Roubini se equivoca: la IA no dejará al 'homo sapiens' obsoleto
Cinco razones por las que el economista puede fallar cuando señala a la Inteligencia Artificial como una amenaza para el hombre.
A raíz de la interesantísima entrevista que realizó Maria Vega a Nouriel Roubini en enero de 2023, me pidió que diera mi opinión sobre las predicciones que hacía sobre la inteligencia artificial.
En el año 2006, en una presentación ante el Fondo Monetario Internacional, Nouriel Roubini predijo la crisis financiera que se iba a desencadenar en al año 2008, nadie le tomó en serio. Desgraciadamente para la humanidad, lo que dijo se cumplió, punto por punto. Desde entonces, cada vez que habla, economistas, gestores, empresarios y políticos se apresuran a tomar buena nota de lo que dice.
De hecho, es tan activo que ha publicado recientemente un libro donde analiza las 10 amenazas que pueden destruir el orden mundial en los próximos años. Muy a nuestro pesar –el de toda la humanidad- no anda desencaminado el economista, puesto que todas ellas existen y todas suponen un gran riesgo para la economía, la salud y hasta la subsistencia del planeta. Pero quizás las haya sobredimensionado.
Al menos, en el terreno que nos ocupa, la inteligencia artificial, donde el también llamado "Doctor Catástrofe" pronostica la destrucción del mundo laboral tal y como lo conocemos. No habla solo de la extinción de miles de puestos de trabajo, sino de la creación de una nueva clase de hombres y mujeres convertidos en parásitos que reciben una renta básica universal para subsistir.
Humanos que, superados sus conocimientos por unas máquinas en constante evolución, acabarán viviendo en un mundo paralelo huérfano de cometido, donde el vacío lo llenan videojuegos y opiáceos que son solo la antesala de la muerte por desesperación. Un terrorífico escenario que todos, incluido el propio economista turco, deseamos que no suceda jamás.
La buena noticia es que tiene, al menos sobre el papel, varias razones para no cumplirse. Si Nouriel Roubini lo clavó en 2006, igual puede hacerse confundido en 2022. Estos son los argumentos para sostener que la inteligencia artificial no dejará al Homo Sapiens obsoleto.
1. Falta de comprensión de la tecnología: Roubini es un economista, no un experto en IA. Aunque acertó la crisis de 2008, se trataba de un escenario financiero donde la tecnología no jugaba un papel tan relevante. Es posible que su falta de comprensión profunda de la tecnología lo lleve a subestimar sus posibilidades y a sobreestimar sus limitaciones.
2. Enfoque en los riesgos potenciales: Es cierto que la IA presenta algunos riesgos, como la pérdida de empleos y la intensificación de la desigualdad económica. Sin embargo, es también probable que Roubini esté enfocado demasiado en estos peligros y no tenga en cuenta los muchos descubrimientos y beneficios que se han logrado ya con esta tecnología, como la creación de nuevos empleos indirectos.
Por citar un ejemplo, la IA está revolucionando la medicina, permitiendo a los médicos realizar diagnósticos más precisos y tratamientos más efectivos. Esto no solo mejora la atención médica, sino que también abre la puerta a nuevos puestos de trabajo en áreas como la investigación médica y la tecnología de la información.
3. Visión a corto plazo: La tecnología de la IA está en constante evolución, y lo hace una velocidad de vértigo. Lo que hace un año era imposible hoy es ya una realidad. En este escenario tan acelerado es poco realista hacer una predicción sobre los efectos de una herramienta que no sabemos con certeza cómo será ni tan siquiera el próximo año.
4. Desconexión con las nuevas generaciones: en su análisis, el economista predice un mundo donde un buen número de personas han perdido su empleo y no encuentran razón para aferrarse a la existencia, pero ¿y si las nuevas generaciones no quieren trabajar? O no al menos, en la forma en qué lo hacían sus padres.
La generación Z está impulsando movimientos como el ‘Quiet Quitting’ o ‘Renuncia silenciosa’, con los que reivindican su derecho a salir temprano del trabajo y concederse más tiempo a sí mismos, priorizando así su salud física y mental.
Para los nacidos en los años 50, como Roubini, quizás resulta difícil entender que el trabajo, como fue para tantas generaciones, no es ya centro de la vida de estos jóvenes y que, más bien al contrario, la inteligencia artificial puede ayudar a distribuirlo de una forma más equitativa y eficiente para ellos.
5. El que mucho abarca poco acierta. En su reciente libro, el también profesor universitario presenta 10 mega-amenazas que pueden destruir el mundo. Ninguna de ellas carece de fundamento, pero también es altamente improbable que lo consigan, y menos todas a la vez. Más que como apocalíptica predicción debemos entenderlas como un acicate para mejorar en algunos aspectos que puedan ser peligrosos para el medio ambiente, el trabajo o la paz mundial.
En el caso de la inteligencia artificial, su potencial es extraordinario, pero para aprovecharlo es necesario invertir, y mucho, en educación y formación. Los trabajadores deben tener las habilidades y el conocimiento necesarios para que esta nueva tecnología se transforme en oportunidades para todos, y no en una distopía futurista de negro resultado. En lograr que, esta vez, el Doctor Catástrofe se equivoque de pleno.
*** Alicia Richart