Un gran poder conlleva una gran responsabilidad
Hay una tendencia que viene pisando fuerte en los últimos años: los consumidores -mejor dicho- las personas, los ciudadanos, piden a las empresas que actúen, que tengan un papel más determinante en la sociedad.
Muchas estadísticas han sido publicadas al respecto. Así lo confirma por ejemplo el último barómetro de confianza publicado por Edelman, que afirma que las compañías son las únicas organizaciones en las que las personas confían para cambiar las cosas. ¿Por qué? Según este estudio, consideramos que son capaces de cumplir promesas y además, de hacer lo correcto y trabajar para mejorar la sociedad.
En esa línea también, apunta este mismo estudio que "un 86% de las personas esperan que los CEOs den su opinión acerca de los retos sociales más importantes a los que nos enfrentamos. Y un 68% cree que deberían resolver los problemas sociales que los gobiernos no solucionan".
No sorprenden estos datos. Dada la crisis de las instituciones que vivimos desde el 2008, es lógico y normal que, a falta de figuras políticas e instituciones fuertes, busquemos otros líderes y organizaciones en las que apoyarnos.
Tiene sentido que acudamos a otras entidades en las que poner nuestras esperanzas para hacer frente a los retos que vienen. Ya que muchos de ellos, como los marcados por ejemplo por los ODS de la ONU o como los planteados por la pandemia que estamos sufriendo, claramente no son temas que podemos afrontar y solucionar de forma individual.
Necesitamos hacerlo de forma colectiva, a través de la unión, de organizaciones. Necesitamos entidades con más músculo y capacidad de influencia que los propios individuos que las componen. Y es entonces cuando desencantados de las instituciones, fijamos nuestra vista en las compañías.
Las personas tenemos grandes expectativas con respecto a lo que las empresas pueden hacer por nosotras y por mejorar el mundo en el que vivimos.
Y tiene sentido, porque realmente algunas compañías hoy en día tienen mucho poder. Según distintos estudios, como el que publicó Global Justice hace unos años, el valor combinado de las 10 multinacionales más grandes del mundo es comparable al producto interior bruto de los 180 países más pequeños del planeta, un grupo que incluye países como Irlanda, Indonesia, Israel, Colombia, Grecia, Sudáfrica y Vietnam, que no son precisamente insignificantes en la escena mundial.
El valor combinado de las 10 multinacionales más grandes del mundo es comparable al producto interior bruto de los 180 países más pequeños del planeta
Está claro entonces que las compañías deben tener un peso mayor en la sociedad. Pero la pregunta es: ¿deberíamos tener el mismo nivel de exigencia con todas las empresas y en todas las circunstancias?
La respuesta debería ser: no. Porque no todas las empresas tienen el mismo poder ni la misma capacidad de actuar. Como muy bien expresa el principio de Peter Parker, proverbio popularizado por los cómics de Spider-Man: "un gran poder conlleva una gran responsabilidad".
Hernán Estrada, SVP y General Manager de The Walt Disney Company Brasil, explicaba así de bien este concepto en el podcast del movimiento #Stayhuman promovido por Picnic y grabado durante el confinamiento:
“Los que gozamos de la fortuna de estar bien, tenemos la obligación de encontrar en esta crisis los aprendizajes que hay que rescatar para forjar una vida más sana e inteligente en el futuro. Creo que es nuestra forma de devolver la suerte que nos tocó. Subrayo la importancia de intentarlo con toda la determinación de la que somos capaces".
Por lo tanto, siguiendo este principio, se deduce que no deberíamos exigir el mismo nivel de responsabilidad a todas las compañías independientemente de lo que hayan sufrido por esta pandemia.
Por un lado, nos encontramos a empresas como Amazon que ingresó un 69% más que en 2019 debido al aumento en las ventas online; Netflix, que incorporó 26 millones de nuevos suscriptores durante la primera mitad del 2020; Microsoft Teams, plataforma que 75 millones de personas utilizaron en un solo día del mes de abril (vs 20 millones ese mismo día, el año anterior) o Facebook cuyas impresiones publicitarias aumentaron un 39% solo en el primer cuatrimestre del 2020.
En cambio, en el otro lado de la moneda, nos encontramos a la hostelería, los hoteles, la industria cultural, las tiendas, deportiva, los eventos, que ni siquiera han podido retomar aún su actividad de manera regular.
Aquí vemos ejemplos como Iberostar, que se vio obligada a cerrar 120 de sus hoteles y recortar a 5.000 de sus empleados en ERTE hace un año; El Corte Inglés, que recientemente se ha visto obligada a recortar 3.500 empleos o Adolfo Domínguez que también reducirá el 30% de su plantilla en España (300 puestos de trabajo).
Estamos en un momento en el que se pide que todas las compañías sean activistas, y considero que es bueno que las empresas tengan en cuenta a más stakeholders (otros grupos de interés) y no sólo a los shareholders (accionistas).
Pero del mismo modo que no todas las personas son fuerzas motoras del cambio puesto que ni sus capacidades ni sus contextos les son favorables, tampoco deberían serlo todas las compañías. No se les debería exigir por igual.
En determinados casos, con que se esfuercen por crear o conservar empleo, crear un buen ambiente de trabajo y oportunidades de crecimiento para sus empleados y pagar sus impuestos, ya estarían haciendo una gran aportación a la sociedad.
*** Rita Alonso es directora General de Picnic.