biografía. Para mí, toda literatura es autoficción por mucho que la disfraces. Arturo Belano es Roberto Bolaño, y Madame Bovary c'est moi que decía Flaubert. Y, por cierto, toda no ficción también es ficción, de alguna manera, también es literatura”.

Martín Caparrós, que acaba de publicar la novela solo ‘online’ Vidas de J. M., se declara contrario a los géneros. “Me gusta producir textos o trabajos que no puedan ser fácilmente identificados como de tal o cual género, como cuando escribo supuestas crónicas que podrían ser ensayos o viceversa –explica el autor argentino a Pablo Caruana (elDiario.es)–.

"El año que viene publico un libro que tampoco tiene un género definido, es una especie de biografía sobre el autor de Martin Fierro en verso gauchesco. Estoy trabajando en una especie de enciclopedia de adiós, y este mismo octubre voy a publicar unas medio memorias que no lo son, Antes que nada, donde reflexiono sobre la enfermedad neurológica que estoy viviendo y me impide caminar… Me interesa romper con los géneros, molestar a los libreros para que no sepan dónde poner el libro. Aunque en este caso está clarísimo, no lo pueden poner en ninguna parte porque solo se puede leer en pantalla”.

“No se explica por qué España ha renunciado al humor, su mayor aportación a la literatura”, Rafael Reig 

Eva Baltasar define el género de sus novelas por exclusión. “La escritura la veo como una forma de ir al inconsciente”, declara. Dídac Peyret (El Periódico de España) pregunta a la escritora catalana por las críticas a uno de sus personajes, “una lesbiana que expresa un imaginario muy masculino”. “No. No escribo para los lectores. Se ha criticado a este personaje porque tiene una mirada cosificadora sobre las mujeres. ¡Y sí! No estoy haciendo ni un ensayo ni un decálogo de la mujer o la lesbiana perfecta –aclara la autora de Boulder (finalista del Booker)–. Es una mujer con sus luces y sus oscuridades. Esto es literatura. A mí lo que más me interesa, al margen de la historia, es la potencia de la voz narrativa”.

De lo que está quejoso Rafael Reig es de la falta de sentido del humor en nuestro país. “No se explica por qué España ha renunciado a presumir de la que es su mayor aportación a la literatura –manifiesta el autor de la reciente Cualquier cosa pequeña a Sergio C. Fanjul (El País)–. El Lazarillo, el Quijote, Quevedo, son textos de risa, pero al final los que sacan pecho por el humor son los ingleses. Aquí se valora lo grave, lo que está oculto”.

“Lo más importante que existe en una página escrita es el espacio que hay entre línea y línea”, Manuel Vicent

Hay novelistas que planifican con precisión su historia antes de sentarse a escribir y otros que dejan que la historia se construya según van escribiéndose. Alex Michaelides ha probado los dos métodos. “Con los dos primeros libros trabajé cada detalle antes de lanzarme a escribir, lo que supone eliminar el elemento sorpresa y restarle alegría al proceso –describe el autor chipriota a Alicia Fernández de Arcaya Beltrán (El generacional)–. Con La furia pensé en lo divertido que sería planificar los personajes y el espacio, pero comenzar a narrar la historia sin saber nada más. De modo que traté de sorprenderme a mí mismo durante todo su proceso”.

P. S. Manuel Vicent, que ha publicado recientemente Una historia particular, reflexiona sobre lo que más valora en un texto. “Lo más importante que existe para mí en una página escrita es el espacio que hay entre línea y línea, que es el espacio donde el lector puede volar a esos lugares que el autor propone porque de una u otra manera también los ha transitado el que lee –afirma en en una entrevista con Ana Trasobares (Esquire)–. Creo que no estoy capacitado para inventar grandes historias ni personajes, pero sí me siento muy cómodo describiendo la atmósfera de un personaje real”. 

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