Por qué el dólar podría seguir fuerte por más tiempo
En octubre de 2022, el dólar alcanzó máximos frente a otras divisas no vistos en dos décadas. A principios de año, una serie de indicadores económicos estadounidenses, como la ralentización de su PIB, una moderación de la inflación y precios energéticos a la baja, hacían intuir que los tipos de interés habían alcanzado su tope y que el dólar perdería su inercia. Al final, la Reserva Federal optó por aumentar nuevamente los tipos de interés y los inversores empezaron a anticipar una recesión al mismo tiempo que la divisa estadounidense empezó a bajar. Sin embargo, a mediados de julio 2023, volvió a repuntar.
¿Qué ha cambiado? El crecimiento de Estados Unidos, que superó las expectativas, se ha respaldado con salarios más altos y un mercado laboral robusto que explican este repunte al mismo tiempo que la posibilidad de una recesión grave sigue disminuyendo. Mientras tanto, China ha experimentado un crecimiento decepcionante con pocas perspectivas de respaldo político, mientras que la economía más grande de la eurozona, Alemania, ha caído en recesión y Francia ha registrado un modesto crecimiento trimestral.
Esta disparidad en el crecimiento es coherente con la persistente fortaleza del dólar. Parece probable que los factores que respaldan al dólar continúen durante el resto de 2023. Históricamente, el valor del dólar estadounidense se debilita cuando el crecimiento económico global es sólido y el crecimiento de Estados Unidos se queda rezagado.
Por otro lado, se fortalece cuando la economía mundial se desacelera o cuando la economía estadounidense, incluyendo la demanda por sus activos financieros, supera a otras economías.
Es probable que las victorias más fáciles en la lucha de la Reserva Federal contra la inflación hayan quedado atrás. La caída de 15 meses en la inflación general, de un 9% a un 5%, se debió en gran parte a la normalización de las cadenas de suministro posteriores a la pandemia y a la disminución de los precios de la energía. Los últimos datos de EEUU de agosto parecieron confirmar que, aunque los aumentos de precios continúan desacelerándose, el ritmo se está debilitando. La inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de alimentos y energía, fue un 4,3% más alta en agosto que en el mismo mes del año anterior, en comparación con un 4,7% en julio.
Históricamente, el valor del dólar estadounidense se debilita cuando el crecimiento económico global es sólido
En comparación, la inflación subyacente en la zona euro sigue siendo persistentemente alta. En respuesta, el Banco Central Europeo (BCE) volvió a subir su tasa de interés de referencia la semana pasada, en 25 puntos básicos, hasta el 4%, citando el aumento de los precios de la energía. La decisión del BCE equilibra la inflación demasiado fuerte con una actividad económica más débil, a medida que se acumulan evidencias de que el crecimiento está disminuyendo y los precios, lentamente, están bajando.
En los últimos meses, la recesión en Alemania ha sido compensada por el crecimiento en economías más orientadas a los servicios, como España e Italia, donde los indicadores están empezando a señalar una desaceleración más amplia. El BCE también revisó a la baja sus expectativas de inflación subyacente, diciendo que no se acercará a su objetivo del 2% antes de 2025.
Apetito por el riesgo
El mundo de las finanzas está en constante movimiento, y el interés de los inversores en los activos financieros desempeña un papel fundamental. En este escenario, la demanda de dólares por parte de inversores extranjeros ha impulsado la fortaleza de la moneda estadounidense. El S&P 500 ha registrado un impresionante aumento del 17% este año, lo que ha llevado a un aumento significativo en los flujos de capital hacia Estados Unidos. En contraste, los inversores europeos han disminuido su interés en las acciones europeas, buscando en su lugar mayores rendimientos en el extranjero.
Esta dinámica también se refleja en los rendimientos de la deuda soberana. Actualmente, la deuda pública estadounidense a 10 años ofrece un rendimiento nominal del 4,3%, en comparación con el 2,7% del bono alemán equivalente y el 3.2% de la deuda pública francesa.
En este contexto, nuestras expectativas respecto a la debilidad del dólar frente al euro se han ajustado en mayo y agosto. Después del anuncio de las tasas del Banco Central Europeo (BCE), el euro cayó de 1.07 a 1.06 frente al dólar. A pesar de este movimiento, aún vislumbramos espacio para una caída adicional hacia el nivel de 1.04 en los próximos meses. Además, esta fortaleza del dólar tiene repercusiones en otras monedas importantes como la libra esterlina, con proyecciones que sugieren una caída potencial a cerca del 1.20 frente al dólar a finales de año.
En resumen, prevemos una leve sobreponderación del dólar en los próximos tres a seis meses. A medida que la Reserva Federal de Estados Unidos incremente las tasas de interés y la inflación se modere, la brecha de crecimiento con la zona euro y China podría ampliarse aún más. A pesar de que el dólar podría estar sobrevalorado a largo plazo, los inversores actualmente priorizan el crecimiento y el rendimiento diferencial en sus decisiones financieras.
*** Christian Abuide es responsable de Asignación de Activos de Lombard Odier.