Cómo medir una inversión en autoconsumo solar
Las placas solares permiten al usuario de energía ser más independiente, pero hace falta formación en el sector para informar mejor de los costes y beneficios.
El mercado solar residencial es todavía incipiente en España. Durante los últimos años, las economías de escala globales han permitido reducir costes para que hoy podamos beneficiarnos de soluciones que generan una energía más barata y ecológica. Esa democratización que conduce a los usuarios hacia su propia independencia energética, de forma más eficiente y sostenible, ha hecho que en 2020 se iniciaran en el autoconsumo doméstico alrededor de 30.000 hogares españoles, una cifra que los expertos prevén que se duplique este mismo año.
Siendo un segmento relativamente nuevo y hasta cierto punto desconocido, existe aún una falta de educación sobre las alternativas y sus implicaciones. A este respecto es importante resaltar dos ideas fundamentales: la primera, que una instalación solar debe durar 25 años o más y, en segundo lugar, no todas las instalaciones solares son iguales, ni producen lo mismo, ni tienen los mismos costes de mantenimiento.
Una instalación solar debe ser evaluada con esta perspectiva a largo plazo teniendo en cuenta los ahorros en este período, pero también los gastos que se incurrirán en ese plazo. Al hacer una comparativa entre ofertas, criterios como el coste inicial o el payback (periodo de retorno) no van a ser los más relevantes.
Desde el sector de la energía solar es necesario formar primero a los instaladores y luego informar adecuadamente a los propietarios acerca de todo lo que deben considerar si quieren instalar un sistema fotovoltaico en una vivienda. Tomar una decisión más informada ante una próxima inversión solar implica conocer los beneficios que conseguiremos con la energía producida y prever lo que pueda surgir durante la vida útil de la instalación.
En 2020 se iniciaron en el autoconsumo doméstico alrededor de 30.000 hogares españoles, una cifra que se duplicará este año
Esto sucede así cuando, por ejemplo, vamos a comprar una bombilla y nos encontramos con modelos LED y otros de luz incandescente. Al comparar ambas opciones, el comprador conoce las ventajas que ofrecen las LED, más duraderas y eficientes, aunque el precio de las tradicionales sea más atractivo en un principio.
Si a la hora de poner en marcha una instalación de autoconsumo, los usuarios domésticos solo se fijan en el precio del proyecto, se interesarán antes en un sistema de bajo coste, pero menos fiable, cuyos componentes serán con toda probabilidad de inferior calidad.
Esto redundará en mayores costes de mantenimiento y reemplazo. Lo mismo ocurre con el payback, que no contempla los costes que surgirán durante el funcionamiento de estos sistemas al evaluar únicamente el tiempo que llevará al usuario recuperar la inversión inicial de la instalación.
En las instalaciones fotovoltaicas hay sin duda un elemento clave, el inversor, al que prestar especial atención, porque es el encargado de controlar los paneles fotovoltaicos y transformar la corriente que estos generan para poder ser utilizada en la vivienda.
El bajo coste de muchos de estos equipos viene acompañado de un índice de fallos elevado, por lo que necesitan sustituirse tras diez o 15 años de uso. Por el contrario, hay soluciones tecnológicas como los microinversores que controlan cada módulo individualmente y generan más energía.
La inversión económica será algo mayor en principio, pero esta diferencia es ampliamente compensada por la producción adicional y su fiabilidad superior que hacen que funcionen en general el doble de tiempo que otras tecnologías, disminuyendo radicalmente los costes de mantenimiento durante la vida del sistema.
Si a esto añadimos otras ventajas como mayor escalabilidad, seguridad o garantías de producto duraderas, merece la pena hacer un esfuerzo económico en esta primera etapa del proyecto de autoconsumo doméstico. Sin olvidar otros condicionantes como la estética, la facilidad de uso y el ruido dentro de la vivienda, igual de importantes en este tipo de decisiones.
Por tanto, un método mucho más preciso para analizar la rentabilidad de una instalación de autoconsumo, en vez de hacer una simple comparación de esa inversión inicial, consiste en aplicar métricas que consideren lo que sucede durante toda la vida del sistema.
Las métricas VAN (Valor Actual Neto) y TIR (Tasa Interna de Retorno) que se basan en la estimación de los flujos de caja futuros o, dicho de otra manera, de la previsión de los ingresos/ahorros frente a los gastos futuros son las más recomendables. Otra opción sería calcular el coste nivelado de energía (LCOE) que no es más que el cálculo de lo que va a costar cada kwh que el sistema solar produzca durante 25 años.
Cuando se utilizan estos criterios más completos que tienen en cuenta las diferencias de producción y coste de cada tecnología, nos damos cuenta del valor real que las distintas tecnologías de paneles e inversores aportan. En el caso concreto de los microinversores, comprobaremos que aportan mucho más valor a pesar de tener un coste inicial más elevado. Como en tantos otros aspectos de la vida, aquí también aplica el dicho de “a veces lo barato sale caro”.
*** Pablo Barbado, account manager de Enphase Energy en España y Portugal.