El Gobierno critica al Rey por ir a Paiporta pese al riesgo: una DANA política sacude el rumbo de la legislatura
- Ahora serán los "Presupuestos de la reconstrucción" y el Ejecutivo tendrá que cambiar el sentido de las cuentas y la negociación con los partidos.
- Más información: Los Reyes y Mazón dan la cara en la visita a Paiporta mientras Sánchez se retira entre insultos y pelotas de barro
Los efectos de la DANA agitan y anegan también la política y las instituciones, y ponen al sistema cerca de una una crisis profunda, con la legislatura en una nueva e incierta situación. En lo inmediato y lo político, el Gobierno y los partidos están obligados a revisar estrategias y a cambiar el sentido de los Presupuestos Generales del Estado y su negociación.
Ahora serán los "Presupuestos de la reconstrucción" o "los Presupuestos para hacer frente a la catástrofe". Ya no serán los Presupuestos para mantener a Pedro Sánchez en la Moncloa.
En gran medida es lo que se conoce como Rally around the flag o efecto de la concentración en torno a la bandera, que según la ciencia política consiste en el apoyo que generan los gobiernos en momentos de guerra o crisis intensas. Según cómo evolucione la gestión, habrá adhesión o rechazo a las autoridades. Ese es el reto político de Sánchez.
En lo profundo, sobre todo, se ve afectada la eficacia de la estructura del Estado, en pleno debate sobre la España federal. En menos de un mes se prevé un congreso del PSOE con ese horizonte federal y centrífugo en la mesa y poco después una Conferencia de Presidentes en la que tendrá que estar presente necesariamente la discusión sobre las carencias que ha mostrado el Estado en esta crisis y su repercusión en un sistema de financiación que ha de ayudar a la Comunidad Valenciana y no desproteger y debilitar al Estado.
También es preciso que se ponga atención a la desafección y la antipolítica que ha generado el desamparo de la política en la gestión de la crisis. El Gobierno detecta ya a grupos ultraderechistas y antisistema cerca de los incidentes de Paiporta y de agitación en las redes sociales contra el Estado.
De forma extraoficial, el Gobierno ya ha criticado al Rey, en una situación insólita, por ir este domingo a Paiporta, pese a la advertencia de riesgo que le hizo la Moncloa. El ministro de Transportes, Óscar Puente, aseguró anoche en La Sexta sobre la visita de los Reyes a Paiporta que “probablemente no era el momento más oportuno" y que "es posible que se haya errado en el cálculo”. La imagen de los Reyes en Paiporta es la imagen de la vulnerabilidad del Estado.
La imagen del jefe del Estado, el presidente del Gobierno y el presidente de la Comunidad Autónoma bajo una nube de barro e insultos es muy potente.
Los expertos en gestión y comunicación de crisis explican que en situaciones límite, como la que se vive estos días en la Comunidad Valenciana, hay que atender a la cronificación del dolor, es decir, a lo que llega después de los primeros momentos de impacto.
Aplicado a los efectos de la DANA, se trataría de tener en cuenta que el dolor, la tensión y del desamparo no ha hecho más que empezar. Que falta aún que, por ejemplo, el dolor colectivo se fije como individual en cada uno de los afectados. Y eso tiene consecuencias imprevisibles de todo tipo, incluyendo las políticas, que aún están por determinar, y el riesgo de una brecha entre ciudadanos e instituciones.
En estos días ya se ha fijado la impresión de desatención del Estado (en el que se incluye la Comunidad Valenciana) y hay que comprobar cuál es la evolución en las próximas semanas y cómo los responsables políticos manejan esa situación de tensión para ver si se mantiene.
Por el momento, aunque sea menos importante que los muertos y los daños personales y materiales, está claro que la política sufre una sacudida que, según cómo se gestione, afectará positiva o negativamente a cada uno de los actores.
Ya se ha manifestado una polarización o división entre las instituciones implicadas, Gobierno central y Gobierno autonómico, y un desgaste de instituciones como la Casa Real, en relación con la Presidencia del Gobierno, por los incidentes en Paiporta.
Antes de iniciarse la DANA, el Gobierno respiraba con dificultad por escándalos judiciales como el de Begoña Gómez y el de José Luis Ábalos y desastres políticos como el provocado en Sumar por los supuestos abusos sexuales y comportamientos machistas de Íñigo Errejón. Hoy todo eso sigue vivo, pero ya en segundo plano.
Pedro Sánchez intentaba lograr un acuerdo con sus socios de legislatura para aprobar en enero o febrero los Presupuestos para 2025, previo paso por la senda de déficit que negocia con Junts. Ahora, el Gobierno explica que será necesario cambiar esas cuentas porque habrá que hacer un enorme esfuerzo presupuestario para atender a los efectos duraderos de la crisis, a la cronificación que marcará los nuevos años.
Ya serán los Presupuestos que prioricen los miles de millones que, según las primeras previsiones del Gobierno, serán necesarios. Los socios parlamentarios de Sánchez tendrán que valorar ahora si un rechazo a las cuentas dificulta el gasto y las inversiones necesarias para reconstruir las zonas afectadas por la DANA. El Rally around the flag o efecto de la concentración en torno a la bandera.
'Tono de la oposición
Hay un efecto en la oposición, porque Alberto Núñez Feijóo deberá decidir si mantiene la dura confrontación con el Gobierno previa a la DANA o si la dulcifica. En momentos de crisis, a veces la confrontación desgasta, y el líder del PP se arrancó el martes con críticas al Gobierno que luego matizó.
Luego se ha pronunciado de manera indirecta por la declaración de emergencia que quitaría el mando a Carlos Mazón y daría al Gobierno central, lo que cuestiona la actuación de Sánchez, pero también desautoriza la del presidente valenciano. Está en juego la impresión sobre la capacidad del PP para gestionar situaciones muy difíciles.
Este lunes, el ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, se reunirá con los grupos parlamentarios para explicarles la situación respecto a los efectos de la DANA y las medidas sobre las que trabaja el Gobierno. Si no fuera porque de golpe no ha cambiado el clima de polarización y enfrentamiento, se diría que es momento para un gran acuerdo, pero todo parece indicar que los bloques no variarán.
Otro efecto de la DANA es el daño de las instituciones como consecuencia de la polarización y la desafección que provoca el cuestionamiento de las autoridades durante la crisis. Ya había un caldo de cultivo con asuntos como el problema de la vivienda, y ahora las imágenes de los voluntarios actúan como acelerador para embarrar todo.
Antes de las inundaciones del pasado martes 29 de octubre el Gobierno ya estaba sumamente debilitado por la acumulación de escándalos. El último fue el del llamado caso Errejón, que ha servido para dar la puntilla a Sumar, el socio de Gobierno de Sánchez.
La formación que lidera Yolanda Díaz ha quedado maltrecha por acumulación de acontecimientos negativos, como los resultados electorales adversos, las dificultades para tener perfil propio en el Gobierno y ahora la dimisión de su portavoz parlamentario por casos de supuesto acoso sexual.
La distribución de fuerzas políticas en este momento hace que el PSOE sepa que, por sí solo, es casi imposible que pueda gobernar, y necesita el apoyo del espacio a la izquierda de los socialistas. Algo que en este momento no es posible porque las encuestas vaticinan para Sumar la mitad de los escaños que logró en 2023. Y bajando. Aún no se ha medido el efecto del escándalo y ni siquiera se sabe aún si traerá más consecuencias.
Sumar necesita tiempo, mucho tiempo para rehacerse. Para crear una estructura eficaz que aún no tiene, para tener un liderazgo fuerte y para tener perfil propio y logros que presentar a sus posibles electores.
De hecho, los de Yolanda Díaz retrasarán el congreso fundacional que habían previsto para diciembre y cuya ponencia marco debía preparar Íñigo Errejón. Hace un año, Yolanda Díaz dijo que esta sería "la legislatura del tiempo", por su propuesta de reducción de jornada, pero puede acabar siendo "la legislatura del paso del tiempo" para recuperarse.
El tiempo casi todo lo cura en política y en este caso Sumar necesita cambiar de piel cuanto antes y con la mayor profundidad posible.
Además, le ha surgido un problema a su izquierda: la dura posición que ha adoptado Podemos respecto a los Presupuestos, aprovechando la libertad para apropiarse del carril izquierdo del espectro político sin las ataduras de estar en el Gobierno.
Los dirigentes del partido de Ione Belarra se han mostrado dispuestos a entrar al terreno de juego, tras una consulta a las bases que condiciona la aprobación de Presupuestos a la ruptura de relaciones con Israel y la bajada de un 40% de los alquileres por ley.
Vendaval por los casos abiertos
En la Moncloa hay cierta preocupación porque pensaban que las cuentas encajarían si llevaban a Junts al acuerdo y de pronto se han encontrado con la posición de Podemos. Explican que puede ser una posición de máximos de los morados y que Podemos no se atreverá a ser el grupo que haga caer las cuentas de un Gobierno progresista para abrir la puerta a uno del PP y de Vox. Pero el temor no se lo quita nadie al PSOE.
Podemos intenta aprovechar el momento de enorme debilidad de Sumar y aspira a recoger movimientos como el del malestar social por el problema de la vivienda. Y para eso necesita que los de Yolanda Díaz no tengan tiempo de rehacerse, es decir, casi podría irles bien que la legislatura acabara abruptamente.
Explican que pretenden que los electores perciban la diferencia entre un Gobierno con Podemos y con medidas de izquierdas aprobadas, y otro con Sumar que termina pactando sobre impuestos con Junts y sin opciones de aprobar medidas para asuntos clave como la vivienda.
La semana pasada, Moncloa sí hizo gestos hacia PNV y Junts. Por ejemplo, el acuerdo para el Consejo de RTVE y, sobre todo, para la reforma fiscal que incluye el fin del impuesto a las energéticas y el matiz del impuesto a los bancos. Ese último movimiento tiene la contraindicación de irritar a sus socios de izquierda, es decir, ERC, Bildu, Sumar y Podemos, hasta el punto de arriesgarse a una derrota parlamentaria sonora.
De hecho, algunos de esos socios molestos explican que si hay lo que consideran un giro hacia la derecha, tendrán dificultades para apoyar los Presupuestos. Y aseguran estar hartos de escuchar el argumento del "malmenorismo", es decir, que se les obligue a apoyar al PSOE para evitar que crezcan el PP y Vox.
El Gobierno necesita también que el tiempo pase para los escándalos que le rodean y lo debilitan. Por ejemplo, augura un largo recorrido para la investigación sobre Begoña Gómez, esposa del presidente, pero da por hecho que acabará en nada.
Necesita también tiempo para que esa evolución se produzca, no pueden ir a unas elecciones con ese caso abierto. Más complicado es el de José Luis Ábalos. En el Ejecutivo están convencidos de que les vendrá un vendaval en los próximos meses, por el goteo de mensajes, documentos y conversaciones de esos sumarios.
En la Moncloa trabajan con la idea de que el tiempo todo lo sepulta. Explican que hace bien poco sólo se hablaba de amnistía y del coste político que tendría para Sánchez, y ahora el mundo sigue girando. Apenas se perciben daños en el PSOE y el asunto está totalmente fuera de la agenda política.
Por enésima vez, Pedro Sánchez expresó el martes su voluntad de llegar hasta 2027 al frente del Gobierno, agotando los plazos legales de la legislatura. Durante su viaje a la India insistió en que, pese a los escándalos y las enormes dificultades parlamentarias, su voluntad es seguir.
En realidad, un presidente del Gobierno siempre tiene que decir que agotará la legislatura, incluso aunque piense interrumpirla, pero en su entorno se apuesta sin dudas porque así será.
El Gobierno trabaja para que sea con unos nuevos Presupuestos. Pero si no los hay, tiene voluntad de seguir adelante también, subido a los buenos datos económicos y a los efectos positivos de los fondos europeos, y sostenido por el empate infinito que supone que no pueda formarse una mayoría alternativa para sacar adelante una moción de censura.
Ahora Sánchez tiene un argumento más para defender la continuidad de la legislatura: la estabilidad necesaria para hacer frente a los efectos de la catástrofe que se mantendrán durante años.