La gobernanza global de la tecnología y España
En estos dos años de pandemia se ha acelerado la adopción de tecnologías y servicios digitales en vectores tan diversos como la movilidad, la adquisición de bienes, la Administración Pública, las finanzas, la salud o el trabajo. Las organizaciones públicas y privadas de base tecnológica han aumentado su actividad y aquellas que no estaban preparadas han acelerado el uso y desarrollo de tecnologías para no caer en la irrelevancia.
La transformación social y económica por el uso de la tecnología ha ido acompañada por sucesivos ciclos de gobernanza y regulación. Y es ahora cuando nos encontramos en una nueva etapa de diálogo y negociación pública en la Unión Europea o países como Estados Unidos o China donde se determinará el modelo de regulación de mercado, de soberanía y derechos ciudadanos en sociedades claramente tecnificadas.
La involucración y colaboración de instituciones públicas multinacionales con los actores del sector tecnológico y digital en la gobernanza global de la tecnología es un modelo de acción imprescindible. Su naturaleza conectada, distribuida y extraterritorial requiere de un prisma global.
Estos días tan difíciles y dramáticos para millones de personas por la invasión de Ucrania muestran una aproximación práctica de este planteamiento: la respuesta sin precedentes a través de sanciones de Estados Unidos, la Unión Europea y el G7 tiene un marcado carácter tecnológico. Lo que los analistas han denominado “decoupling Western economies from Russia'' (una suerte de desvinculación de nuestras economías con dicho país) se está fraguando con actuaciones en materia de ciberseguridad, comercio electrónico, desinformación y métodos de pago.
Acciones donde la movilización corporativa tiene un claro propósito de protección de la sociedad civil y en las que las grandes plataformas digitales como Google, Apple o Meta tienen un rol participativo en una coalición heterogénea contra Putin. Ilustra estas actuaciones el cese parcial del servicio de Visa, American Express y Mastercard en Rusia, que representan el 74% de las transacciones de pago en dicho país, según el Wall Street Journal. A su vez, Rusia está viviendo un éxodo de profesionales en tecnología que ya ronda las 70.000 personas; no hay que olvidar que Moscú (también Minsk) han venido siendo hubs tecnológicos para muchas empresas y que la competitividad y prosperidad de un territorio también se miden por la atracción y retención de su talento.
Esta difícil situación coincide en un momento en el que Europa y España están liderando el plan 'Digital Decade' que definirá el desarrollo y el mercado de tecnologías como la inteligencia artificial, los microchips, el 5G -y el progreso al 6G- o las infraestructuras en nube. Un proceso que influirá en otras regiones y países (como así ha ocurrido con la legislación europea en datos), y que tiene un plan decidido para impulsar campeones tecnológicos europeos. Hace dos semanas se dió un avance significativo con el acuerdo político sobre la propuesta del 'Digital Markets Act', norma en materia de mercados y competencia que se aplicará a aquellas empresas tecnológicas con una capitalización superior a 75.000 millones de euros o una facturación anual superior a 7.500 millones de euros dentro de la UE en los últimos tres años, entre otros requisitos.
Como apunta Irene Blázquez, Directora del Center for the Governance of Change del Instituto de Empresa, a nivel general, la regulación económica global difícilmente puede ir más allá de un planteamiento “blando”, en el que las organizaciones asuman compromisos de buenas prácticas. Sin embargo, lo que se está definiendo desde instituciones como la Comisión Europea o la OCDE es el avanzar en estándares de ordenación profunda para la tecnología y digitalización. Un planteamiento que encuentra ejemplos previos en la regulación de la “primera” Internet, las finanzas, las emisiones de CO2 o, también en el caso de la OCDE, actuaciones en materia de fiscalidad internacional.
Por ese motivo, la colaboración multilateral, pública y privada, que estamos viendo estos días entre gobiernos y empresas tecnológicas puede orientarnos hacia un modelo futuro de gobernanza basado en un diálogo más abierto y a un mejor diseño de estándares entre dichos actores. Como apuntaba anteriormente, la tecnología y los entornos digitales ejemplifican un cambio donde un orden internacional en el que los estados eran preponderantes ha pasado a un orden plural distribuido y conectado de actores.
Este tema tan apasionante, y necesario, forma parte de la serie de diálogos sobre la gobernanza de la tecnología y el papel de España que Adigital ha iniciado en el mes de marzo. Nuestro territorio cuenta con una posición estratégica a nivel de conectividad, atractivo para grandes empresas tecnológicas y empresas locales de referencia en tecnología y digitalización que operan globalmente. A ello se suma un “poder blando” que nos hace atractivos para que personas del todo el mundo quieran trabajar para y desde España.
Como organización representativa de empresas innovadoras vemos prioritario contribuir a la proyección de nuestro país y nuestro tejido empresarial en este debate global.
*** Miguel Ferrer es director de estrategia y agenda pública de Adigital.