Deva Valdés es un chica curiosa y brillante, emprendedora y razonable. Admiraba a su padre, quería a su madre. Huérfana a los dieciocho años, Alfonso J. Ussía la convierte en la gran protagonista de Borroka (Espasa), su ensayo novelado en el que descarna la realidad de la banda terrorista ETA y los años de plomo que ensangrentaron España.
Euskadi Ta Askatasuna se fundó como una organizada manifestación cultural, Ekin, que formó parte del PNV hasta que los dirigentes peneuvistas la expulsaron del partido. Aquella organización juvenil se convirtió en ETA.
Como la pluma es la lengua del alma, según le dijo Don Quijote a Diego de Miranda, el caballero del Verde Gabán, Alfonso J. Ussía se descarna en Borroka para contar la crueldad y los salvajismos de ETA desde dentro de la organización terrorista, convirtiendo su relato en una novela que tiembla y que tiene detrás a un escritor de insólita calidad. Novelista habemus.
La historia de la agente de la Guardia Civil Deva Valdés engancha al lector hasta la última página en un relato escrito desde la certera sintaxis, la eficaz adjetivación, la metáfora escueta. Aparte Madrid y París, desfilan por Borroka las ciudades históricas tanto del País Vasco español como las del País Vasco francés.
La dureza etarra en los secuestros, "si no pagas te metemos una bala, verás si pagas o no"; la indiferencia ante la sangre derramada; la amenaza de fractura sobre la nueva democracia pluralista plena; la utilización despiadada de la cultura y la atrocidad del terrorismo desfilan por este ensayo novelado que desnuda ante el lector de forma objetiva la realidad de ETA en España. Se escucha entre las apretadas letras de Alfonso J. Ussía el Euska gudariak. Suena "el irrintzi en la cumbre, vamos todos los gudaris tras la ikurriña".
Alfonso J. Ussía se descarna en 'Borroka' para contar la crueldad y los salvajismos de ETA desde dentro de la organización terrorista
"Borroka pone el foco en un tiempo de canallas y carniceros", afirmó Julio Valdeón al referirse a esta novela y el poeta Julián Quirós dijo: "La memoria de los siglos está en las grandes obras literarias, y faltaba la buena literatura del terrorismo".
A Borroka podría aplicarse lo que escribió en Los Lunes de El Imparcial, arabesco paradójico, Miguel de Unamuno: "No es obligación del escritor ponerse al alcance del público, sino obligación del público ponerse al alcance del escritor". Alfonso J. Ussía ha escrito Borroka sin pensar en otra cosa que en la verdad, en explicar al lector la significación de los años de sangre y plomo que vertebraron el despertar de la democracia española.
En la actual España desvencijada, Borroka ha despertado las adhesiones que se merece porque indigna que los herederos del terror etarra estén en el Congreso de los Diputados, pactando con el PSOE sanchista para mantener en el poder a quien se ha olvidado de docenas de sus compañeros vilmente apiolados.
Pedro Muñoz Seca, que agudizó su ingenio cuando se dio cuenta de que le iban a asesinar, aseguró que en España se convertiría en millonario cualquier escritor si le leyeran todos los que le admiran o la mitad siquiera de los que le odian. Espero que Alfonso J. Ussía, que ha escrito una gran novela, meditará sobre lo que quería decir el creador de Don Mendo.