Madrid estaba en una transformación económica que da resultados: mantengámosla
La Comunidad de Madrid es el motor económico de España. En el último trimestre de 2020, en plena pandemia, Madrid crecía a un ritmo un 4% superior al conjunto de España. En marzo de 2020 había más de 500.000 empresas y más del 75% de toda la inversión que recibió España tuvo como destino la Comunidad de Madrid.
Los datos de la EPA de la pasada semana evidenciaban que durante el primer trimestre de 2021 Madrid ha creado empleo (más de 40.000 nuevos empleos) y ha reducido el paro a un ritmo 5 veces superior a la media nacional.
Este crecimiento se explica por varios elementos estructurales. Una economía abierta, de fiscalidad competitiva -necesaria pero insuficiente- y una elevada tasa de inversión privada. La elevada cualificación de sus profesionales, consecuencia de una oferta educativa (desde cero años hasta executive education) diversificada y de calidad se une a un sistema sanitario de notable reconocimiento. Una red de transporte público extensa y fiable, conectada con Europa e Iberoamérica gracias a su aeropuerto y su institución ferial (IFEMA). Y las notables contribuciones de los autónomos y de la economía social.
La región posee además cualidades irreplicables, como la efervescencia de su gastronomía, o la pujanza de las industrias turísticas, culturales, del ocio, el deporte o la proximidad de grandes centros urbanos (Madrid, Alcobendas, Getafe o Alcalá) con espacios de gran riqueza medioambiental como el Guadarrama o la cuenca del Tajo.
Sin embargo, el agotamiento o la ausencia de políticas públicas de estímulo e innovación estaban lastrando el crecimiento y la competitividad regional. Esto hizo que en tres años Madrid pasara del puesto 83 al 98 en el índice de competitividad europeo –lastrada además por la pérdida de competitividad del país. La industria estaba perdiendo peso en la economía a un ritmo creciente. Los apoyos al comercio, los autónomos, la internacionalización o la atracción de inversiones habían ido decreciendo progresivamente. Las pobres políticas de apoyo al comercio frenaron la pujanza del sector conseguida desde la liberalización de horarios de 2012.
Era preciso devolver la industria al centro de la política, redoblar el apoyo a los autónomos y la economía social a través 'start up' Madrid y una nueva Ley de Cooperativas
Era preciso devolver la industria al centro de la política (lo que se hizo con el Plan de Industria aprobado en 2020), redoblar el apoyo a los autónomos y la economía social, a través de la estrategia start up Madrid y una nueva Ley de Cooperativas, largamente esperada por el sector. Era necesario reforzar la seguridad en el trabajo (se aprobó el VI Plan Director de Riesgos Laborales), acometer con firmeza la transición energética (con el Plan Energético 2030 y la nueva Ley de Sostenibilidad Energética) y, una vez más, facilitar la vida a autónomos y empresarios (mediante el Dossier Empresarial Unificado y la Ley de Mercado Abierto).
Entonces llegó la Covid-19. En la gestión de la pandemia, Madrid ha tratado de hacer compatible la protección de la salud -prioridad absoluta- con el mantenimiento de la actividad económica. Hemos permitido la apertura de comercios, centros comerciales, bares, restaurantes, gimnasios y espacios culturales o museísticos. A pesar de esta voluntad, muchas actividades han quedado restringidas por lo que se han articulado una serie de ayudas económicas: 40M€ para ayudas a los autónomos. Los trabajadores autónomos tienen una fuerte presencia en todos los sectores de la economía, por lo que se ha contribuido, de esta manera, al sostenimiento transversal de la economía madrileña.
Se han destinado 30M€ para ayudas a pymes; y más de 30M€ para apoyar al “rescate” de trabajadores afectados por ERTES. Además, se han incrementado en 35M€ los programas de formación y empleo por los ayuntamientos para contratar a personas que hubieran perdido su empleo durante la pandemia.
Madrid debe jugar un papel esencial en un mundo post Covid y post Brexit, como motor de España y sexta economía de la UE. Debe optimizar sus ventajas competitivas en servicios de valor añadido, comercio, restauración y ocio, potenciando industrias de notable tradición histórica e inversión acumulada: aeronáutica, automóvil, química, farmacéutica y biosanitaria. También otras básicas para el comercio digital (artes gráficas o logística), la movilidad o la industria del dato (en todos los niveles, TIC, almacenamiento, IA, etc.).
Madrid debe jugar un papel esencial en un mundo post Covid y post Brexit, como motor de España y sexta economía de la UE.
Otras industrias importantes en la próxima década exigen mayores esfuerzos inversores y la captación de talento académico, profesional y directivo. La educación y la formación jugarán un papel esencial. Serán, junto a la salud, elemento distintivo de la Región. Debemos preservar y potenciar su enorme diversidad regional, su entorno rural y sus numerosos ecosistemas protegidos. También mejorar su modelo de atención social, garantizando la integración de grupos vulnerables.
Madrid asumió, en agosto de 2019, el compromiso de desplegar políticas públicas encaminadas a la transformación competitiva y la atracción de talento. Hemos de mantener impuestos bajos. Esto no es ningún secreto, pero es insuficiente. Espero que ahora no se adopte ninguna decisión que cercene el potencial de crecimiento de la Región, que es enorme.
*** Manuel Giménez Rasero es abogado y exconsejero de Economía de la Comunidad de Madrid propuesto por Ciudadanos.